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Un grupo de investigadores ha descubierto que el mosquito Aedes aegypti utiliza el infrarrojo para detectar y alcanzar su objetivo de picar a seres humanos, según un estudio publicado el miércoles (21.08.2024) en la revista Nature.
El A. aegypti es uno de los principales vectores de transmisión de virus como el dengue, la fiebre amarilla, el zika o el chikungunya, un daño colateral de su objetivo principal: alimentarse de sangre, preferiblemente humana.
El mosquito nota primero la mínima fluctuación de dióxido de carbono (CO₂) en el aire, provocada por la respiración de un ser humano, una detección que se realiza a más de diez metros del sujeto.
Este insecto reacciona a la “actividad locomotora e incrementa su reactividad a otros estímulos provenientes del huésped”, por ejemplo, el olor de los humanos, detectable a una distancia de uno o dos metros.
El A. aegypti posee una “pobre agudeza visual”, por lo que la eficacia de estas señales se ve alterada por posibles corrientes de aire.
Sin embargo, el mosquito sí sabe que está cerca de alcanzar su objetivo cuando se encuentra a menos de diez centímetros de la piel humana, ya que detecta la humedad y el calor.
Para poner a prueba su detección infrarroja, los autores colocaron 80 mosquitos hembras en una jaula, a pocos centímetros de dos placas: una a temperatura ambiente de 29,5 °C, típica de un país cálido, y la otra a la temperatura de la piel humana: 34 °C.
En el experimento también se usó la emisión de una discreta nube de CO₂ y la difusión del olor de sudor humano proveniente de un viejo guante.
De este modo, los científicos observaron que una sola señal, ya sea CO₂, olor o radiación infrarroja de la placa a la temperatura de la piel, provocaba una respuesta muy débil.
No obstante, esta era notablemente más fuerte con una combinación de olor y CO₂, y máxima al asociar la radiación infrarroja, el olor y el CO₂.
Por lo tanto, los autores suponen que “la detección por infrarrojos podría ser ampliamente utilizada por los mosquitos para dirigirse hacia huéspedes de sangre caliente”.
Si es así, los investigadores mencionan la posibilidad de diseñar “trampas más eficaces”.