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6.000 conductores se quedaron sin placas o carro en enero
También se confeccionaron 35 mil partes en ese mes, 7 mil más que hace un año.
Ante la creciente resistencia en algunos países latinoamericanos a participar de la inoculación contra el nuevo coronavirus -e incluso la negativa a vacunarse de todo un pueblo, el de San Juan Cancuc, en Chiapas, México- debido a la abundante información falsa que circula en redes sociales, el virólogo alemán Felix Drexler nos ayuda a desbaratar los mitos a continuación:
Felix Drexler: No está demostrado. Primero hay que diferenciar entre los tipos de vacuna. Las vacunas basadas en tecnología de Ácido Ribonucleico (ARN) mensajero ni llegan cerca a nuestro ADN, que está dentro del núcleo de nuestras células. Entonces, eso es extremadamente poco probable. Las vacunas que emplean vectores virales, que en sí tienen un genoma de ADN, sí podrían llegar más cerca de nuestro genoma, pero hay que enfatizar que esto es, igualmente, muy poco probable. No hay ninguna evidencia de riesgos para el ADN humano con alguna de las vacunas desarrolladas.
Tampoco hay ninguna certeza de que esto ocurra. Al contrario, ya han surgido las primeras evidencias de que la propia infección por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 puede influir en la fertilidad de los hombres, pero esto sería consecuencia de la infección del virus, y no por la vacuna.
Hay evidencias de que algunas de las vacunas tienen eficacia reducida contra algunos virus mutados. Por ejemplo, en Sudáfrica se acaba de interrumpir la inoculación con la vacuna de AstraZeneca debido a la emergencia por la cepa mutante. Sin embargo, debemos diferenciar primero que hay varias vacunas que también han demostrado eficacia frente a las nuevas variantes del virus, como las de ARN mensajero.
Es verdad que, en general, hay una capacidad un poco reducida para neutralizar las mutaciones, pero no se puede decir que una vacuna con eficacia reducida sea inútil en la lucha contra las cepas mutantes. Porque, de cualquier modo, es muy probable que estas vacunas, incluyendo la de AstraZeneca, reduzcan bastante los casos graves de la enfermedad.
Ciertamente, las vacunas se han desarrollado en muy corto tiempo, pero qué suerte que ahora las tengamos. Si se comparan los gastos que tenemos debido al confinamiento y a la interrupción de la producción económica, el impacto de las vacunas, como siempre ha sido característico, sale muchísimo más barato que el costo real que tenemos ahora. Finalmente, es verdad que al ser vacunas nuevas, no se pueden juzgar las consecuencias a largo plazo, pero no hay evidencia de ningún impacto negativo hasta el momento. Nadie nos puede decir lo que ocurrirá dentro de diez o veinte años.
Sin generalizar, es cierto, que los vacunados se pueden infectar y pueden potencialmente infectar a otros, pero no se enferman gravemente. Los datos que estamos viendo ahora en Israel -donde ya se ha vacunado a gran parte de la población- y otros datos que han surgido indican, claramente, que los vacunados que se infectaron tienen mucha menos replicación viral que los no vacunados. Es decir, contagian mucho menos. Eso es una gran noticia.
Todavía no existe un registro de monitoreo internacional de vacunados con tal o cual vacuna y sus efectos, pero en el caso de Israel, de un millón de vacunados se supo de alrededor de ocho casos de COVID-19, y ninguno murió. La misma cantidad de gente no vacunada reporta miles de casos de COVID-19, con muchos muertos. Entonces, los números son muy claros. Hasta ahora no hay ninguna evidencia en el mundo de que alguien haya muerto a causa de la vacuna.
No. En algunos casos se pueden producir reacciones alérgicas un poco más graves, pero que son manejables con medicamentos. En esos casos, el médico que vacuna debe saber si el paciente tiene determinadas alergias, para poder prevenir e intervenir. La gran mayoría de los vacunados jóvenes sufren efectos secundarios como los de una gripe leve, un poco de fiebre o dolor corporal. El brazo puede puede sentirse adolorido durante un día. Pero todo eso se puede tratar con un simple analgésico.
Esas reacciones son manejables en el uso clínico. Por eso se pide, en general, que los vacunados esperen al menos media hora después de recibir la vacuna para ver si hay una reacción alérgica. Cabe recordar que todo medicamento, hasta la aspirina que tomamos frecuentemente, tienen efectos secundarios.
No lo sabemos con certeza, eso todavía está sujeto a estudios. El problema es que uno puede haber sido infectado y haber desarrollado una respuesta inmune muy débil. Probablemente, quien ha sido infectado podría recibir, como se está haciendo ahora en Francia, solo una dosis de la vacuna. Eso ayudaría también a los fines de economizar las escasas dosis de vacunas y privilegiar así a los que todavía no han sido infectados.
Yo creo que son confiables, pero para su uso hay que exigir el mismo nivel de transparencia de datos y del proceso de producción que dan otras farmacéuticas para ser aprobadas por las autoridades sanitarias. Como estas vacunas, al menos la rusa, también están siendo producidas en distintos lugares, hay que exigir siempre un control de calidad rígido para garantizar a la gente, finalmente, que no importa dónde se produzca una vacuna si es de excelente calidad.
Esto es muy peligroso, porque con la intensa circulación del nuevo coronavirus, cuanto antes una persona se vacune, más segura estará. Y a nivel poblacional, contribuye más a frenar la circulación del virus. Hay que confiar en las vacunas porque, en general, funcionan. Todas las vacunas ya establecidas han demostrado un beneficio increíble a la humanidad y a la salud de la gente. Lamentablemente, también pueden haber algunas fallas, pero estas están siendo reportadas y discutidas de manera transparente. En este momento, toda la evidencia que tenemos es que las vacunas contra el COVID-19 son bastante eficaces y seguras.
No debemos dejarnos llevar por información falsa de los teóricos de la conspiración en redes sociales. Hay que tener cuidado a la hora de informarnos, y verificar las fuentes de esa información. Además de exigir transparencia a nuestros gobiernos, especialmente en América Latina, para que nos informen, y para que el proceso de vacunación sea democrático.
El Dr. Jan Felix Drexler, virólogo y profesor de la prestigiosa Clínica Universitaria Charité de Berlín, es consejero científico de la Corporación Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ) y dirige delegaciones que ayudan a los Gobiernos latinoamericanos en su lucha contra el nuevo coronavirus. Drexler tiene amplia experiencia profesional en América Latina, donde también llevó a cabo proyectos para combatir el zika.