POR | 3 de julio de 2017, 3:34 AM
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Los jueces de silla y de línea cumplen un rol crucial en el tenis.

El grito es claro y contundente: "¡fuera!". Segundos después se vuelve a escuchar con más claridad.

La expresión se siente cada vez que el instructor deja caer una pelota de tenis al costado de una línea blanca.

Ese es el primer examen al que es sometido un grupo de personas que aspiran a convertirse en jueces de línea, los protagonistas anónimos del circuito profesional de tenis.

  • Eva Asderaki-Moore, la jueza que opacó al propio Novak Djokovic en el Abierto de EE.UU.

Sólo los que tengan las voces más altas y midan mejor el momento de reacción serán los que pasen el primer obstáculo del curso que ofrece la Asociación Británica de Tenis (LTA, por sus siglas en inglés).

Cualquier persona puede intentarlo, pero sólo los que reúnen las cualidades específicas que se necesitan serán los que podrán seguir avanzando en el proceso de selección.

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La superficie de arcilla favorece la labor de los jueces, pero las cancha rápidas como la de Wimbledon las complica.

Una perfecta visión 20/20 es indispensable, así como el conocimiento en profundidad de la reglas del juego, recogidas en un documento de 230 páginas que la Asociación de Tenis de Estados Unidos ofrece de manera gratuita en su página de internet.

Allí se específica qué hacer en caso que un jugador gruñe con demasiado ahínco, si lesiona a un oponente y cuál es el protocolo que se sigue con la toalla.

Servicio

Emily McGuinness aprobó el curso de la LTA en 2014 y ahora forma parte del programa que prepara a los jueces que estarán encargados de determinar si una pelota rebotó dentro o fuera en el futuro.

Para ella fue crucial contar con la voz adecuada para el puesto.

"Es un poco antinatural para la mayoría de las personas gritar tan duro, te lleva un tiempo acostumbrarte a ese hábito", comentó en conversación con Matt Pickles, periodista de la BBC.

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Emily McGuinness participa en el programa de desarrollo para los jueces del futuro.

El problema es que no sólo es necesario cantar la jugada, sino saber el momento exacto para transmitir la decisión.

Si bien a los jugadores no les gusta que los jueces se demoren mucho, han habido casos en los que las personas reprueban el curso porque gritan antes que la pelota rebote en el suelo.

Pero no es fácil conseguir el momento exacto cuando hay que seguir la trayectoria de una pelota a 250 kilómetros por hora servida por el estadounidense John Isner, agacharse para evitar que te pegue y apreciar de manera correcta dónde rebota en la cancha.

Punto de quiebre

La mayoría de los jueces tienen un trabajo con el que pueden compaginar sus obligaciones en el circuito profesional.

Hay doctores, profesores universitarios, ingenieros de la NASA y sacerdotes, que en muchos casos quedan expuestos a los cambio de temperamento de los propios jugadores.

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Para Kris Jaeger-Helton es necsario que haya respeto mutuo entre los jugadores y los jueces de los partidos.

Si bien los tiempos han cambiado y sobre la cancha no se ven a los John McEnroe, Jimmy Connors o Ilie Nastase, famosos por sus pataletas, todavía tienen que enfrentar riesgos propios de la profesión.

A comienzos de este año, el juez Arnaud Gabas terminó en el hospital al recibir un pelotazo del canadiense Danis Shapovalov que le fracturó un hueso justo por debajo de su ojo izquierdo.

  • El pelotazo que dejó un ojo morado a un árbitro y descalificó al tenista canadiense Denis Shapovalov de la copa Davis

Gabas fue uno de los pocos casos donde el nombre del juez de línea se da a conocer, pero en general ellos prefieren el anonimato.

Aunque eso no significa que entre sus objetivos esté llegar a ocupar el título de juez de silla en un partido.

Y hacerlo en un Grand Slam, como en el torneo de Wimbledon que se juega desde este lunes, es considerado la mayor recompensa para una labor que requiere más dedicación que la que suele parecer en televisión.

" No me había dado cuenta del esfuerzo que requiere estar concentrado durante tanto tiempo . Es muy diferente a estar sentado en tu escritorio frente a la computadora", resaltó McGuinness.

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Los jueces no sólo necesitan mantener la concentración, sino también saber lidiar con los estados de ánimo de los tenistas.

La doctora Kris Jaeger-Helton, profesora de ingeniería de la universidad Northeastern de Boston, en Estados Unidos, fue una de las personas que pese a tener otra profesión logró ascender hasta convertirse en una jueza de silla.

La clave para ella ha sido la relación de confianza que ha logrado crear con los tenistas, similar a la que tiene con sus estudiantes.

"Una vez, cuando un jugador llegó a la cancha me dijo 'estoy contento porque tú estas haciendo el partido, siempre nos has cuidado'. Eso lo llevo a la clase también", resaltó Jaeger-Helton.

"Tienes que disfrutar lo que haces y mostrar que lo estás haciendo", fue su consejo.