¿Tiene futuro la carne de laboratorio en Costa Rica?
Aunque actualmente no se produce carne cultivada en el país, los investigadores aseguran que existe potencial para desarrollar esta industria.
La carne de laboratorio ha avanzado desde la creación de la primera "hamburguesa" cultivada, en 2013. En aquel entonces, su producción costaba alrededor de $250.000. Hoy, el precio para el consumidor final ronda los $250 por kilo. Además, unos 80 grupos y empresas en todo el mundo están trabajando en el desarrollo de esta tecnología.
"No se necesita sacrificar al animal", enfatizó Miguel Rojas Chaves, investigador y académico del Centro de Investigación en Biotecnología del TEC, quien considera que este es uno de los aspectos más destacados y beneficiosos de este procedimiento en laboratorio.
El cultivo de células animales para obtener carne implica el crecimiento de células extraídas en condiciones de asepsia, es decir, sin contaminación, según explicó Rojas. Una vez aisladas, estas se colocan en un recipiente que proporciona los nutrientes y las condiciones necesarias para su crecimiento controlado.
De acuerdo con Rojas, este método ya ha sido utilizado con fines de investigación en instituciones del país como el TEC, la Universidad de Costa Rica y la Universidad Nacional, así como en el ámbito hospitalario. Sin embargo, en cuanto al consumo a gran escala, se requieren recursos y equipos especializados con los que el país aún no cuenta.
“El cultivo de células se puede llevar a cabo con fines de investigación, y en el país se ha realizado. Otro objetivo es su uso terapéutico. Hace unos años, nosotros produjimos células de piel para pacientes quemados. Sin embargo, en cuanto al consumo, estaríamos hablando de un volumen mucho mayor al que se puede producir en Costa Rica. Aquí sí existen biorreactores para la producción a gran escala de bacterias o levaduras; pero, según tengo entendido, no hay para células animales o humanas”, recalcó Rojas.
Maricruz Bermúdez, del Centro Nacional de Ciencia y Tecnología de Alimentos (CITA) de la UCR, señala que, si bien ellos han trabajado con proteínas alternativas como insectos comestibles, microalgas y proteínas vegetales, aún no han incursionado en la investigación con carne cultivada.
Bermúdez explicó que el perfil proteico de esta carne es altamente similar al de la carne tradicional. Sin embargo, imitar características como la textura y las vetas de grasa presentes en la carne representan uno de los aspectos más costosos de replicar.
Cambios en el consumo
En Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) ha autorizado la venta de carne de pollo cultivada en restaurantes, lo que podría allanar el camino para futuras aprobaciones en otros países, incluyendo a Costa Rica, según Bermúdez.
Sin embargo, ambos investigadores coinciden en que uno de los desafíos fundamentales es lograr la aceptación de los consumidores. Una encuesta realizada en 2018, en América Latina, reveló que solo el 8% de la población consideraba positiva la carne de laboratorio.
Rojas hizo hincapié en que este es un tema que requerirá tiempo y esfuerzo para obtener una aceptación generalizada. "Definitivamente, no se resolverá de la noche a la mañana", subrayó.
Para impulsar el desarrollo de la carne de laboratorio en Costa Rica, los expertos resaltan la necesidad de un cambio de mentalidad y mejorar la importación y comercialización de insumos tanto a nivel privado como estatal. Actualmente, el país depende en gran medida de la importación de insumos para la fabricación de esta carne, lo cual representa otro desafío.
En este sentido, Rojas sugiere que Costa Rica enfoque sus esfuerzos en un mercado regional, ya que a nivel interno el país no cuenta con suficientes consumidores para impulsar su desarrollo de manera significativa, enfatizó el investigador.
Por su parte, Bermúdez señaló que se necesitarán entre 10 y 15 años de investigación adicional antes de que estos productos se encuentren de manera masiva en los supermercados.