POR Sergio Arce | 28 de junio de 2016, 8:56 AM

Esta columna de hoy no se trata de lastimar o lesionar a alguien o a un grupo de personas por sus creencias religiosas o políticas o por su orientación sexual.

Esta columna de hoy, por el contrario, busca tender un puente de respeto, tolerancia y amor entre quienes piensan diferente, pero que viven en un mismo país.

He leído en redes sociales comentarios llenos de intolerancia -acompañados de citas bíblicas y tonos apocalípticos- contra cualquier cosa que sea o se parezca LGBT, especialmente después de la marcha del domingo.

Les cuento que desde pequeño en mi casa me enseñaron que Dios está lleno de amor, que no distingue, no juzga y no maltrata y que, por lo tanto, nosotros debíamos ser respetuosos y no andar por la vida señalando o juzgando.

Mi bisabuela Isolina -mujer amorosa pero de carácter fuerte como buena oriunda de Montes de Oro- decía que cuando "un dedo señala a los demás, tres nos señalan y otro más señala a Dios".

Soy optimista en pensar en que, a partir de las diferencias y de no juzgar, podemos construir lazos de respeto y tolerancia, valores que están maltratados y hasta en desuso.

Este respeto maravilloso entre personas que aman diferente se vivió, por ejemplo, en la Marcha del Orgullo en Nueva York.

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En la Gran Manzana -donde fluyen y convergen numerosas nacionalidades, razas y credos y no credos- sus residentes y visitantes celebran la diversidad con respeto, educación y alegría.

El comercio y las grandes empresas -Google, H&M, Levi's, Facebook, Disney, MTV, HSBC y otras- abrazan estos valores y los defienden tanto como a quien cree en Dios, en la Santísima Trinidad, en Buda, en Mahoma o es agnóstico o simplemente cree en el Sol y las estrellas.

No hay espacio para la discriminación, para las burlas abiertas o veladas, para los comentarios sarcásticos o llenos de ira, ni contra los heterosexuales ni contra la comunidad LGBT. Todos se respetan y es ley escrita en piedra.

Si usted llegó hasta estas líneas y cree que es posible convivir y vivir bajo estos principios, entonces me doy por satisfecho. Seamos agentes positivos, porque esta sociedad necesita construir más y destruir menos.