Por Jose Ernesto Herrera |8 de octubre de 2024, 18:58 PM

En el pintoresco pueblo de Naranjo, Alajuela, Juana Calvo, de 80 años, es una figura entrañable y respetada. Su vida es un verdadero testimonio de amor, dedicación a su familia y un talento incomparable en la cocina. Durante los últimos 37 años, ha cuidado a una de sus nietas con el mismo amor y entrega con los que crio a sus hijos (ver nota completa en el video adjunto).

Reconocida en Naranjo por su habilidad para preparar el tradicional tamal asado, doña Juana ha dejado una marca indeleble en su comunidad, no solo por su sazón, sino también por su destreza en la costura. A lo largo de los años, confeccionó ropa para todos sus hijos y, hasta el día de hoy, continúa arreglando las prendas de sus nietos, bisnietos y demás familiares.

De los nueve hijos que trajo al mundo, siete nacieron en casa, asistida por una partera, mientras que los dos menores nacieron en el hospital. Su vida familiar es amplia y rica en descendencia: junto a su esposo, Urbino Gamboa, de 94 años, han compartido 68 años de matrimonio, criando a sus diez hijos y disfrutando de la compañía de sus 26 nietos y 21 bisnietos.

Doña Juana y don Urbino son un ejemplo viviente de una familia sólida y amorosa, y de una vida dedicada a los valores que los han mantenido unidos por casi siete décadas. En su hogar en Naranjo, su legado perdura a través de las generaciones, mientras su sazón y su historia permanecen vivos en la memoria de quienes han tenido el privilegio de conocerlos.

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