Tía Zelmira: Ay Santa Teresa, ¡qué proeza!
Es mucho lo que hay que andar; pero, al llegar, la recompensa no es la esperada.
Autor: Rogelio Benavides Rivas/[email protected].
Cumpleañeros
Esta semana tengo un saludo especial para Vicky Beeche, recordada figura de la televisión, quien compartió sus mejores recetas culinarias por medio del espacio La cocina creativa, conocido como Mami y yo, con motivo de su cumpleaños este 21 de julio. Espero que la pase muy bien con sus hijos, sus nietos y demás familiares. Reciba un abrazo cariñoso. También celebran su natalicio el empresario Gary Austin (cumple el 22 de julio), el buen periodista pezeteño Luis Miguel “Venenito” Rodríguez (24), el empresario Adrián Araya (24), la ex Miss Costa Rica Brenda Castro (25), el humorista Alex Costa (25), la periodista Carolina Méndez (25), el periodista Everardo Herrera Soto (25), el empresario Federico Calvo (26), el presidente de la Asamblea Legislativa Rodrigo Arias (26) y el abogado Román Fallas (27).
Ay Santa Teresa, ¡qué proeza!
Siempre escuché hablar maravillas de Santa Teresa, la no tan santa de Cóbano, al norte de la provincia de Puntarenas, en el extremo occidental de la gran Península de Nicoya. Ha sido mi destino turístico pendiente, pero cuando pude conocerlo, ya era tarde, yo estaba muy mayor y mis nietos muy menores.
Fui la semana antepasada a aquellas curvas marítimas, con mi esposa, una de mis hijas, su esposo y mis dos adorados nietos, grupo completamente negado para aventurarse en aquella tierra de todos y de nadie. No es un lugar para viejos ni para niños, aún así, nos fuimos.
La amorosa Cristina Mora, la hermosa Lala Barboza, mi colega Laura Rodríguez y más recientemente el reconocido abogado y activista ambiental —también surfo— Wálter Brenes, me hablaron mil y una veces de aquel paraíso pegado a Cabo Blanco, Malpaís y Montezuma. Cristina siempre viajaba con los güilas y su marido; Lala gozaba sola o acompañada y Laura se fumó aquellas orillas y se retiró de las luces de Telenoticias.
Tomamos el ferry en el puerto de Puntarenas y llegamos a Paquera; linda travesía sobre las aguas del Golfo de Nicoya: inédita experiencia para la familia. Llegamos a Santa Teresa —más bien a Malpaís— cuando el día ya no era día y la noche no había llegado. Una casa amplia, fresca, limpia y segura, pero con tres inconvenientes para una tribu pegada 24 horas a la teta electrónica: no había televisión ni piscina ni lavadora; afortunadamente, tenía wifi para Internet y demás juguetes virtuales. Las carencias las supimos antes del viaje, pero estar allá y sufrirlas, es otra cosa.
Nos recibieron unas argentinas encargadas de administrar la casa, nos pareció raro, pero eso es normal allá donde predominan nicaragüenses, israelíes y colombianos, y las mencionadas amigas de Óscar Arias, pero no repetiré el chiste para no tener problemas y reclamos diplomáticos.
La residencia está en una propiedad donde hay otras cuatro casas y un aula para clases de danza y de yoga… no podía faltar. No tiene vista al mar ni a la montaña, no se ve nada: ni el atardecer, ni los cocos ni las olas, pero aúllan los congos Sancho. Así son la mayoría de los sitios de hospedaje de alta gama porque los de superalta, están en alto y los de media y baja, no se ven, están envueltos en la yerba y en el follaje natural y abundante de la región.
Ya instalados y tras haber sufrido una invasión nocturna de mapaches, encargados de destruir y malograr nuestros víveres, al día siguiente peinamos la zona para saber dónde nadar y vagabundear. Nos fuimos del cruce de Cabuya con dirección a playa Carmen, capeando los 1.500 huecos y el espeso chilate permanente de la ruta; el recorrido no es largo, pero se dura su buen rato antes de llegar al área comercial donde hay de todo un poco sin faltar Gollo, Monge, Ekono, Maxipalí y Megasúper. En el trayecto hay desechos de todo tipo: aluminio, madera, hierros viejos y otros chunches restos de un pasado esplendoroso. Las bolsas plásticas con basura se desbordan de los estañones recolectores, esperando el camión y formando parte de un lamentable paisaje.
Según una publicación de Mauricio Morales, el 7 de enero de 2023, en el periódico El País de Madrid, “la contaminación sonora y visual se suma a la de residuos humanos. La localidad carece de un sistema de alcantarillado y, con frecuencia, las casas, hoteles y empresas utilizan fosas sépticas o arrojan la basura a la tierra, que acaba en el océano”.
De acuerdo con la misma publicación, el elevado incremento de personas que viven temporalmente en Santa Teresa ha llevado al límite a los servicios de limpieza del área y es frecuente encontrar apiladas bolsas de basura en la única calle que atraviesa la localidad. El poco control gubernamental que hay en el manejo de aguas residuales en torno a las construcciones de las villas de lujo, casas, restaurantes y hoteles ha agravado la huella ambiental en la zona.
En el 2016, un artículo del New York Times —agrega Morales— calificó a Santa Teresa como “el próximo Tulum” por “sus playas vírgenes y deliciosos mariscos”. “Pero la pandemia de la COVID-19 acentuó la llegada de emigrantes europeos y norteamericanos, que buscaban establecerse en idílicos paraísos como inversores o que podían trabajar desde cualquier lugar del mundo donde tuvieran una conexión a Internet. Como resultado, el coste de vida en este pueblo surfero se ha disparado, lo que ha supuesto un desplazamiento de los habitantes de la localidad y de trabajadores latinoamericanos a otros municipios o a viviendas más baratas”.
Los locales y los foráneos se desplazan en moto, cuadraciclo, bicicleta, en mula y en cualquier cosa; eso sí, nadie usa casco protector ni cinturón de seguridad (ni de castidad). En cuatro días por esos caminos, no vi un oficial de tránsito ni policía municipal, civil o de migración, aquello es —como diría Carlos Vives— la tierra del olvido.
Las playas de por ahí han sido bien calificadas por revistas y especialistas internacionales, gracias a su belleza escénica, la arena blanca, las olas para surfear, la vegetación cerca de la orilla y lo agreste de algunos sectores. Santa Teresa posee arena blanca, muchas piedras —demasiadas para mi susto—, fuerte oleaje y mareas chupadoras. Tiene una longitud aproximada de cuatro kilómetros. Para lograr aguas tranquilas es mejor buscar más allá, como en Montezuma. Las fuertes y altas olas de Santa Teresa son ideales para los surfistas, el paisaje es ideal para relajarse sin fumar —o fumando— y son frecuentes las caminatas y cabalgatas. Si nos metemos solos o con niños, en aquellas correntadas, debemos amarrarnos a algún almendro o tronco de la playa; por eso, los más viejos y los más nuevos, debemos cambiar el plan.
Aquel es un destino para expertos y también para famosos en busca de lugares tranquilos, quietos, sin mayor desarrollo ni intervención urbana. Algunas celebridades como Mel Gibson, Tom Brady y Gisele Bündchen poseen o han sido propietarios de viviendas por estos lares. Nos tocó ir pocas horas después del boom de Shakira y, cuando llegamos, por ahí andaba Eros Ramazzotti, pero no me reconoció.
Llegamos el lunes en la noche, pero el jueves a primera hora, gracias a la intervención de una mano amiga, alistamos los chunches y la comida y emprendimos un agradable y placentero recorrido por pueblos, ríos, playas, prados y montañas pobladas de ganado, arroz, maíz, teca y otros productos. Fueron más de cien kilómetros desde Santa Teresa hasta Islita, en el cantón guanacasteco de Nandayure. Pasamos por Cóbano, Tambor, Pochote, Paquera, Playa Naranjo, Lepanto, Jicaral, Coyote, Bejuco, Jabilla y Corozalito. Un trayecto muy agradable para disfrutar de la vista del Golfo de Nicoya y sus famosas islas. Vale la pena hacer esa ruta.
Lala Barboza, nieta de Deseado Barboza, de San Ramón, me recomendó ir a comer a soda La Lora en Santa Teresa. No pude ir y no sé si volveré, al menos por ahora. La Lora puede esperar y yo también.
Un angelito caído del cielo
Buen panal y talentosas avispas
El domingo pasado, por ejemplo, la jungla y los dinosaurios pusieron emoción al séptimo programa de Spelling Bee. Las abejitas estaban listas para deletrear; pero, sin duda, el inicio del espacio se enfocó en su asombro y amplio conocimiento sobre los reptiles que se encontraban en el set.
Cristina, Fabiola, José Gabriel, Derek y Oliver, del equipo amarillo, disfrutaron de su inmunidad y desde los sillones muy cómodamente vieron a sus compañeros competir, pero en todo momento les mostraron su apoyo.
El primer juego de la noche fue 'Deletreando con velocidad', los niños tuvieron 60 segundos para deletrear la mayor cantidad de palabras: Emilio, Javier y Bianca fueron los primeros en salvarse y pasaron al octavo programa.
'Duelo de palabras' fue la segunda dinámica de la noche. Marcelo, Benjamín, Irene, Kaleb, Camila y Elena fueron los seis niños que lograron escribir la mayor cantidad de palabras correctas y clasificar al siguiente domingo.
El tradicional Spelling Bee, nuevamente, fue el encargado de definir quiénes continuarán en competencia: María Laura, Isaac, Aurora, Fiorella, Nícola, y María Guadalupe no lograron ponerse a salvo y esta era su última oportunidad para pasar al siguiente programa.
Lastimosamente, Isaac, Aurora Fiorella y Nícola no lograron avanzar y el deletreo incorrecto no les permitió continuar, pero no se fueron con las manos vacías, cada uno recibió una tarjeta de regalo por 250 mil colones.
El próximo domingo, los chicos tendrán que enfrentarse a un nuevo reto que pondrá a prueba sus habilidades con el diccionario, no habrá eliminación y tendrán que jugar por ganar inmunidad para el programa ya.
Solo para De.Mentes
¡Atención!: DMNTS (De.Mentes), la única competencia televisiva para emprendimientos en Costa Rica, abrió las inscripciones para su VI temporada.
El programa referente del sector emprendedor busca participantes que deseen exponer sus proyectos, recibir capacitaciones y mentorías, generar networking y tener la posibilidad de acceder a fondos de inversión de capital público y privado.
Las inscripciones se realizan desde el pasado 17 de julio y se cerrarán el 30 de julio, en la página web www.teletica.com/dmnts. Los proponentes deberán completar el formulario con una breve descripción de sus emprendimientos.
Entre los requisitos que los emprendimientos deben cumplir para buscar un espacio en la competencia son: tener menos de cinco años desde su creación, contar con un producto o servicio en funcionamiento y estar generando, actualmente, ingresos mensuales.
DMNTS tendrá dos categorías de emprendimientos; la categoría “Junior”, donde competirán quienes tengan un potencial que aún está en desarrollo y sus niveles de proyección requieren de una diversidad importante de cualidades por descubrir; mientras que, por el otro lado, estará la categoría “Senior”. Acá se ubicarán quienes posean un nivel de desarrollo más amplio según su potencial y cuyas cualidades por descubrir son menores o ya tuvieron un recorrido importante.
Esta será la primera ocasión en que la temporada se extienda por 10 semanas. Las primeras tres semanas serán de audiciones, donde se elegirán 10 emprendimientos (cinco por categoría) para ingresar en la competencia. Luego, comenzarán los desafíos, enfocados en modelo de negocio, estrategia comercial, manejo de equipos, escalabilidad y, por primera vez, un desafío basado en alianzas público-privadas (APPs). Finalmente, quienes se mantengan en competencia, llegarán a la gran mesa de inversión.
Bernal de Jesús Fonseca, creador y director del programa, informó que el primer episodio se estrenará el jueves 24 de agosto, en vivo, a las 8 p. m. a través del canal TD+2 y la app TDMAX. El formato será conducido por María Jesús Prada, presentadora y periodista que lidera la redacción de Teletica.com, junto con Fonseca. Además, esta iniciativa cuenta con el respaldo de aliados como Kölbi, BAC, EY y FIFCO.
La evolución del formato ha hecho que, para esta edición, se cuente con el apoyo de Gitanos, una firma creativa experta en la transformación de marcas que respondan a las necesidades de las tendencias globales en imagen, logo, branding y más.
Eso es todo, los quiere Tía Zelmira, la que todo lo mira.
