POR BBC News Mundo | 8 de julio de 2018, 1:02 AM
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Jawdat Ibrahim ganó la lotería cuando vivía en EE.UU. y usó el dinero para instalar su restaurante Abu Ghosh, cerca de Jerusalén.

¿Quién no ha soñado alguna vez con ganar la lotería? ¿Pensaste en qué harías con todo ese dinero? ¿Crees que te haría feliz?

Jawdat Ibrahim tuvo esa fortuna. Este empresario árabe-israelí vive en un pequeño pueblo en Israel, a unos 10 kilómetros de Jerusalén.

En 1992 vivía en Estados Unidos y ganó US$23 millones en la lotería del estado de Illinois.

Poco después regresó a su hogar y abrió un restaurante cerca de Jerusalén, al que bautizó con el nombre de su pueblo: Abu Ghosh. Hoy su local, especializado en hummus, es mundialmente famoso.

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Durante una visita de la BBC al lugar, Ibrahim contó que al crear su restaurante tuvo ambiciones mucho más grandes que simplemente alimentar a su clientela y hacer dinero.

Todos los días el restaurante de Ibrahim se convierte en una especie de mini Naciones Unidas, con comensales judíos, palestinos y de la comunidad árabe israelí.

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En su restaurante se reúnen israelíes y palestinos, e incluso ha sido sede de diálogos de paz informales.

"Amo a las personas, realmente las amo, y construí el restaurante para tener la oportunidad de unir a la gente", afirmó el empresario gastronómico.

"Los árabes y los judíos nacimos aquí así que tenemos que convivir. ¿Por qué no hacer que la vida sea linda? ¿Por qué tenemos que pelear? Creo que hay suficiente tierra para ambos", señaló.

Pujante

Mientras que los camareros —vestidos con camisetas adornadas con el símbolo de la paz— sirven a los invitados, el multimillonario Ibrahim observa.

Su padre murió cuando él tenía cuatro años y su madre lo crió en una pequeña habitación en el sótano de una casa.

Ahora es un hombre muy rico y respetado, y afirma que se convirtió en el primer árabe-israelí al que le permiten comprar tierras en un kibutz local.

Sentado en el asiento trasero de su reluciente Mercedes Benz negro, Ibrahim le contó a la BBC cómo su popular restaurante, que está repleto de fotos de visitas ilustres —desde reyes y presidentes a estrellas del pop— ayudó al desarrollo de su pueblo.

"Antes de que abriéramos no había nada de esto", señaló, apuntando al tráfico de autos en el pujante centro comercial de su pueblo.

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El restaurante de Ibrahim atrae a público de todas partes a Abu Ghosh.

Hoy Abu Ghosh está repleto de turistas de todas partes del globo.

A donde va, Ibrahim es tratado como una estrella y muchos lo admiran por sus esfuerzos para promover la paz en esta región de Medio Oriente.

Su restaurante incluso ha servido como punto de encuentro para conversaciones de paz informales entre líderes israelíes y de la Autoridad Nacional Palestina.

Ídolo

La BBC acompañó al empresario durante una visita a otro restaurante en Ramala, una ciudad palestina cercana, situada en Cisjordania.

A la mayoría de los palestinos que viven allí se les niega los permisos para entrar a Israel, así que Ibrahim los visita a ellos.

Al cruzar la frontera —algo que los israelíes tienen prohibido hacer— sus credenciales se revisan cuidadosamente.

Una vez en el restaurante queda claro que se trata de una figura reverenciada.

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Ibrahim comiendo con líderes palestinos en Ramala. Está convencidos de que la paz se puede lograr a través del diálogo.

"Es mi ídolo", le dijo a la BBC una mujer, una de las tantas que reaccionaron al ver al empresario.

Varios políticos palestinos de renombre también se acercaron al restaurante a comer con Ibrahim.

Una preocupación común de las personas en Ramala es el muro que separa a Cisjordania de Israel.

Ibrahim reconoce que no hay mucho que pueda hacer sobre este tema. Pero está convencido de que el muro podrá derribarse algún día si continúa creciendo la comprensión entre los pueblos de ambos lados de esa barrera.

Felicidad

De vuelta en su restaurante en Abu Ghosh vemos que las mesas están repletas, muchas de ellas por israelíes de Jerusalén.

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La sonrisa de Ibrahim lo dice todo: es un hombre feliz.

Le pregunto si ganar la lotería hace tantos años le trajo la felicidad, fama y fortuna que esperaba.

Ibrahim no me responde con palabras pero dibuja una enorme sonrisa en su rostro que lo dice todo.


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