¿Funcionan los “dientes de dragón” para el control de la velocidad?
El Conavi instaló esta semana esta señal en la Ruta 32; sin embargo, esta no es la única vía del país que cuenta con este curioso elemento.
El Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) instaló esta semana “dientes de dragón” en la Ruta 32.
Se trata de una señal visual que, si bien no es nueva en el país, todavía no es muy común en nuestras carreteras.
Los “dientes de dragón” son triángulos que se pintan a ambos lados de los carriles para crear un efecto visual de estrechez y con esto procurar que los choferes reduzcan la velocidad previo a una intersección o alguna situación de peligro más adelante.
Pero, ¿realmente cumplen su cometido?
“La intención de que se sienta ese estrechamiento es porque, como seres humanos, cuando circulamos a alta velocidad nuestro campo de visión se reduce. Si yo circulo a 80 o 100 km por hora, yo me enfoco en el carril; si hay algo al borde, en la acera, en el espaldón o en el zacate, no necesariamente voy a poder verlo con tanta atención.
“Cuando circulo a menor velocidad, ese campo de visión se amplía y por eso cuando estamos en zonas urbanas, las velocidades deben ser bajas, porque me permite ver las personas que están cruzando entre acera y acera, por ejemplo”, explicó Stephan Shum, de la Unidad de Seguridad Vial y Transporte del Programa de Infraestructura del Transporte del Lanamme-UCR.
Shun asegura que estas señales existen desde hace algunos años en diferentes partes del mundo y que, en países como Nueva Zelanda y Australia, su enfoque ha sido para reducir la velocidad en zonas escolares, donde su efecto ha sido positivo.
El Conavi los implementó en la Ruta 32 para alertar a los conductores de próximas zonas de giro, que pueden provocar que haya vehículos detenidos en la vía a la espera de doblar.
Estos dientes se acompañarán de las llamadas “bandas logarítmicas”, que son las capas de pintura que advierten al usuario, mediante la vibración del vehículo, de la necesidad de reducir la velocidad.
El experto del Lanamme aseguró que, contrario a los “dientes de dragón”, que por su novedad no han sido muy estudiados en el país, de las bandas sí existen estudios a nivel nacional que prueban su eficacia.
“En Costa Rica, hasta donde tengo conocimiento, no se ha verificado la efectividad de la medida (dientes); sin embargo, sí es una medida que en el mundo ha sido replicada de forma satisfactoria. Pero más allá de cuál es mejor o peor, lo ideal es verlo como un complemento. La señal es un punto en la vía, si yo no la vi, pues ya no me doy cuenta de que hay más adelante.
“Entonces, si yo coloco una señal y en complemento agrego esto a lo largo de un tramo del carril, pues ayuda a reforzar todavía más el concepto, por ejemplo, de vías que perdonan: que si yo por error desatendí mi visión a la vía y no vi la señal a lo largo de un segmento más amplio, también tengo otra medida que refuerza que tengo que estar alerta, que cuando llegue, por ejemplo, a una escuela o una intersección, pues no voy a haber perdido esa información”, añadió Shun.
En Costa Rica, los “dientes de dragón” ya se habían instalado el año anterior también en la Ruta 32 y desde principios de año también existen en el centro de Curridabat.
El experto de Lanamme precisó que, si bien no existen criterios sobre si debe ser una señal permanente o temporal, sí requiere de mantenimiento y, además, su longitud debería responder a criterios técnicos como la velocidad de la ruta.
“Es importante, por supuesto, que no sea un tramo excesivamente largo, porque entonces si yo llevo un kilómetro viendo triángulos, ya perdí por completo el efecto. Entonces, sí tiene que ser una medida racional, tal vez un valor cercano a los 100 metros, pero esto va a depender, por ejemplo, de la velocidad a la que yo circule, porque yo no necesito frenar durante tanta distancia en una ruta de baja velocidad, contrario a si es una de alta velocidad”, finalizó.