Por Paulo Villalobos |11 de septiembre de 2024, 8:37 AM

En los últimos 10 años, la bacteria Naegleria fowleri acabó con la vida de cuatro personas en Costa Rica. Dos de ellos fueron niños, quienes murieron productos de meningitis amebiana a inicios de 2020.

Los casos dispararon alertas en aquel momento, pero las mismas se disiparon con la llegada del COVID-19 al territorio nacional y el primer caso de esa enfermedad el 6 de marzo de ese año.

¿Pero qué ha pasado desde entonces?

Las consultas de pacientes con síntomas leves de infección por la llamada ameba “comecerebros” persisten en el Hospital San Carlos, confirmó su director general, Édgar Carrillo, en entrevista con Teletica.com.

"Casos graves, y sobre todo muertes, no se han vuelto a presentar hasta el momento", enfatizó.

Esos casos leves corresponden a personas con síntomas como dolor abdominal, diarrea, náuseas o ganas de vomitar.

Dadas las similitudes de esos signos con los que causan otras enfermedades, es que estadísticamente “es muy difícil” precisar cuántas personas en realidad sufren la infección.

Las diferencias suelen darse a medida que los efectos de la ameba en el organismo se agravan, con la pérdida del olfato o el gusto, el dolor de cabeza, la fotosensibilidad (dificultad para ver con normalidad) y rigidez en la nuca.

Precisamente, una vez que se completa ese cuadro es que el centro médico correspondiente hace el respectivo cultivo para confirmar o descartar la presencia de Naegleria fowleri.

"Una evolución hasta ese tipo de síntomas, si se logra hacer el diagnóstico, nosotros lo enmarcamos dentro de la infección por este tipo de organismo. Sin embargo, gracias a Dios, la prevalencia en ciencia es nula hasta el momento y no hemos tenido que acudir a ningún tipo de declaratoria o reunión conjunta con el Ministerio de Salud para alertar", expuso Carrillo.

La identificación de un caso de este tipo exige una notificación a la cartera sanitaria, para que esta active los protocolos necesarios.

Sin embargo, la alerta alcanza el máximo nivel una vez que se confirma una encefalitis; es decir, una infección del cerebro.

El hecho de que al menos en el último año no se haya registrado una sola infección por ameba “comecerebros” no implica que no puedan darse casos nuevos.

"Muy importante recordarle a la gente que esto no significa que no hay, no significa que todo el mundo puede andar tranquilo por los diferentes lugares. Siempre se debe acudir a la parte preventiva. Si va a ir al agua termal, lo primero que debe recordar es no andar debajo del agua, porque la puerta de acceso es la nariz", subrayó el doctor.

Valga recordar que esta bacteria habita en cuerpos de agua templada o termal, los cuales reúnen un potencial de hidrógeno (pH) que les permite sobrevivir en el ambiente.

Aunque no son exclusivas de San Carlos, este tipo de fuentes son un atractivo turístico de ese cantón.

"Llama la atención porque a pesar de que la incidencia no es tan alta, lo lamentable de todo es que, cuando el paciente adquiere la enfermedad y progresa, desdichadamente, una de dos, o se da el lamentable fallecimiento del mismo. O normalmente, cuando hay una infección dentro del cerebro, la gente ha escuchado hablar de las meningitis. Esa es una consecuencia también. Y cualquier lesión a nivel del sistema nervioso central no solamente es la muerte, sino que puede causar una serie de daños o secuelas que, lamentablemente, que van a perdurar generalmente para el resto de la vida", explicó el médico a este medio.

Quienes poseen mayor riesgo frente a estas infecciones son los niños, los adultos mayores y los adultos con enfermedades crónicas (hipertensión o diabetes) no controladas, obesidad o inmunodeficiencia.

Por lo general, menos de 10 personas al año contraen esta ameba en Estados Unidos, pero casi todos mueren, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de ese país.

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