POR María Jesús Prada | 24 de diciembre de 2022, 13:06 PM

Esta pareja ha hecho correr ríos de tinta. Primero, con el anuncio de su relación, uno que recordaba a aquella polémica del siglo pasado que se suscitó cuando Eduardo VIII, antiguo rey de Inglaterra, anunciaba su matrimonio con la actriz estadounidense Wallis Simpson, quien contraía nupcias por segunda ocasión.

Me sorprende lo poco que se ha referido a este acontecimiento en el ápice de la cobertura de los antiguos duques de Sussex por los sorprendentes paralelismos que comparten.

Simpson, la divorciada estadounidense que hizo temblar en 1936 a la monarquía cuando su pareja, el rey Eduardo VIII, renunció al trono para casarse con ella, dejó un precedente que décadas más tarde volvió a convertirse en noticia.

"Pienso casarme con la señora Simpson en cuanto ella sea libre de casarse", dijo Eduardo VIII cuando defendía su decisión, indicándole a la monarquía que "si se oponía, estaba dispuesto a irse".

Al igual que Markle, Simpson era americana y había tenido otro matrimonio previo. También fue criada por una madre soltera; en el caso de Simpson, por la muerte de su padre. En el de Markle, por la compleja relación con su progenitor tras la separación de su familia.

Meghan Markle y Wallis Simpson. Fuente: BBC

Dejando los paralelismos de lado y sin ignorar las críticas que han recibido Harry (a quien nos referiremos por su nombre castellano, Enrique) y Meghan tras el lanzamiento de su documental por supuestas narrativas de “victimización”, es inevitable señalar que, entre los momentos donde amplían sobre los detalles de su vida privada y de la “verdad” detrás de su gran historia de amor, se asoman datos muy interesantes y reveladores sobre la corona británica.

Uno de ellos siendo el sistema que desde hace unos 30 años se viene implementando para determinar la relación entre la familia real y la prensa.

El contrato invisible con los medios

Se llama la Rotación Real, un sistema mediante el cual se les asigna a determinados medios la cobertura de los miembros de la familia real, independientemente de las informaciones (tanto buenas como malas) que hayan publicado sobre ellos anteriormente.

El documental muestra la estructura de la Rotación Real. Fuente: Netflix

En palabras sencillas, todas las noticias reales pasan por el filtro de los medios en la rotación, a quienes Enrique describe por seguir el lema que profesa que “su trauma es nuestra historia”.

Como parte de este sistema, se asigna un equipo de comunicación para cada grupo que conforme la familia real; hay un equipo para el palacio de Buckingham, otro para Clarence House y otro para el palacio de Kensington, los cuales responden a su propio director.

En palabras de Enrique, este es un “contrato no escrito entre la institución y la prensa”, justificado por la percepción de que los contribuyentes británicos “mantienen”, con sus impuestos, a la familia real y que, a manera de pago, esperan que la familia esté disponible para los medios.

Esta tradición está tan arraigada que Enrique incluso explica en el documental que es frecuente ver a los medios tabloides ofrecer cifras que rondan los 70 y 100 mil dólares a cambio de fotos o declaraciones.

Una jaula de oro

Entre las revelaciones que más me impactaron estuvo la absoluta reivindicación que se hizo del concepto que reza que los monarcas viven vidas privilegiadas y libres.

Según detalla un experto entrevistado para el documental, los miembros de la familia real carecen de la mayoría de las libertades que los ciudadanos comunes dan por sentadas. 

Por ejemplo, tienen poca autonomía para elegir sus futuros, no tienen albedrío para elegir su carrera profesional, hasta hace no mucho tampoco tenían la libertad de elegir su religión y, por si fuera poco, los primeros doce miembros en la línea de sucesión no pueden casarse sin antes contar con la autorización de la reina o el rey.

Tanto así, que en uno de los episodios Markle asegura que, tras recibir un aluvión de críticas que motivaron amenazas de muerte, se sumió en una grave depresión que incluso la llevó a contemplar el suicidio.

Markle detalla que el rechazo que recibió por parte de la corona cuando acudió a pedir ayuda y terapias para atender su salud mental fue frívolo, tajante y contundente.

El temor de la respuesta que aquello podía causar entre la población acabó por sepultar la solicitud de Markle, en una decisión que el equipo a cargo de la comunicación de Guillermo y Enrique tomaron y le comunicaron.

“Nadie había hablado tan abiertamente sobre la salud mental en la familia real antes, excepto una persona: mi mamá”, aseguró Enrique en el documental.

Sobre la amplia discusión en torno al racismo que se colocó como uno de los pilares principales de la emisión, no será necesario referirse --sería redundante si se toma en cuenta que ha sido el eje de gran parte de la cobertura que se le ha dado a la serie, la mayoría de las veces desde un enfoque inclemente.

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