De la A a la Z
El liderazgo del erizo: encontrando equilibrio en la proximidad y la distancia
En este artículo profundizaremos en cómo la ‘Parábola del Erizo’, de Arthur Schopenhauer, es de utilidad en las relaciones interpersonales.
MSc. Henry Álvarez / coach en desarrollo humano, liderazgo y familia.
En esta reflexión hablaremos de los beneficios de la sabiduría, entiéndase de la de Dios, que viene de lo alto, que es pura y benigna, no es terrenal, no se adquiere en ninguna universidad, el dador de esta sabiduría es Dios, está disponible a los que se la pidan, como se la pidió el rey Salomón.
Veamos algunos de esos beneficios.
Él es un escudo para los que caminan con integridad, Proverbios 2: 7. NVT.
Integridad es vivir con rectitud, conducta ejemplar, según el sabio Salomón, los que tienen esta sabiduría, experimentarán la protección de Dios. ¿A quién no le gustaría vivir bajo la protección de Dios? Este es uno de los beneficios de la sabiduría.
¿De cuáles cosas nos protegerá la sabiduría, y que será como un escudo? Hay muchas, pero hablemos de dos por esta vez, nos protege del orgullo y la avaricia, entiéndase una persona orgullosa como “aquella persona arrogante, con exceso de estimación propia y hacía los méritos por los cuales la persona se cree superior a los demás, que suele conllevar sentimientos de superioridad”; muchas veces el orgullo, ciega a las personas.
Una persona avara es aquella persona que se muestra reacia a dar o gastar, por un deseo desmedido de guardar lo posee o de acumular riquezas. “Poseen un auténtico afán por acumular dinero, riqueza, posesiones y no desean compartirlas con nadie”. Ambas definiciones y ejemplos de uso corresponden al Diccionario del Español Actual.
Aplicándolo hoy, hay dos grandes problemas en nuestra sociedad: el orgullo y la avaricia, y aunque no lo queramos aceptar, todos lo traemos en nuestro ADN, no importa dónde nacimos, a qué religión pertenecemos, o de qué clase social venimos.
La palabra de Dios dice:
“Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”, Santiago 4: 6.
El antídoto contra el orgullo es la humildad, se dice que el orgullo destruye las relaciones, pero la humildad, construye relaciones sanas, qué importante es la humildad, es una cualidad que en verdad necesitamos desarrollar en nuestro carácter, nos libera del orgullo, y de la avaricia.
Una persona humilde es capaz de demostrar modestia y deja de lado el ‘yo’, para preocuparse por los demás. Una persona humilde no es egoísta ni egocéntrica, no se centra en su propia persona o sus logros, ni busca destacarse ante lo demás.
Si realizamos un recuento de aquellas actitudes que más dolor y destrucción han causado en la humanidad, no cabe duda de que el orgullo se hallará en las primeras posiciones, y la segunda actitud destructiva es la avaricia.
El primer paso para liberarse de estas dos actitudes destructivas es reconocer que somos orgullosos y avaros, y para esto se necesita humildad, en segundo lugar, reconocer que se requiere de un proceso, buscando apoyo de un profesional. No es un camino fácil, porque se precisa de una conciencia en donde uno reconozca que estas dos actitudes lo pueden llevar a la destrucción lentamente, es como un enemigo silencioso.
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