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Economía tica crecerá más de lo esperado este 2023, proyecta Central
La proyección también mejoró para el 2024: pasó de 3,8% a 4,3%.
El inesperado crecimiento económico con el que Costa Rica cerrará el 2023 no se ha traducido en un impacto claro en la realidad de la mayor parte de la población; una situación que el país arrastrará también durante el próximo año, según economistas.
El Banco Central de Costa Rica (BCCR) proyecta que la economía costarricense haya crecido un 5% al cierre de 2023, un 0,8% más que lo previsto en julio y por encima de la estimación global de 3%.
Además, el país ha dado otros pasos positivos en materia económica, como el cumplimiento de algunas metas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) o una mejora de calificación de riesgo en las agencias calificadoras.
Sin embargo, para el economista Gerardo Corrales esto es como “una bonanza económica engañosa”, mientras que Fernando Rodríguez, también experto en la materia, describe la situación nacional como “una economía con crecimiento, pero con un dinamismo raquítico”.
Ambos especialistas ven el crecimiento económico como una moneda de dos caras, donde se arroja una cifra que es positiva, no obstante, principalmente concentrado en actividades como las zonas francas y la construcción.
“Tenemos un crecimiento que básicamente está empujando desde el centro del país, pero que todavía no se derrama hacia el resto del territorio y eso es un problema. No está distribuyéndose los beneficios de ese crecimiento, de una manera equitativa, a nivel nacional”, señaló Rodríguez, también exviceministro de Hacienda y académico de la Universidad Nacional (UNA).
Por su parte, Corrales, destacó que “el problema es que, cuando uno empieza a profundizar, esta bonanza económica es dispareja, no es generalizada”, ya que otras actividades, como el comercio, la agricultura o la industria “muestran tasas de crecimiento relativamente bajas”.
Crecimiento no genera empleos
Otro punto en el que los economistas hicieron énfasis es que el crecimiento económico no está reflejándose en la creación de nuevas oportunidades de empleo.
“Es un modelo económico engañoso. […] La economía está creciendo como nunca, pero, también, como nunca, la participación laboral se ha reducido, entonces es un crecimiento que no genera empleo”, apuntó Corrales.
En la misma línea, el exviceministro dijo que la economía costarricense, en estos momentos, es “extraña”, pues el crecimiento no genera empleo ni dinamiza la recaudación de impuestos.
Según datos de la Encuesta Continua de Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la tasa de desempleo ha tenido una tendencia a la baja durante este año, llegando a 7,7% en el trimestre de agosto, setiembre y octubre, lo que equivale a 172 mil personas sin trabajo.
No obstante, este dato contrasta con que, durante el último año, 245 mil personas desistieron de la idea de buscar un trabajo, según reveló el mismo estudio.
“Cuando vemos solo desempleo tal vez el número nos engaña. Sí, el desempleo viene cayendo, pero hay mucha gente que dijo: 'bueno, ya no busco más trabajo, no puedo más' y los han estado, probablemente, abrumando otras obligaciones en el ámbito familiar o ya la situación de la búsqueda de empleo la desecharon. Eso es lo que está detrás del número de desempleo. No tenemos más gente trabajando, que eso es lo que deberíamos ver. No hay más gente empleada, hay menos gente empleada, más bien”, explicó Rodríguez.
Desempleo juvenil
Para el tercer trimestre del año, la tasa de desempleo juvenil fue de 22,6%, más del doble que el indicador general, según el INEC.
Esta cifra es todavía más contrastante con el crecimiento económico, aunque los problemas de desempleo juvenil vienen desde hace años, indicó Rodríguez.
“Ojo, porque uno de los síntomas de la descomposición social podría ser ese porque claro, si no hay trabajo para jóvenes que están buscando trabajo, por primera vez, muchos podrían verse tentados a buscar actividades donde se genere recursos de manera más fácil, con esa presión encima y esto sí podría estar alimentando muchas actividades delictivas”, indicó el académico.
En la misma dirección, Corrales apuntó que existe incertidumbre sobre las razones por las que las personas están saliendo del mercado laboral.
“Podría ser que esta gente esté ligada con la mayor delincuencia; que esté dedicada a actividades ilegales, robo, violencia, narcotráfico, sicariato; o sea, que el narcotráfico se esté convirtiendo en un generador de empleo”, dijo el economista.
En general, el experto agregó que todo el desempleo desemboca en una problemática multidimensional, ya que no se conoce cómo están subsistiendo esas personas; la falta de ingresos hará presión sobre las ayudas estatales; al no laborar, estas personas no contribuyen con el pago de impuestos; y, de confirmarse que una parte de ellas se dedica a actividades ilegales, eso estaría contribuyendo a la inestabilidad social y política del país.
Inflación y tipo de cambio
Desde junio, Costa Rica ha mantenido niveles de inflación negativa (deflación) y el país se despedirá con una caída en el costo de vida, según el último Índice de Precios al Consumidor (IPC), de noviembre, elaborado por el INEC.
Así, el país tiene, en lo que va de este año, una inflación acumulada en -1,77% e interanual, de noviembre de 2022 al mismo mes de 2023, de -1,64%.
“No es positivo, la disminución sostenida de precios no es positiva porque eso destruye el mercado. Todo el mundo quisiera pagar menos por los productos, pero, salvo que sea porque el costo producir esas cosas está disminuyendo, el hecho de que estén bajando de precio, a veces puede ser una noticia negativa”, explicó Rodríguez.
Según el economista, son los precios de los bienes regulados “los que han estado empujando más para abajo”, pero el resto de los productos no ha tenido esa misma “reducción tan marcada”, no obstante, los aumentos anunciados en el costo de la electricidad podrían hacer que los precios de la mayoría del mercado se disparen en enero.
Por su parte, Corrales indicó que la inflación negativa se explica por “una apreciación abrupta” del tipo de cambio, donde el dólar se ha abaratado artificialmente a niveles de una década atrás y “no tanto por una reducción estructural en el precio de los productos”.
Esta inflación a la baja ha beneficiado, sobre todo, a las clases altas, según el experto, ya que los productos que más han bajado de precio son boletos aéreos, automóviles nuevos, diésel y, por el contrario, los alimentos, alquileres, servicios educativos y de salud han aumentado: “Eso afecta más a las clases medias y bajas”.
Expectativas para 2024
Ambos especialistas coinciden en que el próximo año será similar a este, aunque el crecimiento será menor, de un 4,3%, según el BCCR.
“El desempleo va a seguir siendo alto y, mientras tengamos el problema de inseguridad, narcotráfico, el tema de la población fuera de mercado laboral va a seguir existiendo. Puede ser que haya una desmejora de las finanzas públicas porque a las compañías no les está yendo muy bien este año 2023 y entonces el pago el impuesto de la renta se esperaría que sea menor en el 2024”, augura Corrales.
De igual manera, Rodríguez considera que el siguiente año será una “extensión” del 2023 con un estancamiento social y una economía creciente, pero incapaz de generar nuevos empleos.
“La situación de las personas yo no la veo cambiando radicalmente, lo cual no es para nada bueno, porque este tampoco es que ha sido un gran año”, dijo el experto.