POR Deutsche Welle | 4 de septiembre de 2023, 10:50 AM

El papa Francisco se dirigió el lunes a las afueras de Ulán Bator para inaugurar un hogar y clínica para personas en indigencia, en el último día de su viaje a Mongolia.

La visita a la "Casa de Misericordia", que también acogerá a sobrevivientes de violencia doméstica y sus hijos en una zona pobre de la capital, refleja la inclinación del pontífice argentino de 86 años por acercarse a los pobladores de las periferias.

También marca el fin de los dos días de Francisco en el céntrico país asiático, dominados por sus esfuerzos por tender la mano a China.

Tras una misa el domingo, el religioso se dirigió a los católicos en China, para pedirles "que sean buenos cristianos y buenos ciudadanos", buscando aliviar tensiones con Pekín.

Grupos de católicos chinos viajaron a Mongolia, cuya constitución garantiza la libertad religiosa, para ver de cerca al papa. Francisco envió un "caluroso saludo al noble pueblo chino".

Fue el segundo aparente gesto al Partido Comunista Chino en dos días, luego de que el sábado dijo a un grupo de misioneros que los gobiernos no tienen "nada que temer" de la Iglesia católica.

El gobierno chino, oficialmente ateo, desconfía de la Iglesia católica en su territorio y ejerce un control estricto sobre todas las instituciones religiosas reconocidas.

La Santa Sede y Pekín renovaron el año pasado un polémico acuerdo de 2018 que permite a las dos partes incidir en la escogencia de obispos en China.

Críticos han señalado que se trata de una concesión peligrosa a cambio de la presencia de la iglesia en el país.

Mongolia, un exsatélite soviético que se democratizó en 1992, es de mayoría budista y su comunidad católica es diminuta, de solo 1.400 personas entre una población de 3,3 millones.

Cuenta con 25 sacerdotes católicos, solo dos de los cuales son mongoles, y 33 monjas.

Mongolia ha buscado mantener la neutralidad entre sus vecinos expansionistas, Rusia y China, de los que depende para importar energía y exportar carbón, mientras busca acercarse a terceros países, como Estados Unidos y Corea del Sur.

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