Internacional
Existen pocas esperanzas de hallar vivas a cerca de 80 personas tras alud en China
Un primer cuerpo fue recuperado el martes de entre una enorme masa de lodo que sepultó el domingo una zona industrial de Shenzhen.
Un primer cuerpo fue recuperado el martes de entre una enorme masa de lodo que sepultó el domingo una zona industrial de Shenzhen (sur de China) y la esperanza de encontrar supervivientes entre los 76 desaparecidos es casi nula.
Las máquinas excavadoras continuaban removiendo el terreno y los escombros dejados por el alud de tierra que sepultó fábricas y dormitorios de los obreros de la zona de Shenzhen, una ciudad fronteriza con Hong Kong.
Setenta y seis personas siguen desaparecidas, sepultadas bajo la tierra desde hace dos días, según un último balance, frente a 81 anunciadas previamente.
El martes se recuperaron los restos de la primera víctima mortal confirmada de esta catástrofe industrial. "No creo que podamos salvar a nadie", dijo a la AFP Qin, una voluntaria que vino a apoyar a los rescatistas, identificada por su apellido.
Unos 3.000 socorristas - incluyendo bomberos y militares - trabajaron sin descanso toda la noche del lunes, utilizando decenas de excavadoras para retirar el lodo, "detectores de vida" y 30 perros rastreadores, según la prensa china.
60 terrenos de fútbol
La avalancha de tierra y barro rojizo, que sepultó el domingo por la mañana unas treinta edificaciones, provocó además una explosión de gas.
"Estamos muy preocupados por la gente que vive en la zona. Nunca nadie nos dijo que esta era una zona peligrosa", dijo a la AFP un habitante de un pueblo vecino, horrorizado por el trágico accidente.
Imágenes grabadas por un dron mostraban un paisaje de pesadilla, en donde pedazos de inmuebles de habitación rotos en dos como simples briznas de paja emergían del lodo.
El alcalde adjunto de la ciudad, Liu Qinsheng, calcula que la zona recubierta por la masa de tierra, de unos 10 metros de altura, corresponde a una superficie de alrededor 60 terrenos de fútbol.
Además, el lugar donde se produjo la catástrofe es altamente simbólico. Shenzhen, una metrópolis de más de 10 millones de habitantes, es un emblema de la modernidad china.
Cuando no era más que un modesto puerto pesquero, el dirigente Deng Xiaoping la convirtió en 1980 en una "zona económica especial", cuna de reformas y de la apertura del país.
Las tres décadas que siguieron transformaron esta localidad en una megalópolis, al costo de un urbanismo desenfrenado, que ahora parece pagar caro.
Ira y traumatismo
Las causas de la catástrofe serían de origen humano, según la prensa oficial, que informó que la montaña de tierra, de un centenar de metros, procedía de obras de construcción y que el deslizamiento se habría producido después de que está se empapase por las recientes lluvias.
La indignación era grande en las redes sociales. "La ausencia de control de las condiciones de seguridad y la pasividad de las autoridades (que se supone) deben tomar medidas preventivas enfurecen a toda la nación e indignan al mundo", escribió un usuario de la red social china Weibo. Su cuenta fue rápidamente eliminada por los censores.
"Con todas esas catástrofes de origen humano, estamos constantemente sacrificando vidas en nombre del progreso" de la economía china, lamentaba otro usuario.
Este accidente es el último en una larga serie de catástrofes de todo tipo que este año han golpeado a China.
El año comenzó de forma trágica con la muerte de 36 personas en una estampida humana durante una fiesta de año nuevo en Shanghai.
En junio, un crucero volcó de manera repentina en el río Yangtsé dejando más de 430 víctimas mortales.
Menos mortífero pero mucho más violento y espectacular fue la serie de explosiones producidas en un almacén de productos químicos el 12 de agosto en una zona del puerto de Tianjin (norte), donde murieron al menos 165 personas.
El mes pasado, 38 personas murieron en otro deslizamiento de tierras en la provincia rural de Zhejian.
Junto a estos grandes desastres, se han registrado decenas de accidentes en minas, inundaciones y corrimientos de tierra que han dejado en total centenares de muertos.