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La demanda de caucho natural es grande, pero la materia prima escasa. En 1931, científicos soviéticos buscaron una fuente alternativa al caucho que ayudara a la URSS a ser autosuficiente en materiales clave. Recorrieron los vastos y diversos territorios de la Unión Soviética y probaron más de 1.000 especies diferentes de plantas en busca de una alternativa al árbol del caucho sudamericano, Hevea brasiliensi.
Finalmente, encontraron lo que buscaban en la estepa kazaja. Allí, descubrieron el alto contenido de goma en las raíces del diente de león ruso, Taraxacum kok-saghyz, también conocido como diente de león de Kazajistán. Con él, la Unión Soviética cubrió un 30 por ciento de sus necesidades de caucho hasta 1941.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la escasez de caucho de Hevea hizo que otros países, como Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania, también cultivaran diente de león ruso para la producción de caucho. Una vez terminada la guerra y normalizados los suministros, estos países, incluida la Unión Soviética, recuperaron el cultivo del árbol Hevea porque era más barato.
Hoy en día, el interés por el diente de león ruso vuelve a crecer. Eso se debe a que la demanda de caucho aumenta constantemente, sobre todo, por parte de la industria del neumático, que consume el 70 por ciento del suministro mundial de caucho al año.
Alrededor de dos tercios del caucho que se consume en el mundo procede de combustibles fósiles como el petróleo. Este caucho sintético es más barato y más resistente que su homólogo natural. El caucho natural, sin embargo, conduce mejor el calor y tiene mejor agarre. Por ello, los neumáticos de coches se fabrican con una mezcla de ambos materiales.
En la actualidad, el 90 por ciento del caucho natural procede de plantaciones de Hevea del sudeste asiático. Así que hay razones económicas y ecológicas por las que la industria del neumático querría encontrar una alternativa.
El árbol del caucho es vulnerable a una plaga de hongos, Microcyclus ulei. En el siglo XIX, atacó a plantaciones enteras en América del Sur, destruyendo los árboles. Por ese motivo, algunos miembros de la industria del neumático se muestran preocupados por la dependencia de una única planta, con poca diversidad genética, que se cultiva en una única región geográfica, y donde una infestación podría extenderse rápidamente.
En los últimos años, algunos proyectos, tanto en Europa como en Estados Unidos, están intentado que el caucho procedente del diente de león sea comercialmente viable.
Entre ellos se encuentra el proyecto Taraxagum, una colaboración entre el fabricante de neumáticos Continental y el Instituto Fraunhofer de Biología Molecular y Ecología Aplicada de Aquisgrán, en Alemania.
"Continental ha probado el rendimiento del material y ha visto que en algunos casos es superior al caucho de Hevea", dice Dirk Prüfer, biotecnólogo de plantas del equipo Taraxagum.
Tanto Continental como su competidor, Apollo Tyres, ya han utilizado con éxito el caucho de diente de león en la fabricación de neumáticos de bicicleta. Asimismo, las pruebas con neumáticos de camión están siendo "prometedoras”, según informa Continental.
Apollo Tyres formó parte del consorcio DRIVE4EU, financiado por la UE, un proyecto que se desarrolló entre 2014 y 2018 y que trabajó en el desarrollo de toda la cadena de producción del caucho de diente de león, empezando por el cultivo de la planta.
A diferencia del árbol del caucho, el diente de león ruso prospera en climas templados.
"Hemos cultivado el diente de león en Bélgica, Países Bajos y Kazajistán”, cuenta Ingrid van der Meer, coordinadora de DRIVE4EU, y añade que otros investigadores habían cultivado previamente la planta en Suecia, Alemania y Estados Unidos.
El diente de león ruso también prospera en suelos pobres en nutrientes, por lo que su cultivo no tiene que competir con tierras agrícolas. Prüfer señala que su equipo está investigando la idoneidad de antiguos emplazamientos industriales, que pueden estar muy contaminados.
"Hay grandes superficies de tales características cerca de Colonia o Aquisgrán, que podrían utilizarse para el cultivo”, explica Prüfer.
Una vez cosechado el diente de león, la goma se extrae de la planta mediante un proceso conocido como "extracción con agua caliente”. Para ello, "las raíces se trocean mecánicamente y se les añade agua”, explica van der Meer. "Esto se realiza a altas temperaturas, pero no se necesitan grandes volúmenes de productos químicos”, aclara.
Este proceso contrasta con la extracción del caucho de Hevea, que requiere el uso de disolventes orgánicos, lo que da lugar a residuos químicos que suponen un peligro para el medioambiente si no se eliminan adecuadamente.
Pero aunque la producción de neumáticos fuera más ecológica gracias al diente de león, no se reduciría su impacto ambiental una vez fuera de la fábrica.
A medida que se utilizan, los neumáticos desprenden microplásticos, que son transportados por el aire y acaban en los océanos. Según un estudio reciente, esta fuente de microplásticos oceánicos asciende a 100.000 toneladas métricas al año.
Además, al final de su vida útil, la mayoría de los neumáticos acaban en vertederos, ya que la mezcla de gomas dificulta su reciclaje.
"Un neumático tiene que tener varias propiedades, las que un solo tipo de caucho no puede ofrecer”, explica Francesco Piccihoni, experto en reciclaje de caucho de la Universidad de Groningen, en los Países Bajos.
"Se podrían fabricar neumáticos solo con caucho natural, pero este se degrada más rápido, lo que significa que habría que cambiarlos con mucha más frecuencia”, añade Piccihoni.
Ni siquiera el traslado del cultivo del caucho a los terrenos baldíos europeos evitaría automáticamente la deforestación en Asia. Georg Cadisch, experto en agronomía tropical de la Universidad de Hohenheim, en Alemania, afirma que los bosques seguirán siendo talados mientras la tierra pueda utilizarse de forma más rentable para la agricultura.
"Los productores de caucho necesitan sobrevivir, así que simplemente producirán otros cultivos”, explica, añadiendo que antiguas plantaciones de caucho de China y Tailandia ya han sido sustituidas por cultivos como el aceite de palma o el plátano.
Aún así, los defensores del diente de león ruso sostienen que, a medida que aumenta la demanda, necesitamos una fuente alternativa de caucho que no requiera la tala de más bosques tropicales. Cultivarlo cerca de las fábricas de neumáticos europeas y estadounidenses también supondría menos emisiones de CO2 derivadas del transporte.
Por otro lado, en lo que respecta al rendimiento de la goma de diente de león, los fabricantes se muestran satisfechos.
"En el momento en que el caucho del diente de león esté disponible en cantidades significativas, Apollo Tyres reanudará el uso del material y desarrollará otros productos para neumáticos”, afirma su director técnico, Daniele Lorenzetti.
Sin embargo, tal y como están las cosas, la cadena de suministro necesita algo de trabajo. "Para competir con el caucho del sudeste asiático, los costos de producción del caucho de diente de león tendrán que bajar considerablemente. Todavía no es el caso”, dice van der Meer, que sigue trabajando en la optimización del cultivo del diente de león ruso.
Por el momento, los páramos europeos no se convertirán en campos amarillos de diente de león. No obstante, podría haber un futuro brillante para un material que había sido relegado a la historia soviética.