POR | 21 de mayo de 2024, 15:11 PM

MSc. Henry Álvarez/ Consejero familiar y matrimonial, conferencista.

Luis Sandrini fue un actor argentino que filmó 78 películas, extraordinario. La última de ellas, se llamaba ¡Qué linda es mi familia! 

Cuando él filmaba esa cinta, se empezó a sentir mal, tenía como dolores en el pecho y su director Ramón Ortega le decía que si quería suspendían la filmación hasta que él se repusiera. Y él solía decirle a Ortega: 

“Si suspenden la filmación me voy a morir antes, porque disfruto lo que estoy haciendo”. 

Y la terminó, él grabó la última escena, y cuando todos los que están detrás del set, aplaudían y celebraban, él cayó y tuvo que irse en ambulancia a la clínica. Murió 6 días después por un derrame cerebral que se convino, se coordinó con un paro cardiaco, y decía su esposa: 

“Realmente Luis murió haciendo lo que amaba hacer”, esto sucedió el domingo 5 de Julio de 1980. 

Era increíble que la muerte lo sorprendiera justamente cuando él estaba trabajando en lo que más le gustaba. A mí también me gustaría morir haciendo lo que más me gusta, lo que amo hacer esto mismo que estoy haciendo ahora con ustedes.

 Como le dijo Dante Gebel a su papá:

“Quisiera morir haciendo hasta el último día lo que amo hacer, lo que me gusta hacer, no quisiera retirarme y después morirme luego del olvido, 10 o 20 años después”.

Lo mismo que dijo Dante Gebel, diría yo también:

“Que Dios me dé fuerzas y Dios me dé una mente brillante, o por lo menos lúcida para predicar hasta el último día de mi vida, aunque las piernas no tengan la misma fuerza que tienen ahora, porque no hay nada mejor que descubrir cuál es tu pasión". 

Me gustaría morir intentando hacer lo que amo, lo que me gusta, que es esto, enseñar, predicar la Palabra de Dios, inspirar, motivar, ser un canal de Dios donde fluya el consejo de Dios a los matrimonios y familias de este país.

La pasión por vivir no es lo mismo que ganarse la vida, ganarse la vida es lo que uno hace por un salario, y el gran error de muchos es que comienzan persiguiendo una pasión y luego terminan conformándose con un salario, con un sueldo.

Uno puede edificar una vida o puede ganarse la vida, simplemente, edificar una vida es muy diferente a estar ganándose la vida y trabajar por un salario. Cuando uno trabaja por un salario, uno va sepultando las más profundas pasiones debajo de las responsabilidades; o sea, la pasión queda por allá abajo, y arriba todas las responsabilidades cotidianas.

Una mujer llamada Agnes sintió el llamado al ministerio cuando era adolescente, ella tenía solo 3 centavos, y hablo con sus superiores y dijo:

“Con 3 centavos y la pasión de construir un orfanato, sé que puedo cambiar el mundo o por lo menos aportar un grano de arena para hacerlo”.

Y le responden:

“Nadie cambia al mundo con un sueño de un orfanato y 3 centavos”, a lo que ella respondió, “Sí, porque yo además tengo a Dios”.

Esa mujer luego ganó el premio Nobel de la Paz y fue conocida como la madre Teresa de Calcuta.

Y a ella le preguntaban también: 

“Madre Teresa, ¿cómo hacer para marcar una diferencia como usted? A lo que ella respondía: “Búscate tu propio Calcuta, busca tu propia pasión, busca en tu código genético, qué te enciende, qué te enoja, qué te pone gozoso, busca tu Calcuta”.

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