POR | 14 de enero de 2017, 1:00 AM

Pablo Esparza

Especial para BBC Mundo, España

Los investigadores siguieron a 120 aves con unos dispositivos de 5 gramos que les colocaron en sus cuerpos.

Cuando se trata de pasar sus genes a la siguiente generación, el playerito pectoral (Calidris melanotos) no escatima esfuerzos.

Y es que esta pequeña ave que no sobrepasa los 100 gramos de peso es capaz de volar miles de kilómetros en un mes con tal de aparearse con el mayor número de hembras posible.

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En promedio, según observaron los investigadores del Instituto Max Plank de Ornitología en Seewiesen, Alemania, recorren unos 3.000 km, pero el más resistente de todos los ejemplares superó los 13.000 y visitó 24 sitios en los que había posibilidades de reproducirse.

La hazaña no es menor si tomamos en cuenta de que antes del inicio de la temporada reproductiva en el norte de Alaska, los playeritos venían volando desde América del Sur, donde pasan la mitad del año mientras es invierno en el hemisferio norte.

Como la temporada de reproducción se prolonga por entre cuatro y seis semanas, estas aves tienen que aprovechar el tiempo al máximo.

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"Los machos deben reducir el tiempo que duermen y defender y cortejar a las hembras virtualmente sin descanso durante los interminables días del verano ártico para reproducirse con éxito", señalaron los autores del estudio.

Competencia

Este comportamiento nunca había sido observado antes.

Durante la temporada de reproducción, el playerito pectoral apenas duerme: toda su energía está puesta en buscar hembras para reproducirse.

"Antes de hacer este descubrimiento se pensaba que las aves (machos y hembras) migraban desde la región invernal y llegaban a un solo sitio en el que se reproducían durante ese año", explicó Bart Kempenaers, coautor del estudio que monitoreo los movimientos de 120 pájaros.

La necesidad de cambiar de sitio se explica por la dura competencia por las hembras que existe entre este grupo de aves. Los machos que se quedan en un solo sitio tienen pocas chances de copular.

Esta estrategia, "les permite evaluar las posibilidades locales y, si no son buenas, se trasladan al siguiente lugar", añadió Kempenaers.

En opinión de los científicos, es posible que este comportamiento se repita en otras especies en las que los machos se concentran en la búsqueda de parejas y no se ocupan del cuidado de las crías.