POR BBC News Mundo | 3 de agosto de 2018, 9:19 AM
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Las cámaras escondidas son más difíciles de ver que este tipo de actividad (recreación).

Recuerdo la primera vez que escuché sobre las cámaras espías en Corea del Sur.

Justo después de llegar a Seúl, iba manejando en bicicleta con una amiga cuando tuve que ir a un baño público.

"Fíjate que no tenga cámara", gritó. Yo me reí, pero ella no estaba bromeando.

Muchas mujeres me han dicho que lo primero que hacen cuando van a un baño público en Corea del Sur es ver si hay alguna cámara.

En el país hay una epidemia de cámaras espía.

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Muchas mujeres surcoreanas revisan que no haya cámaras escondidas cuando usan baños públicos.

Las cámaras ocultas graban a mujeres, y a veces a hombres, desvistiéndose, yendo al baño, en gimnasios y piscinas, o probándose ropa en tiendas.

Los videos se publican en páginas pornográficas en internet.

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Activistas en Seúl advierten que si las autoridades no hacen más para prevenir este crimen, es probable que se extienda a otros países.

Entonces será más difícil detenerlo.

Cada año se denuncian a la policía más de 6.000 casos de pornografía de cámaras ocultas y el 80% de las víctimas son mujeres.

Se teme que haya cientos más que no se atreven a contar sus historias.

Algunas son filmadas por hombres que pensaban que eran sus amigos.

Kim

La BBC habló con una mujer a la que llamaremos Kim.

Un hombre la filmó en un restaurante. Le había puesto una pequeña cámara en su falda.

Ella lo vio, agarró su teléfono y encontró otras imágenes de ella, sobre las que otros hombres estaban comentando.

"Cuando vi la ventana de chat, quedé muy conmocionada, mi mente se quedó en blanco y comencé a llorar", cuenta Kim.

Fue a la policía, pero reportar el incidente la hizo sentirse aún más vulnerable.

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"Kim" dijo a la BBC que tenía miedo de que la gente la culpara por la intrusión en su privacidad.

"Me preguntaba qué pensarían los demás. ¿Creería el policía que mi ropa era demasiado reveladora?", dice.

"En la estación de policía, me sentí sola. Sentía que todos los hombres me miraban como si fuera un pedazo de carne o un objeto sexual. Me sentía asustada", recuerda.

"No se lo conté a nadie. Tenía miedo de que me culparan. Temía que mi familia, amigos y gente a mi alrededor me vieran como me habían visto estos hombres", sostiene.

El hombre nunca fue sancionado.

Hiperconexión

Corea del Sur es uno de los países más avanzados tecnológicamente y más conectados digitalmente en el mundo.

Es líder mundial en la propiedad de teléfonos inteligentes: casi el 90% de los adultos tiene uno y el 93% tiene acceso a internet.

Pero son estos mismos avances los que hacen que este crimen sea tan difícil de detectar y castigar.

Park Soo-yeon fundó el grupo Digital Sex Crime Out en 2015 como parte de una campaña para cerrar uno de los sitios web más conocidos, llamado Soranet.

Tenía más de un millón de usuarios y albergaba miles de videos filmados sin el conocimiento o el consentimiento de las mujeres que aparecían en ellos.

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Muchos de los videos habían sido grabados en baños y probadores de tiendas, o publicados por exparejas, por venganza.

Algunas de las mujeres que salían en los videos se suicidaron.

Propagación

"Es posible retirar estos videos, pero el problema es que vuelven a aparecer una y otra vez", dice Park.

"La distribución es un gran desafío. Las páginas se defienden diciendo que no sabían que estos videos habían sido filmados ilegalmente", explica.

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Un video retirado de una página web puede seguir apareciendo en otras, visibles en cualquier parte del mundo.

Ella quiere apuntar a los distribuidores y cree que debe ser un esfuerzo internacional.

"Los delitos sexuales digitales no son un problema solo en Corea. Ha habido casos en Suecia y Estados Unidos", asegura.

"No pasará mucho tiempo antes de que esto se convierta en un gran problema en otros países. Por lo tanto, tenemos que trabajar juntos para resolverlo a nivel internacional", afirma.

Equipos especiales inspeccionan los espacios públicos de todo Seúl en busca de cámaras ocultas. Pero nunca encuentran ninguna.

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La inspectora Park Gwang-Mi ha pasado dos años buscando cámaras ocultas en más de 1.500 baños públicos.

La BBC la acompañó en un barrido. Nos explicó que buscaba cualquier agujero en la pared donde pudieran caber cámaras.

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La inspectora Park Gwang-Mi dice que a veces los criminales retiran las cámaras solo minutos después de haberlas instalado.

"Estoy viendo lo difícil que es atrapar a estos criminales. Instalan la cámara y la retiran en 15 minutos", detalla.

Pero sí se realizan detenciones: de los 6.465 casos reportados en 2017, fueron arrestadas 5.437 personas.

Pero solo fueron a prisión 119 de ellas, el 2% de las capturas.

"Sus métodos continúan desarrollándose"

Muchas mujeres surcoreanas han salido a protestar en Seúl porque sienten que no reciben justicia.

Park Mi-hye es la jefa de un equipo especial de investigación de delitos sexuales de la policía de Seúl.

Le dijo a la BBC que es difícil rastrear a los criminales que usan servidores extranjeros.

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"La distribución de este tipo de pornografía no se suele castigar en el extranjero. Así que aunque sea ilegal en Corea, no se puede investigar si es legal en otros países", lamenta.

"Incluso cuando cerramos una página web, los creadores pueden modificar la dirección y volver a abrir el sitio. Rastreamos cada cambio de dirección, pero los métodos de los criminales continúan desarrollándose", advierte.

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Las mujeres en Corea del Sur han organizado grandes protestas para pedir una solución al problema de las cámaras escondidas.

"El castigo por estos crímenes tampoco es severo. Ahora la pena es de un año de prisión o una multa de US$8.900 por distribuir videos ilegales. Creo que sería útil endurecer las sanciones", opina.

"Deben cambiar las percepciones de la gente. Para erradicar estos delitos, las personas deben ser conscientes del impacto en las víctimas", sostiene.

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Uno podría pensar que eso ya se sabe. Miles de mujeres saldrán a gritar "mi vida no es tu porno" este fin de semana en la cuarta protesta de 2018.

Además, todas seguiremos revisando nuestros baños o vestuarios en caso de que nos estén observando.


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