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Doña Martita se unió al club de los abuelos centenarios de Cartago
Actualmente, ella disfruta de una familia gigante: ¡Imagínese que tiene más de 45 nietos!
“Desde niña sentí que debía ayudar a las personas que no tenían hogar”. Así relata su historia de amor al prójimo Maricruz Solano, quien a los 74 años recibe en su casa a personas sin techo, en condición de drogadicción o bien adultos mayores enfermos: todo esto lo hace sin pago alguno.
Esta vecina de La Bernardo de Heredia, una pequeña comunidad muy cerca del Hospital San Vicente de Paul, ayuda a los más necesitados desde que tenía 13 años. Ahora, en la tercera edad y pese a que perdió el ojo derecho y mantiene problemas de visión, se siente con más energía que nunca para continuar extendiendo una mano solidaria.
No todo ha sido fácil para ella: hace dos décadas falleció uno de sus cuatro hijos, a los 24 años, producto de un aneurisma. A raíz de esto, estuvo a punto de detener su obra social, pues sintió que Dios la había abandonado, pero con el tiempo aprendió que aún en estos momentos difíciles, el Ser Supremo jamás la soltó.
La pandemia sí detuvo el trabajo; pero, poco a poco, este año vuelve a recibir gente en su humilde hogar, de tan solo tres habitaciones; una casa que afirma siempre tiene comida para los que lleguen, aunque no logra explicarse cómo.
¿Desea conocer más sobre este acto de amor incondicional? Repase el video adjunto.