POR AFP Agencia | 28 de febrero de 2014, 3:56 AM

Cada noruego es casi millonario gracias al gigantesco fondo soberano del país nórdico que creció considerablemente en 2013 y que, paradójicamente, podría dejar de lado las energías fósiles que han cimentado su riqueza para centrar sus inversiones en otros sectores de actividad.

Alimentado con los ingresos petroleros del Estado, que son invertidos fuera de Noruega para evitar el calentamiento de la economía local, el fondo de pensiones público noruego tuvo un rendimiento del 15,9%, el segundo mejor resultado en sus dos décadas de existencia, anunció el viernes el Banco de Noruega, que se encarga de su gestión.

A finales de año, el mayor fondo soberano del mundo valía 5,038 billones de coronas (610.000 millones de euros), lo que convierte a cada uno de los 5,1 millones de habitantes del país nórdico casi en millonarios en divisa nacional.

Al menos sobre el papel.
Este maná está destinado, pese a su apelación engañosa de Fondo de Pensiones, a financiar el Estado del bienestar cuando lleguen días difíciles, lo que parece todavía bastante lejano.

El "patrón" del fondo, Yngve Slyngstad, calificó 2013 de "buen año", gracias, fundamentalmente, a la inversión en acciones que representan 61,7% de la cartera y que han producido un rendimiento de 26,3%.

"2013 estuvo marcado por las incertidumbres sobre los mercados financieros pero también por un crecimiento débil de la economía mundial", explicó el gobernador del Banco de Noruega, Oeystein Olsen.

"Paradójicamente, han sido quizá el bajo crecimiento y los bajos tipos de interés en el extranjero las principales causas de los buenos resultados del fondo en los últimos dos o tres años".

Según el organismo especializado SWF Institute, el fondo noruego es el mayor fondo soberano del mundo, por delante del de Emiratos Árabes Unidos.

Con una participación en el capital de 8.213 empresas en el mundo, el fondo noruego cuenta con el 1,3% de la capitalización bursátil mundial, proporción que aumenta al 2,5% en Europa.

Debido a las bajísimas tasas de interés en el mundo, las inversiones en deuda (37,3% de la cartera) dejaron un rendimiento nulo en 2013, mientras que las colocaciones inmobiliarias, en Europa y después del año pasado en Estados Unidos le reportaron 11,8%.

- ¿Abandonar la energía fósil? -
El fondo podría cambiar su morfología en el futuro.

La coalición minoritaria de derecha en el poder llegó a un acuerdo el viernes con dos pequeños partidos aliados de centro derecha para establecer un grupo de expertos independientes que se encarguen de examinar una eventual desinversión en el petróleo, el gas natural y el carbón.

Todavía se desconocen las líneas generales, aunque hay muchos interrogantes. ¿Desinvertirá en toda empresa de energías fósiles o solo en las que sea su actividad principal? ¿Los productores de electricidad que consumen energías fósiles estarían afectados?

"Es importante analizar este dossier bajo todos los ángulos antes de proceder a cambios", subrayó un responsable del partido conservador, Svein Flaatten.

Las conclusiones, que se esperan el próximo año, podrían cambiar radicalmente la cartera de inversiones del fondo: 8,4% de sus inversiones en acciones están colocadas actualmente en los productos de petróleo y de gas.

Algo, aparentemente paradójico en un país donde los hidrocarburos representan cerca del 25% de la riqueza nacional. Pero la reflexión se explica por la preocupación climática pero también por los intereses económicos del país.

En varias ocasiones, expertos han criticado la doble exposición del fondo a las energías fósiles. Una caída de los precios en el sector supondría a la vez una caída del volumen de petrodólares que inyecta el Estado y un deterioro del rendimiento de las inversiones.

Con un resultado de 16,1% el año pasado, las inversiones en los grupos petrogasíferos son muy inferiores al rendimiento bursátil medio.

El debate fue lanzado en diciembre cuando la oposición laborista propuso la salida del fondo del carbón, fuente de energía particularmente "sucia" en lo que a C02 se refiere.

Esto colocaría al Estado en una posición delicada ya que él mismo posee una compañía de extracción de carbón en el archipiélago de Svalbard (Spitzberg) en el Ártico, actividad esencial para la economía local.