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¿Por qué Managua tiene una catedral semiderruida con reloj detenido a las 12:35 desde hace 45 años?
Hace 45 años el país se vio sacudido por un terremoto.
Para averiguar la hora exacta del terremoto que arrasó con Managua en las primeras horas del 23 de diciembre de 1972 basta con darle un vistazo a la antigua catedral de la capital nicaragüense.
El reloj del campanario de su costado sur se paró para siempre a las 12:35 de aquella madrugada de infierno, en la que cerca de 20.000 personas perdieron la vida, cuando un sismo de 6,2 grados azotó a la ciudad centroamericana casi en vísperas de Navidad.
45 años después es toda la catedral, y no sólo su reloj, la que sirve de recordatorio del fatídico evento.
La imponente mole gris nunca ha sido reparada y sus heridas siguen estando ahí, para el que quiera verlas.
El campanario sur, claramente torcido, perdió la cruz que lo coronaba. Numerosas paredes están cruzadas por grietas; varios ventanales, tapiados.
Y el metal de su estructura interna está a la vista en diferentes lugares, especialmente ahí donde falta el techo…
Generaciones enteras de managuas se han acostumbrado a verla así.
Pero su estado no deja de sorprender a muchos de los turistas que llegan hasta la Plaza de la Revolución, en lo que alguna vez fue el corazón de una ciudad marcada para siempre por el evento.
"Al día siguiente (del terremoto) me tocó ver escenas terribles, gente muerta, gente histérica. La destrucción era impresionante", recuerda Bayardo Cuadra, un apasionado de la historia de la capital nicaragüense que tenía 36 años al momento del sismo.
"Pero jamás me imaginé que la catedral iba a permanecer como una ruina durante tanto tiempo", le dice a BBC Mundo este ingeniero de formación, que también es miembro de la Academia de Geografía e Historia del país centroamericano.
El otro terremoto
Curiosamente, al inicio de la historia de la "catedral vieja" -como se conoce localmente a la iglesia desde la construcción de "la nueva catedral", inaugurada en septiembre de 1993- también hay otro terremoto.
La capital nicaragüense fue afectada por otro sismo en 1931, cuando la construcción de la que eventualmente sería la Catedral Metropolitana de Santiago Apóstol de Managua ya había iniciado.
Pero su moderna estructura de hierro, que para entonces ya se alzaba a pocas cuadras del lago Xolotlán o lago de Managua, resistió ese primer movimiento telúrico sin inmutarse.
"La estructura, importada de Bélgica, se sostuvo porque era como una jaula de rieles atornillados, empernados", explica el arquitecto Porfirio García Romano, catedrático de la Universidad Nacional de Ingeniería y también miembro de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua.
"De hecho, en su momento era el edifico más moderno de Nicaragua", dice García Romano del templo, cuyo diseño y estructura él atribuye a la firma belga Adler, y cuya construcción estuvo a cargo del ingeniero de origen suizo Pablo Dambach.
Tanto él como su colega Raúl Barahona, sin embargo, destacan que para la tarea no se recurrió a la tecnología del concreto armado, ya conocida en Europa, donde había sido desarrollada pocas décadas antes.
En su lugar Dambach utilizó un simple vertido de cemento mezclado con arena. Y eso terminó sellando el destino del templo.
Olvido y saqueo
Efectivamente, sería precisamente ese "cascarón" de cemento -en la descripción del arquitecto Barahona- el que más sufriría con el sismo que inutilizó la catedral tan solo 34 años después de completada su construcción (1938) y 26 después de que fuera consagrada (1946).
"Al no darse el amarre entre el hierro y el concreto, por así decirlo, es que se da el problema", explica García Romano, quien destaca que años después se hicieron estudios que encontraron que la estructura metálica del templo seguía en buen estado.
De hecho, a partir de la segunda mitad de la década de 1990 la iglesia empezó a usarse para misas especiales y como escenario de conciertos de música clásica, hasta que nuevos trozos de cemento se desprendieron durante nuevos temblores.
Pero García Romano advierte que los años de abandono y descuido de la edificación -cuya restauración está volviendo a ser contemplada por la Alcaldía de Managua- también podrían haber terminado por dañar irremediablemente a su estructura de hierro.
"Otro problema fundamental es que la Iglesia la dejó saquear, la dejó perder. Miserablemente dejaron que se llevaran todo el mobiliario, puertas, vitrales, lápidas, el piso de mármol, los altares, las imágenes…", lamenta además Barahona.
"Tanto daño hicieron los saqueadores como la naturaleza", resume el arquitecto.
Mejor suerte corrieron los ornamentos exteriores: en en el frontis del templo -el lado que da a la plaza que el edificio comparte con el Palacio Nacional, la Casa de los Pueblos y la tumba del fundador del FSLN, Carlos Fonseca- todavía se puede ver una estatua de El Salvador del Mundo.
Y en el bajo relieve del frontón a sus pies está Santiago a caballo, "matando moros", según la descripción de García Romano.
Mientras, en sus nichos exteriores aún montan guardiaestatuas de yeso de Cristóbal Colón, Isabel la Católica, Francisco Hernández de Córdoba, Fray Antonio Margil, Fray Bartolomé de las Casas y el canónigo José Antonio Lezcano, tío del primer obispo de Managua.
Del interior de la catedral, sin embargo, los malhechores se llevaron verdaderas obras de arte. Y, muy probablemente, también valiosos pedazos de la historia de Nicaragua.
"Los ladrones inmediatamente fueron a las tumbas que había en la catedral. Cuenta Pedro Rafael Gutiérrez que todas estaban abiertas, con las lápidas destruidas y la tumba de (el héroe nicaragüense) José Dolores Estrada estaba rota", recuerda.
"Años después se creó una comisión para recuperar sus restos para llevarlos a su Nandaime natal, pero muchos afirman que ya no había nada. La gente dice que se llevaron los restos de quién sabe quién, pero no los de José Dolores Estrada", lamenta Cuadra.
Sueños de restauración
Es en parte también por eso que hoy no se puede visitar el interior de la catedral.
Una cinta color rosa que anuncia "peligro" protege su perímetro, y varios guardias de seguridad se encargan de garantizar que la prohibición se cumpla.
No siempre fue así: yo la recuerdo olorosa a orines y sirviendo como refugio temporal de vagabundos, drogadictos e incluso parejas desesperadas por un poquito de privacidad; con abundante maleza creciendo en rincones y grietas.
En contraste, hoy la vieja estructura se mantiene limpia, el césped que la rodea cuidado, y por las noches la iluminación que proporciona un juego de reflectores la hace destacar entre la penumbra.
Y en febrero de este año, el gobierno nicaragüense informó de la creación de una Comisión de Expertos que se encargaría de analizar diagnósticos hechos por especialistas italianos y mexicanos y presentar propuestas para la recuperación del templo.
Planes para restaurar el templo, sin embargo, ha habido muchos.
De hecho, durante una visita a Nicaragua en 2004 el entonces presidente de México, Vicente Fox, se ofreció a presidir un patronato internacional para tratar de conseguir recursos para la tarea, pero la idea no prosperó.
Y mientras hace un repaso por la rica historia de la catedral -de los acontecimientos que presenció, de los próceres que enterró en sus criptas- el ingeniero Cuadra se declara sorprendido "de que no sea hasta ahora que hay un intento serio por salvarla".
El futuro
Qué forma tomará ese intento dependerá, en buena medida, de lo que digan los expertos.
Para Barahona, arquitectónicamente la catedral nunca tuvo mayor valor, pues por deseo expreso del primer obispo de Managua, Monseñor José Antonio Lezcano y Ortega, en su diseño externo trató de imitar a la iglesia parisina de San Sulpicio, dónde él se había formado.
Algo parecido opina García Romano, quien sin embargo destaca el valor histórico y hasta sentimental del edificio.
"Hay mucha gente que se bautizó ahí, que dio la primera comunión ahí, que se casó ahí… A mí me parece que es importante salvarla. No me imagino yo ese sitio sin la catedral", le dice a BBC Mundo.
"No necesariamente hay que hacer que parezca nueva, hasta puede ser que la catedral se exhiba tal como está, porque también es un símbolo del terremoto, lo importante es que sea segura", explica.
"Lo que tiene que haber es una puesta en valor, darle función", dice García Romano.
"El edificio es de la Iglesia, y una posibilidad es que la ocupen como templo, como parroquia, o que tenga una función auxiliar. Pero si la Iglesia se lo cede al gobierno se pueden hacer otras cosas. Hay alguien que propuso hacer ahí un aviario...", recuerda.
Y Cuadra agrega a lista de posibilidades un museo de arte sacro, una escuela de música, una biblioteca, una sala de exhibiciones, una sala de conciertos para música sacra…
"Managua está tan falta de cosas que en otras ciudades abundan que las posibilidades sobran", dice de la vieja catedral.
"Lo importante es que haya voluntad política de recuperarla".
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