13 de agosto de 2014, 9:18 AM

Mirley Fernández viene de una infancia donde no había posibilidad de estudiar, más que un poco de escuela. Pero los sueños no saben de títulos ni graduaciones.

Salsa de tomate, encurtido, chile… quizás muchos de estos productos hayan resaltado el sabor de alguna de sus comidas, pero de ahora en adelante le sabrá mucho mejor, porque conocerá a la mamá de todos ellos.

“Siempre me sentí muy limitada, como amarrada, yo quería sentirme más que productiva. Dije, voy a hacer chileras para venderle a mis vecinos”, contó esta microempresaria.

Picanticas, su pequeño negocio, ya tiene cinco años en el mercado, empezó con chilera y ahora tiene hasta salsa de tomate y pepinillos.

Esta mezcla de entusiasmo y  vegetales armonizan una empresa que crece y crece, aunque el inicio fue dramático.

“Cocinábamos con leña, nos quemábamos, terminábamos todos tiznados y olorosos a humo. Y ver todo el esfuerzo que hacíamos y que todo salía mal era sumamente doloroso”, recuerda.

Mirley tiene seis hijos, cinco que tuvo en su vientre, y Picanticas que nació de su corazón. Y como toda madre, verlo en los comercios y que la gente lo halague es su mejor recompensa.

Ella sabe que este es tan sólo el inicio, pero ya no hay vuelta atrás. Lo que viene no es fácil pero tiene el apoyo y los ingredientes más importantes para llegar alto.