Sucesos
Bebé recibió dos disparos durante ataque armado donde murió joven que la llevaba en brazos
Los hechos ocurrieron a las 8:50 a.m. en la localidad de Jireth, en el distrito de El Roble.
En un preocupante recuento sobre la situación del narcotráfico en Costa Rica, Rándall Zúñiga, director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), destacó la evolución del crimen organizado en el país, la influencia de la tecnología y las condiciones sociales que favorecen su avance.
Zúñiga explicó que en 2014 un delincuente conocido como “El Indio” profesionalizó el narcotráfico en los cantones del sur de San José, dándole un enfoque más empresarial. En 2018, surgieron los llamados “mini cárteles criollos”, estructuras locales que imitaron el modelo de los grandes cárteles mexicanos y colombianos. Desde entonces, el escenario delictivo costarricense se transformó de forma alarmante.
“Llegamos a un punto donde Costa Rica supera la barrera de los 600 homicidios anuales, y en 2023 alcanzamos los 905”, subrayó Zúñiga, evidenciando el impacto de estas nuevas organizaciones.
Tradicionalmente, la marihuana llegaba a Costa Rica desde Jamaica, pero en los últimos cinco años, Colombia se posicionó como un actor clave en la exportación de esta droga. A esto se suma el uso de tecnología avanzada, que ha facilitado las operaciones delictivas:
“La inteligencia artificial será utilizada para predecir el comportamiento policial y asegurar el momento exacto de las transacciones”, advirtió Zúñiga.
Para el jerarca, hay cuatro fases del narcotráfico en Costa Rica a lo largo del tiempo; las enumeró de la siguiente manera:
1. Años 1970 y 1980: Costa Rica funcionó como un país puente utilizando rutas terrestres, marítimas y aéreas para llevar droga a Estados Unidos.
2. Años 2000: el país pasó de ser un simple puente a un centro de almacenamiento temporal.
3. De 2010 a 2015: comenzó el uso de contenedores y el pago en kilos de droga en lugar de efectivo, lo que generó mayores ingresos a las bandas locales.
4. Actualidad: los grupos criminales están bien estructurados y exportan droga a nuevos mercados, incluyendo Europa y Asia.
El impacto social y la captación de jóvenes es un grave problema, según Zúñiga, señalando que la pobreza y la falta de oportunidades en zonas costeras como Puntarenas y Limón han facilitado que los grupos criminales recluten menores.
"Mientras la pobreza extrema en el Valle Central ronda el 17%, en Puntarenas y Limón alcanza el 23%. Lo más preocupante es que los niños de 8 años sueñan con ser sicarios porque ven en sus vecinos un ‘progreso’ falso, basado en bienes materiales”, dijo Zúñiga.
Asimismo, las redes sociales y los influencers que promueven una vida de lujo fácil han agravado el problema. El jefe policial advirtió que muchos jóvenes buscan dinero rápido sin medir las consecuencias.
Además, los grupos criminales usan los estados de WhatsApp y Facebook para enviarse mensajes entre ellos.
El director del OIJ también enumeró cuatro elementos clave que contribuyeron al auge del narcotráfico en Costa Rica:
1. Cambios geopolíticos en Sudamérica.
2. Migraciones masivas.
3. Avances tecnológicos.
4. La pandemia, que redujo ingresos económicos y aumentó la mano de obra barata para grupos criminales.
“El reto es enorme, pero Costa Rica no puede perder la batalla. Se debe de reforzar el desarrollo humano, en especial en zonas costeras, donde la falta de esperanza y oportunidades convierte a los jóvenes en presas fáciles del crimen organizado. Si no atendemos estos problemas sociales, los grupos criminales seguirán avanzando a pasos agigantados”, concluyó Zúñiga.