POR AFP Agencia | 23 de enero de 2018, 23:49 PM

Un grupo de senderistas observa maravillado un lago salado que se extiende ante sus ojos, mientras intenta bajar por las pendientes escarpadas de un cráter volcánico, uno de los tesoros naturales que Arabia Saudita quiere promover para atraer a los turistas extranjeros. 

El reino de 32,5 millones de habitantes, que permaneció cerrado durante años, empezará pronto a conceder visados turísticos, abriendo así una de las últimas fronteras del turismo mundial. 

La monarquía, que sigue dependiendo en gran medida del petróleo, considera el turismo como una posible fuente de ingresos, un "oro blanco", y quiere atraer a 30 millones de visitantes al año de aquí a 2030, casi el doble de los que viajan al país actualmente.

Conocido por aplicar una segregación de los sexos y un estricto código indumentario vinculados a una versión rigorista del islam, el país no se ha considerado hasta ahora como un destino para los turistas del mundo entero, a excepción de los peregrinos de La Meca y Medina. Pero el príncipe heredero Mohamed bin Salmán parece dispuesto a cambiar esa situación. 

Las autoridades quieren promover, entre otros lugares, el cráter volcánico de Al Wahbah, donde las visitas son poco frecuentes. 

Por primera vez, el guía privado Amr Jalifa acompaña a un grupo de senderistas hasta el fondo de ese cráter. 

"Hablé de Al Wahbah con mis amigos", pero "no conocen" este lugar, dice Mohamed Bahrun, un banquero de Yeda, en el oeste del país. 

- Transformación económica -

Situado a cuatro horas de carretera de Yeda, el cráter de Al Wahbah se formó tras una explosión de vapor subterránea debida a la actividad volcánica. La leyenda local cuenta que el lugar es fruto del amor entre dos montañas que se unieron. 

"El principal desafío consiste en conseguir que estos sitios turísticos sean accesibles", afirma Jalifa. 

El turismo es uno de los motores de "Visión 2030", el ambicioso plan con el que Mohamed bin Salmán pretende reestructurar la economía saudita. 

A sus 32 años, el hijo del rey se presenta como un reformista y multiplica las iniciativas para modernizar el reino ultraconservador. 

En octubre desveló un macroproyecto de zona de desarrollo económico en el noroeste, que incluye un apartado turístico y necesitará inversiones por valor de 500.000 millones de dólares.

Riad había anunciado en agosto el lanzamiento de un amplio proyecto turístico que consiste en transformar unas 50 islas del mar Rojo en estaciones balnearias de lujo. 

Las autoridades también quieren promocionar algunos yacimientos arqueológicos nabateos, como el de Al Hijr, inscrito en el Patrimonio Mundial de la Unesco. 

- ¿Sin alcohol? -

En una entrevista para la AFP en diciembre, el príncipe Sultán bin Salmán bin Adbelaziz, encargado del sector turístico saudita, anunció que las autoridades estaban preparándose para otorgar visados electrónicos en el primer trimestre de 2018 a quienes deseen visitar el país. 

Arabia Saudita comenzó su cambio con el levantamiento de la prohibición de las salas de cine. El régimen también autorizó a las mujeres a entrar en los estadios y estas podrán conducir a partir de junio. 

Pero la prohibición total del alcohol podría ser un freno a la hora de atraer a los occidentales, consideran los expertos.

El príncipe Sultán declaró que el reino, que alberga los lugares más sagrados del islam, no permitiría el consumo de alcohol. 

Algunos rumores hablan, sin embargo, de proyectos para crear centros de ocio exclusivos para los turistas extranjeros que, al igual que numerosos complejos residenciales de expatriados en Riad, tendrían normas menos rígidas. 

Kristian Ulrichsen, colaborador del Baker Institute for Public Policy de la universidad Rice en Houston (EEUU), cree que las autoridades apostarán primero por los "visitantes locales y regionales, mientras desarrollan la infraestructura turística". 

Pero algunas agencias de viajes internacionales ya prevén organizar viajes. 

"Hay mucho potencial, lo sabemos gracias a la creciente demanda en nuestra base de datos," explica Justin Wateridge, director general de la agencia Steppes Traves, con sede en Reino Unido.