POR | 3 de mayo de 2016, 2:27 AM

Por Diego Brenes*

Me asomé por la ventana de mi cuarto y un mar de gente vestida de azul caminaba en la misma dirección, como si fuera San Pedro un 1 de agosto. Era la tarde del 28 de setiembre del 2013 y parecía que todos mis vecinos de la ciudad a la que me había mudado hace dos semanas se dirigían a un mismo lugar.

Todos iban al King Power Stadium, la casa del hoy campeón de la Premier League, pero en aquel momento un club promedio de la Championship (segunda división de Inglaterra).

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La curiosidad me ganó, me puse un suéter azul y caminé con mi esposa el kilómetro y medio que separaba nuestra casa durante mis meses de estudio en Leicester con la casa de los Foxes. Un estadio renovado, que mezcla la modernidad de los palcos VIP, lo clásico de las entradas angostas con trompos y lo íntimo de la gradería pegada a la cancha sin necesidad de malla.

Ese día no recibían al Manchester United, ni jugaban un partido de Champions League, como les tocará por primera vez en su historia la próxima temporada. Ese día recibían a otro modesto del fútbol inglés, el Barnsley, pese a ello y como en casi todos sus partidos en esa categoría la afición rondaba las 25 mil aficionados.

Por primera vez, iba a ver al equipo que tan solo unos meses antes había visto perder el playoff por el ascenso a la Premier League de la forma más dramática posible (si no lo han visto vale la pena: https://www.youtube.com/watch?v=kJYtDPcd-fU).

Sin embargo, la mística de un club con 132 años de historia y una pequeña vitrina de trofeos se puede palpar sin importar la categoría. Pasión y fidelidad definen a la afición de un equipo que ha visto renacer a la institución que hasta hace unos meses era solo conocida por ser el club donde creció el mítico delantero Gary Lineker.

Leicester tiene tan solo 300 mil habitantes, es una comunidad de muchos parques, calles adoquinadas y una gran devoción por el deporte. En esta ciudad, que tiene más universidades (2) que malls (1), es donde el magnate tailandés Vichai Raksriaksorn puso sus ojos en el 2010 para pagar 35 millones de dólares por el equipo y empezar a construir una historia de ensueño.

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La inversión de capital fue fundamental para el ascenso, pero en la Premier League, la liga que más dinero genera en el mundo, su planilla de 70 milllones de dólares al año está entre las más bajas. Aunque incluso en España estaría entre las 6 más altas.

El modesto plantel del equipo de Claudio Rainieri carece de grandes nombres y está formado por un grupo de jugadores relegados por otros clubes. Por eso la historia del Leicester City ha cautivado al mundo del fútbol, es el inesperado campeón, el que demuestra que incluso donde más plata hay, el dinero no lo es todo. Es el ganador a base de esfuerzo, alma y trabajo en equipo.

Quedan pocos de aquel equipo que pude ver en mis visitas al King Power Stadium, pero permanece una columna vertebral con nombres como Schmeichel, Morgan, Drinkwater y Vardy.

El título se confirmó el lunes pero la fiesta será el sábado, los fieles peregrinos visitarán nuevamente su estadio vestidos de azul y colmarán cada pub de Leicester para celebrar un título inédito en su historia y para festejar que la mística puede más que el dinero.

 

*Diego Brenes vivió en Leicester en 2013 durante sus estudios en el Master FIFA en Administración, Legislación y Humanidades del Deporte. Fue periodista de Teletica Deportes de 2010 a 2015 y trabaja actualmente como Director Administrativo de Selecciones Nacionales en la Federación Costarricense de Fútbol (Fedefútbol).