Billete de cinco colones, un lujo numismático
Como nunca vino a Costa Rica, el italiano Aleardo Villa realizó la obra con base en cartas que le informaban sobre cómo era nuestro país.
El billete de cinco colones es un lujo numismático, cuyo éxito se debe, principalmente, al pintor italiano Aleardo Villa. Él nunca puso un pie en Costa Rica, pero realizó una de las obras más emblemáticas de nuestro país (ver video adjunto).
Villa, quien nació en Milán y se suicidó en 1906 los 41 años, pintó el majestuoso lienzo que se ubica en el Teatro Nacional, lienzo que, años más tarde, quedaría plasmado en la memoria colectiva del costarricense por su incorporación al billete serie D de cinco colones, uno de los billetes más hermosos del mundo.
La alegoría fue un pedido del diplomático costarricense Manuel De María Marqués De Peralta, al artista italiano, según el historiador José Carranza Astúa.
Como nunca vino a Costa Rica, Aleardo Villa llevó a cabo la obra con base en cartas en que le informaban sobre cómo era nuestro país y cómo querían ver nuestro país.
El billete salió a la calle en 1968 y, pese a que se sustituyó por monedas en el 86, no se dejó de fabricar hasta 1992. Se confeccionaron durante esos años 65 millones de billetes, una cifra sin ningún precedente en Costa Rica.
En el anverso destaca el efigie del presidente Rafael Yglesias Castro, quien impulsó y finalizó la construcción del Teatro Nacional. A su lado, dos guarias moradas, obra del artista costarricense, Rafael Lucas Rodríguez.
Los errores dentro del billete lo hacen aún más único. Una investigación de la Asociación Costarricense de Numismática detalla las particularidades del billete y de la alegoría de Aleardo Villa.
El óleo intenta mostrar al mundo el comercio del banano y el café en Costa Rica, proyecta, sin embargo, una visión vallencentrista y si se quiere elitista de la época, una nación esbelta y blanca, muy a pesar de las condiciones en que vivían los compatriotas en la costa, escenario del lienzo.
Hay errores puntuales, como ubicar en una playa plantas de café, plantas que, además, bien parecen árboles.
El hombre que carga el racimo de banano lo hace de forma invertida. Los racimos se cargan quedando el tallo hacia arriba, y no hacia abajo.
Las mujeres que cosechan el café, a su vez, lucen vestimentas europeas, vestimentas que no se usaban en nuestro país y, mucho menos, para recolectar café. Los bueyes, por su lado, parecen listos para tirar del arado y no parar tirar una carreta.
Asimismo, el pintor dibuja mal la bandera de Costa Rica, pues solo tiene tres franjas horizontales azul, blanco y rojo.
Pero el artista mostró no solo las exportaciones del café y el banano, sino también las importaciones, esenciales para la construcción del Teatro Nacional.
Además, el farol simboliza la pronta llegada del alumbrado a San José, la segunda ciudad del mundo en contar con fluido eléctrico.
El anverso y el reverso, sus particularidades y sus errores, son parte de la obra de arte de la numismática, reconocida en el mundo entero.