POR Juan Manuel Vargas | 9 de septiembre de 2013, 14:15 PM

El sábado 24 de agosto, la capital fue sorprendida por una fuerte tormenta que incluyó la caída de granizo.

Las lluvias vespertinas poco a poco incrementaron el caudal del Río María Aguilar.

El domingo 25 se detectó el deslizamiento que a la postre obligó a la instalación de cuatro puentes modulares entre Hatillo 8 y Pavas.

Fueron dos semanas de presas que todavía no terminan, ya que falta construir la solución definitiva.

De inmediato los cuestionamientos surgieron y señalaron al mantenimiento de la vía como posible causa.

En una licitación pública del año 2009 se escogió a la empresa Hernán Solís para darle mantenimiento a la denominada zona 1-1 de la red
vial nacional.

Esa zona comprende 260 kilómetros de carreteras en el Área Metropolitana que incluyen vías como la Circunvalación, Paseo Colón, Avenida
Segunda y parte de la ruta 32.

El contrato firmado en marzo del 2011 incluye más de 75 millones de colones para limpieza de alcantarillas.

Ahora bien, la constructora señala que ellos trabajan contra orden girada por Conavi y que nunca se les ordenó la limpieza de la estructura que colapsó.

Pero si la alcantarilla no ocupaba limpieza; ¿qué pasó?

En este punto se cuestiona el diseño de la vía.

El tramo Hatillo-Pavas tiene más de 25 años.

Al tratarse de un río, expertos señalan que en el sitio era necesario desde un principio un puente, algo de mayor inversión en tiempo y dinero si se le compara con la alcantarilla que se construyó.

Cálculos del Conavi indican que la estructura colapsada estaba diseñada para soportar el paso de 80 metros cúbicos de agua por segundo pero que la crecida que bajó por el María Aguilar alcanzó los 250 metros cúbicos por segundo.

Esto provocó un embalse que lavó el relleno por encima de la alcantarilla provocando el hundimiento que obligó la intervención de la vía con las consecuencias que ya conocemos.

El Conavi espera en los próximos días anunciar que solución aplicará en la Circuvalación.

Desde ya expertos recomiendan corregir e instalar en la zona una estructura que solucione el problema a futuro, tomando en cuenta el comportamiento del río, influenciado por los cambios urbanos a lo largo de su cuenca y la situación climática que nos afectan.

Así las cosas, tal parece que una combinación de factores llevaron a ese tramo de la ruta 39 a cumplir su vida útil, algo que tarde o temprano ocurriría.