POR José Fernando Araya | 5 de agosto de 2024, 18:16 PM

Brisa Hennesy es sinónimo de dos cosas: alegría y mar.

Pero a partir de hoy también se le añadirá un aspecto más y ese es el éxito.

Brisa se acaba de convertir en la primera atleta tica en ganar dos diplomas olímpicos. 

De madre hawaiana y padre californiano, Brisa Tomi Hennessy Kobara nació el 19 de setiembre de 1999 en San José, pero ahí fue solo a nacer, ya que su infancia por completo la vivió en el selvático y rural sector de Matapalo, Península de Osa.

Sus padres, amantes del surf, viajaron a Costa Rica vía terrestre desde San Francisco a mediados de los noventa y acá encontraron un paraíso donde pusieron una escuela de surf ahí en Matapalo.

De ahí que la cercanía al mar, las olas, la arena y la montaña la forjaron para convertirse en una amante del mar y las costas, de ahí su responsabilidad en el cuidado del ambiente.

“Descubrí que ese es el paraíso. Fue como nacer en el océano; fue como una señal de que yo nací para ser surfista. Es algo que siempre tuve muy claro”, explicó en una entrevista con el periódico La Nación en 2021.

De Matapalo, Brisa siempre recuerda los mejores años de su infancia, prácticamente aislada de la tecnología y viviendo en un pueblito que por aquella época no contaba con electricidad ni agua potable.

Vida nómada.

Cuando tenía 9 años, Brisa se mudó junto a su familia a Oahu, Hawái donde comenzó a competir de forma oficial.

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De ahí comenzó una vida nómada de salto en salto participando a nivel mundial, por lo que siempre ha asegurado que tiene su vida dentro de una maleta.

“Mi familia y yo nos llamamos nómadas sin hogar. Prácticamente, no tenemos un domicilio. Vivimos con una maleta. Ahora tengo mi maleta aquí, pero siempre estoy lista para mudarme. Pero si estoy con mi familia, siento que estoy en casa”, declaró a la página de Olympics.

Se mudaron a Fiyi donde pasaron toda la pandemia, pero potenció a la tica, pues mientras el mundo se encontraba bloqueado, ella seguía disfrutando de cada una de las olas del lugar.

Eso la llevó a clasificar a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, una disciplina que recién debutaba en las justas.

Ahí brilló como nunca y consiguió quedar a un solo paso del podio, por lo que consiguió el diploma olímpico al quedar en el quinto lugar.

Su principal lucha la vive fuera del mar.

Pero tras los juegos y destacar en la World Surfing League de la ISA (International Surfing Asociation) repitiendo victoria en el 2022 en Sunset Beach que le ayudó para acabar en la quinta posición del ranking final.

Aun así, cuando parecía que vivía su mejor momento, la tica fue honesta y confesó que lo pasaba mal a nivel personal.

Incluso, llegó a confesar que sufría un trastorno por su imagen corporal, dismorfia desde los 16 años y tuvo un trastorno alimentario que duró casi 3 años.

Por si fuera poco, en el 2023 se le diagnosticó hipotiroidismo, depresión, EBV y recientemente un adenoma de la glándula pituitaria que llegó a padecer niebla mental, problemas de estabilización y llegó a ganar 9 kilos en tan solo seis meses.

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Con todo esto, fue la primera atleta costarricense en clasificar a París 2024, así como una de las primeras del surf mundial, todo esto gracias a su gran forma en la World Surfing League.

Fiel a su alma nómada, para París 2024 viajó desde hace varias semanas a Teahupo'o, Tahití lugar donde ya había brillado con dos victorias previas y eso lo demostró con un gran nivel que la llevaron a ganar un diploma olímpico.