POR Deutsche Welle | 15 de julio de 2024, 7:16 AM

Una infección con el virus de COVID-19 debilita el sistema inmunitario a largo plazo, causando "una reducción significativa de las células inmunitarias en la sangre", según un nuevo estudio de científicos austríacos.

Las conclusiones de la investigación llevada a cabo por un equipo de la Universidad de Medicina de Viena (UniMed) y publicadas este lunes en la revista especializada 'Allergy', apuntan a un deterioro a largo plazo de la función de la médula ósea, el lugar central de producción de las células inmunitarias.

Estos resultados revelan que el sistema inmunitario de pacientes que se han recuperado de una infección de COVID-19 puede haber dejado de responder de forma óptima, destaca la UniMed en un comunicado.

Los efectos de una infección con el virus SARS-CoV-2 confirmados en el estudio fueron constatados incluso en casos de cursos leves de la enfermedad, y serán base para nuevas investigaciones sobre la COVID persistente ('long COVID').

COVID-19 y reducción de células inmunitarias

"Nuestros resultados proporcionan una posible explicación de que ciertas consecuencias a largo plazo de la COVID-19 podrían estar relacionadas con el daño al sistema inmunitario celular" causado por el virus, indica en la nota el catedrático Winfried Pickl, director del equipo investigador.

Más concretamente, la causa radicaría en la "aparentemente reducida maduración y/o emigración de células inmunitarias de la médula ósea", añade.

"Incluso después de cursos leves de la enfermedad, encontramos una reducción significativa de las células inmunitarias en la sangre", subraya el especialista en inmunología.

En el estudio, iniciado en 2020, se examinaron los parámetros inmunitarios relevantes en 133 personas que se habían recuperado de la COVID-19 y en 98 personas que no habían tenido la infección.

El número y la composición de diversas células inmunitarias, así como los factores de crecimiento en la sangre, que desempeñan un papel clave en la regulación del crecimiento celular, se analizaron en los pacientes recuperados diez semanas y diez meses después de contraer la enfermedad.

Dado que no se disponía de vacunas contra la COVID-19 al inicio de los trabajos, todos los participantes estaban sin vacunar.

"De forma no del todo inesperada, diez semanas después de la infección, los pacientes recuperados mostraban claros signos de activación inmunitaria tanto en las células T como en las B (los glóbulos blancos), en contraste con los sujetos de prueba sanos", señala Pickl.

Fueron las muestras de los pacientes obtenidas diez meses después de la enfermedad las que sorprendieron a los científicos, pues mostraron "una reducción significativa de las células inmunitarias".

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