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"¿Dónde queda la presunción de inocencia?": cómo abordar la oleada de acusaciones de acoso sexual sin ofender a las víctimas ni hacer juicios públicos
Dustin Hoffman, Kevin Spacey, Brett Ratner… desde que estalló el escándalo de los presuntos abusos sexuales cometidos por Harvey Weinstein, no dejan de aparecer nuevas acusaciones contra otras celebridades. No hay juicios o sentencias, pero las declaraciones públicas ya están afectando las carreras de los señalados. ¿Dónde está el límite?
Metástasis, efecto dominó, esperado cambio del sistema patriarcal o caza de brujas.
Son algunos ejemplos de los términos que me encuentro al intentar entender el fenómeno de denuncias de acoso o agresión sexual que, lejos de desaparecer, no hace más que cobrar fuerza.
Y me doy cuenta de que ha pasado sólo un mes, pero parece mucho más tiempo.
- La fulminante caída de Kevin Spacey, una de las estrellas más respetadas de Hollywood, tras las acusaciones de abuso sexual
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El pasado 5 de octubre, el diario The New York Times publicó un reportaje en el que varias artistas afirmaban que el productor de Hollywood Harvey Weinstein las acosó o abusó de ellas sexualmente en el pasado.
La información desencadenó una imparable oleada de reacciones, desde múltiples denuncias hacia otras personas públicas hasta una campaña en la que miles de personas utilizaron la etiqueta #metoo (yo también) para decir que habían sufrido acoso.
La respuesta global se celebra como el fin del silencio de mujeres y hombres víctimas de abuso a quienes la vergüenza les hizo sentirse doblemente víctimas.
Pero algunas voces llaman a la cautela y advierten que podemos acabar confundiendo conceptos.
Todos los sectores
Si bien los nombres más sonoros en la lista de acusados pertenecen al entorno de Hollywood (Harvey Weinstein, Kevin Spacey, Dustin Hoffman, Brett Ratner o James Toback, entre otros), el espectro es mucho más amplio.
Por citar dos ejemplos: el ministro de Defensa de Reino Unido, Michael Fallon, dimitió esta semana por un caso de acoso sexual a una periodista.
Y Michael Oresekes, director editorial de la emisora de radio pública NPR, fue sancionado por otro caso de abuso hacia una empleada.
La lista continúa y, posiblemente, cuando lean esta nota será mucho más larga.
Líneas borrosas
"Conozco bien el fenómeno del abuso tanto por mi trabajo como en el ámbito de mi familia", le dice a BBC Mundo la abogada Christine Flowers, quien se muestra preocupada ante la magnitud que está cobrando la cuestión de las denuncias.
"El problema que tengo con la etiqueta #metoo es que las líneas entre lo que es una agresión o violación y lo que es un comentario o comportamiento inapropiado se están haciendo borrosas.
"Para alguien que ha sufrido una violación o abuso físico es doloroso. Claro que es terrible y repulsivo que alguien se masturbe delante de ti, pero en comparación con un abuso físico… creo que se nos está yendo de las manos en Estados Unidos", sostiene.
Cambio de mentalidad
Tanya Saroj Bakhru, profesora de Estudios de la Mujer, Género y Sexualidad en la Universidad de San José, California, no coincide.
Para Bakhru, la expansión del movimiento #metoo y todo lo que está sucediendo después refleja un cambio cultural.
"La gente se ha dado cuenta de lo significativo que es el problema, nos preguntamos qué estamos dispuestos a tolerar como sociedad", le dice Bakhru a BBC Mundo.
"Otro éxito de la campaña es que dejó ver que no es un problema de una sola persona, un Harvey Weinstein, un Bill Cosby, sino que es algo sistémico e institucionalizado.
"Además, ponerlo a la luz de una forma tan global ayuda a transformar la creencia de que la violencia sexual es privada, algo de lo que no se habla", agrega.
Bakhru señala que el impulso por darles voz a las mujeres viene de antes y ahora ha cristalizado.
- La caída en desgracia de Harvey Weinstein, el poderoso productor de Hollywood acusado de acosar mujeres durante casi 30 años
¿Y la presunción de inocencia?
De los casos más recientes, el único en el que el acusado parece dispuesto a contraatacar es el del director y productor de cine Brett Ratner, quien ha denunciado por difamación a la mujer que escribió en Facebook que el cineasta la violó.
La reacción de Ratner ha desatado fuertes críticas, incluida Gretchen Carlson, una de las primeras mujeres que acusó a Roger Ailes por acoso sexual en Fox News.
"Le está criticando por defenderse", exclama Flowers.
"No sabemos en qué quedará ese tema pero eso es lo que asusta. ¿Acaso los hombres no tienen derecho a defenderse?", se pregunta.
Y prosigue: "Actualmente hay una sensación de que si una mujer aparece y dice que esto ocurrió la tenemos que creer inmediatamente. Entonces, ¿en qué lugar queda la presunción de inocencia y el debido proceso? Soy abogada y esto es algo que me importa".
La profesora Bakhru tiene claro qué diría ante dudas como las que plantea Flowers.
"Supongo que insistiría en preguntar qué tiene que pasar para que nos tomemos en serio las voces de las mujeres", responde.
"Por ejemplo, en el caso de Bill Cosby aparecieron 50 mujeres o más y no fue suficiente.
"Por qué no nos centramos en ver cómo podemos asegurarnos de que escuchamos y creemos las voces de las mujeres y en analizar qué tenemos que hacer para que no pasen estas cosas", expone.
Tribunales públicos
Los tiempos han cambiado y no cabe duda de que la existencia de internet y en especial las redes sociales ayuda a que estos temas cobren mayor relevancia y difusión.
Sin olvidar el papel que jugamos los medios como cajas de resonancia.
El reto, en este tema en particular pero también en muchas otras cuestiones contemporáneas, es cómo evitar que tanto las redes como la prensa se conviertan en tribunales públicos.
"En el asunto de las denuncias de abuso, los medios se han ido de un extremo a otro", opina Flowers.
"El péndulo ha virado de no creer a las mujeres en absoluto a creer todos los casos aunque no haya ninguna prueba más allá de su testimonio.
"Antes era un error que no las creyeran y que no les prestaran atención, pero ahora es como si dijeran: 'Perdón, no las creímos y ahora vamos a creernos todo lo que digan'".
La abogada advierte del estigma que queda sobre las personas acusadas de abuso o acoso, aparte de las consecuencias sobre su entorno y sus carreras.
"Aunque posteriormente te absuelvan y tu nombre quede libre de culpa, es algo que siempre permanece", subraya.
Debate abierto e inconcluso
La discusión es compleja y no se puede resolver de un día para otro.
Lo importante, según Bakhru, es que se hable del tema y que se incluya a toda la sociedad.
"Un cambio realmente maravilloso es que empezamos a ver el tema con una luz diferente. Pero necesitamos el compromiso de los hombres como aliados de las mujeres", indica la profesora.
"La responsabilidad de terminar con un problema social no es de las personas que lo sufren.
"Le diría a los hombres que están ante una gran oportunidad para educarse. Hay muchos recursos en internet. Los grupos mayoritarios deben ser aliados de los minoritarios", dice Bakhru.
Para Flowers, es difícil encontrar el equilibrio e identificar la solución.
"Me gustaría hacer hincapié en que todos somos seres humanos y somos imperfectos, también en nuestras relaciones humanas".
"Hay que entender que tenemos una historia de patriarcado y en el pasado quizá no le hemos prestado atención a estas actitudes de los hombres. Afortunadamente los tiempos cambian.
"Pero insisto, un mal comportamiento no es lo mismo que abuso. Tengo parientes que han sido golpeadas, no es lo mismo a que te silben y te digan groserías por la calle.
Y concluye: "Los hombres necesitan aprender a ser más respetuosos, pero las mujeres también deben aprender a no tomarse cada comentario como una agresión".