Internacional
California limita uso de pajillas y se une a batalla global contra el plástico
"El plástico nos ha ayudado en el avance de nuestra sociedad, pero su uso obsesivo nos lleva a consecuencias destructivas", aseguró el gobernador.
Por Javier TOVAR
Al pedir una bebida en un restaurante o bar en California, el mesero no le entregará automáticamente una pajilla de plástico, ahora hay que pedirla, según una ley sancionada este jueves que restringe su uso.
El gobernador de California, Jerry Brown, un defensor de las leyes ambientales, firmó la ley estatal, la primera de este tipo en Estados Unidos, aprobada en medio de un movimiento global contra el plástico, particularmente peligroso por sus afectaciones a los ecosistemas durante cientos o incluso miles de años.
Millones de pajillas son usadas cada día en Estados Unidos, donde algunas ciudades ya se habían adelantado a restringir su uso como Seattle o San Francisco.
"Es un pequeño paso hacer al consumidor que quiera una pajilla a que pregunte por ella, y tal vez eso le haga hacer una pausa y pensar de nuevo en la alternativa", dijo Brown. "Pero una cosa es clara, tenemos que encontrar la manera de reducir y eventualmente eliminar el uso de utensilios plásticos".
"El plástico fue inventado en el siglo XIX y se ha hecho tan ubicuo que está presente en cada aspecto de la vida moderna, incluso en la pasta de dientes", añadió el gobernador, destacando que para 2015 la producción de plástico llegó a 448 millones de toneladas.
"El plástico nos ha ayudado en el avance de nuestra sociedad, pero su uso obsesivo nos lleva a consecuencias destructivas".
Los establecimientos encaran dos advertencias antes de ser multados por hasta un máximo de 300 dólares por el incumplimiento de esta ley que entrará en vigencia en 2019.
Según un estudio de la revista estadounidense Science, 8 millones de toneladas de restos de plástico son vertidos cada año en los mares del planeta, el equivalente a 250 kilos por segundo.
"El plástico en todas sus formas -pajillas, botellas, paquetes, bolsas, etc- están estrangulando el planeta", señaló el gobernador en un comunicado difundido después de sancionar la ley.
Existen ya algunas alternativas, como las pajillas biodegradables en plástico biológico procedente del maíz, pero son más caras. Pasta alimentaria cruda, bambú o comestibles son otras opciones.
- Alarmante aumento -
Un informe del Banco Mundial (BM), publicado el jueves, indicó que la vertiginosa proliferación de desechos en el mundo es una amenaza adicional para la salud de la población y del medio ambiente.
El organismo con sede en Washington destacó que el mundo generó 242 millones de toneladas de desechos plásticos en 2016, el 12% del total de desechos sólidos (2.010 millones de toneladas), e indicó que el volumen de residuos aumentará en un 70% para 2050, cuando se calcula que alcanzará los 3.400 millones de toneladas.
"La mala gestión de los residuos perjudica la salud humana y el medio ambiente, lo que se suma al problema del clima", dijo Laura Tuck, vicepresidenta de desarrollo sostenible del BM. "Desafortunadamente, a menudo los más pobres de la sociedad sufren el impacto de una gestión inadecuada de los desechos".
Aunque los países ricos representan solo el 16% de la población mundial, producen más de un tercio (34%) de los desechos del planeta.
Con todo, algunas medidas se están tomando en Europa sobre el plástico.
La Comisión Europea propuso en mayo prohibir los cubiertos, platos, pajillas y bastoncillos, entre otros productos de plástico, e imponer su fabricación con materiales más duraderos. La medida todavía debe ser abordada por los Estados miembros de la UE y la Eurocámara.
Gran Bretaña anunció por su parte en abril su intención de prohibir, entre otros objetos de plástico, las pajillas a fines de año. En Francia deberán dejar de utilizarse para 2020 la vajilla de plástico y los bastoncillos, pero no las pajillas.
Otro problema, destacó el BM, es que mientras los países ricos reciclan alrededor de un tercio de sus desechos, en los pobres el porcentaje cae al 4%.
La institución recomienda, entre otras medidas, dotar de fondos a los países más necesitados para desarrollar sistemas públicos de gestión de residuos, apoyar iniciativas para reducir el consumo de plástico o reducir los desechos alimentarios educando más a los consumidores.
Desde 2000, el BM invirtió más de 4.700 millones de dólares en este tipo de programas.