Dr. Ruiz: "Es como un libro que me gustaría más leer que vivir"
Gerente Médico de la CCSS habla sobre su experiencia y explica el escenario más caótico que podría enfrentar el país al agotarse las camas para pacientes UCI.
El aumento de casos positivos de COVID-19, en las últimas semanas, supone un reto mayúsculo para la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), que poco a poco ve cómo podrían rebasar su capacidad de atención.
Esta semana la institución reconoció que, al ritmo actual, las 359 camas de Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) y las 986 de cuidados moderados, que fueron habilitadas en una cuarta fase, podrían dar abasto hasta finales de mes o inicios de octubre.
Ante esta alarmante situación, el doctor Mario Ruiz, gerente Médico de la CCSS, explica cuál es el panorama más caótico al que podría llegar el país de no lograr los espacios suficientes en hospitales para el internamiento de infectados que lo requieran.
También se refirió al protocolo médico que se aplicaría para priorizar los casos COVID-19, dejando claro que la edad no será criterio, sino más bien las enfermedades de riesgo asociadas que tenga el paciente.
¿Cuál es el panorama de la institución ante la posibilidad real de que se acaben las camas UCI a finales de mes?
Estamos en un momento crítico con la cantidad de casos que se están presentando, es un crecimiento casi exponencial, luego de pasar de diez o 100 casos por día, ahora estamos casi en 1.000 por día. Esto puede llevar a que las 359 camas que tenemos preparadas para UCI y las 986 para cuidados moderados se nos vayan a llenar en algún momento.
Estamos en un momento crítico, donde cada día hay más casos y donde hay un porcentaje importante que terminará internado en una UCI, ya sabemos que de cada 100 pacientes entre seis y 10 terminan internados en camas moderadas o en UCI. En camas moderadas están un promedio de 10 días y en UCI un promedio de 18 días, hoy podemos decir que el 20% de este grupo de pacientes que se internan fallecen y que el 45% (casi cinco de 10 pacientes que ingresan a UCI) pueden morir, a pesar de que se está haciendo de todo para salvarles la vida. Esto nos puede llevar a que en algún momento no haya disponibilidad de camas.
¿Qué otras estrategias se manejan para enfrentar esta crisis sanitaria?
Hay varias estrategias que ya se están trabajando. Primero involucrar a la comunidad y las municipalidades a través de los ATAPS, que son los Asistentes Técnicos de Atención Primaria, médicos de los Ebais, Ministerio de Salud, Comisión de Emergencias, para evitar el contagio.
La siguiente estrategia es el seguimiento de los pacientes que no requieren internamiento, ya que gracias a Dios un alto porcentaje de pacientes que se enferman pueden estar en la casa con medidas de aislamiento. Además, la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) ha establecido la instalación de albergues para llevar ahí personas que no pueden tener el aislamiento en sus hogares.
La última es la estrategia de las camas, hemos dicho que esto no se gana en los hospitales, se gana en la casa o la comunidad evitando que las personas se enfermen. La CCSS tiene un límite de creación de camas y es muy poco probable que podamos crear más camas UCI porque el recurso humano es muy limitado y estamos llegando a un tope. En las camas de cuidados moderados se le da apoyo al paciente, pero no cumple y no es tan avanzada como una UCI, por eso lo ideal es evitar enfermarse.
¿Qué pasa si se acaban? ¿Cuál sería el escenario más caótico? ¿Manejan alguna idea para solventarlo?
En el momento que se acaben las camas UCI lo que va a aumentar es la mortalidad, porque las personas no van a poder recibir esa atención de soporte avanzado de las UCI, entonces van a fallecer más personas. Las personas que terminan en UCI, por lo general, tienen factores de riesgo y son las que están más expuestas a complicarse.
Desafortunadamente, cuando se acaben las UCI van a comenzar a fallecer más personas, incluso en la casa, en el bus, de camino al hospital, en los servicios de emergencias y es lo que no queremos ver, es lo que queremos evitar al máximo.
Esta semana se presentaron días donde murieron la misma cantidad de personas tanto en UCI como en camas moderadas ¿a qué se debe?
Hay una clasificación para todo tipo de pacientes, que se llama clasificación Perroca, que se basa en la severidad de los pacientes y que utilizan especialistas en UCI. Hay pacientes que por su propia condición no califican para una UCI y otros que sí, y esta enfermedad tiene la particularidad de que el deterioro es muy rápido, el hecho de que un paciente hoy esté en cuidados moderados no quiere decir que siempre va a estar ahí, todo lo contrario, en cualquier momento se pueden descompensar y la evolución es muy rápida. Es una línea muy delgada entre cuidados moderados y UCI, por lo que los fallecimientos están de ambos lados, incluso hemos visto personas que mueren en su casa y ni siquiera consultaron en el hospital.
Esta enfermedad genera una falta de aire que se llama hipoxia que los pacientes no sienten tanto hasta que la enfermedad está muy avanzada y ese es uno entre los muchos peligros.
¿Cómo se han comportado las UCI con el aumento de casos?
Entre más casos hayan, hay más posibilidades de tener pacientes complicados. Cuando teníamos 10 casos, la posibilidad de que falleciera un paciente era de uno, ahorita con más de 1.000 casos diarios 10 pacientes pueden requerir una UCI.
Todos los días se reutilizan las camas de pacientes fallecidos, hay todo un protocolo de limpieza y le quiero agradecer muchísimo a esos compañeros, porque se han puesto la camiseta de forma espectacular para realizar todos esos trabajos, vieras con el cariño y la velocidad que limpian esas unidades (…) Es una rotación espectacular.
¿Cuál sería el manual ético de los médicos para priorizar los casos? ¿Ya se habla de eso?
En la CCSS hemos venido trabajando un protocolo donde se dan recomendaciones técnicas, pero quiero dejar esto clarísimo, la edad no es un criterio para definir si un paciente es candidato a recibir cuidados, eso para tranquilidad de todos los costarricenses. Hay personas de 90 años que están mejor que uno y son adultos que no tienen enfermedades, los que uno llama “pochotones”.
El criterio se debe a las comorbilidades o enfermedades asociadas que tenga, la condición del paciente y sobretodo, prevalece el criterio del personal de salud. Todos los casos son particulares que se deben de analizar desde diferentes puntos.
¿Cómo funciona la estrategia con hospitales privados?
Todavía no se ha definido, se está trabajando en conjunto con el Ministerio de Salud, vamos a tener una reunión próximamente con los directores de hospitales privados para definir cuál sería el mecanismo mediante el cual nos van a ayudar.
Por ejemplo, con el INS, que nos presta gratis 48 camas con personal inclusive, trabajando como equipo, como debería ser, todos como un solo país, con una sola meta para salir adelante.
Tendremos esa reunión porque también hay pacientes no COVID-19 que requieren una UCI, entonces tenemos que ponernos de acuerdo cómo nos van a ayudar.
¿Han recibido alternativas de hospitales privados para ampliar la capacidad hospitalaria?
El sector privado nos ha ayudado montones y hay que reconocerlo (…) Estamos analizando varias propuestas, habría que ver qué es factible y qué no, porque ampliar hospitales es muy difícil, no solo la cama, sino que implica el recurso humano, los monitores, los ventiladores. En marzo, al inicio de la pandemia, tuvimos una reunión con los directores de hospitales privados donde se pusieron a la disposición de lo que necesitemos.
¿Los nuevos doctores contratados por la CCSS en qué escenarios entran?
Se envían a lo ancho y largo del país, desde Ebais que se han reforzado, porque la atención primaria es fundamental para retomar el control de la enfermedad, hasta los hospitales nacionales.
Lo que sí tiene la institución, como parte de su historia, es que el personal recibe un proceso de inducción y el personal de mayor experiencia se encarga de capacitar al personal nuevo, es parte de la academia que tiene la CCSS.
Las decisiones son colegiadas en el sector salud, salvo algunas excepciones, siempre se comentan con otros colegas y con los Consejos Éticos de los hospitales.
¿Ha sufrido el coronavirus en carne propia, es decir, algún familiar o amigo cercano lo ha tenido y ha tenido que lidiar con eso?
El COVID-19 es una enfermedad que afecta en muchísimos aspectos que van desde la salud física hasta la salud emocional. Tengo familiares cercanos que se han visto afectados y en el equipo de trabajo nos hemos convertido en una familia y tenemos compañeros a los que ambos padres se le han contagiado al mismo tiempo y deciden seguir trabajando, aunque les digamos que se vayan a la casa a cuidarlos, pues dicen que esto hay que sacarlo adelante.
¿Cómo son los protocolos suyos en su propia casa?
Cuando salgo a las diferentes reuniones me lavo las manos antes de salir, yo utilizo careta y mascarilla, las dos; además, donde llego me lavo las manos como cortesía con las personas con las que uno se va a reunir. Trato al máximo de mantener la distancia, si alguien no está utilizando mascarilla, alguien del equipo de trabajo, se lo pide muy respetuosamente, es algo a lo que tenemos que acostumbrarnos, andar sin mascarilla es como andar en la calle sin pantalón, hay que protegerse.
Cuando vuelvo a la casa siempre me quito los zapatos, pusimos una cajita para dejarlos afuera, también me quito la ropa y la dejo en un recipiente específico y me baño. El mismo protocolo lo siguen mi esposa y mis hijos.
La gente lo reconoce por ser un muy buen vocero, ¿cómo toma esos comentarios y qué tanto ha crecido en la parte comunicativa?
Mi trabajo es ser gerente y salvar la mayor cantidad de gente posible. Sí creo que hay que decir las cosas claro y como son, y eso la gente lo agradece mucho. Yo siento que todos somos un paciente y tenemos que tener clara la situación, lo que se tiene que hacer, los riesgos a los que estamos expuestos y cómo podemos salir adelante. Eso era lo que hacía cuando operaba y hay que ser claro que había que decir cosas que no son bonitas para el paciente, pero se pueden decir de forma clara, transparente y para que cualquiera entienda.
¿Se acostumbró a ver noticias suyas? ¿Recuerda alguna frase que haya calado en la población?
Trato de atender siempre que pueda a todos los medios y esto sí cambió con la pandemia, antes trataba de evitar entrevistas o conferencias; pero creemos todos en la institución que ahorita la comunicación es fundamental para que las personas sepan cómo cuidarse y cómo salvarse. Es parte de nuestro trabajo.
Hay una frase que tengo muy grabada en mi corazón y es “que tenemos que tener muchísima fe, muchísima esperanza y muchísima solidaridad” (…) Esto me ha acercado más a Dios y creo que esos son los tres pilares que nos van a hacer salir adelante, ya que son cosas que no son materiales pero que pueden ayudar a muchísimas personas.
La pandemia es algo inesperado y que nadie quiere, pero ¿para un experto en salud es emocionante el reto que enfrenta a diario?
Es como un libro que me habría gustado más leer que vivir, eso se lo puedo asegurar, porque ahorita se está escribiendo y estoy seguro va a tener un final feliz, pero tenemos que llegar a ese final feliz.
Es algo en lo que todos los días se aprende porque es nuevo para todo el mundo. Ha habido momentos de mucha felicidad cuando inclusive vemos que vamos más adelante que otros países, pero ha habido momentos muy complicados cuando vemos que aumentan los casos, que las camas no están alcanzando, que por más que uno diga se siguen haciendo fiestas o actividades que no generan valor. No es como la gente que se ve obligada a trabajar, que si usted se expuso fue porque valía la pena.
La población lo observa como una de las personas que más sabe sobre COVID-19, ¿cuáles son sus fuentes de información para llevar los hilos de la pandemia en Costa Rica?
Gracias a Dios en la CCSS hay profesionales de altísimo nivel, epidemiólogos como la doctora Giselle Guzmám, intensivistas como el doctor Boza, el doctor Silesky del San Juan de Dios, neumólogos como el doctor Sibaja, el doctor Avilés del Hospital México, la doctora Arguedas del Hospital de Niños, que yo le digo que es mi asesora científica, la doctora María Luisa Ávila, a quien no conocía y la pandemia me permitió conocerla, porque yo lo que hago es preguntar y preguntar, paso el 90% de mi día haciendo preguntas para aprender y ver cómo se toman las mejores decisiones; pero basado en todo este montón de expertos que solo mencioné algunos. Un día les dije que se consideraran como mis asesoras y asesores, porque hay que tomar decisiones bajo el mejor criterio de los expertos.