Hombre de campo enfrenta el paso del tiempo con risas y trabajo diario

En la tranquila localidad de Frailes de Desamparados, Roberto Garro, un agricultor de 79 años, continúa con la rutina que le ha acompañado durante toda su vida. A pesar de los años, su pasión por el campo no disminuye. Cada día, antes del amanecer, se dirige hacia su finca cercana, donde cuida de los bueyes, corta el zacate y se dedica con esmero a la producción agrícola.

"Antes tenía café, ahora lo tengo, pero en el pichel", comenta entre risas, haciendo referencia a la vida sencilla y llena de trabajo que lleva con tanta dedicación. Su broma es una muestra de la actitud que adopta ante los pequeños desafíos que impone la edad, mientras sigue levantándose temprano para cumplir con sus responsabilidades en la finca.

Pero además de su amor por la tierra, Garro tiene una faceta particular que lo hace aún más entrañable: su fascinación por las orquídeas. En su casa, rodeado de verde, las flores tropicales crecen con esplendor. "Eso le quita a uno el estrés", asegura, mientras señala con una sonrisa los delicados ejemplares que cuida con tanto esmero.

Otro de los pilares de la vida de Roberto es su trapiche, donde sigue produciendo su propio jugo de caña, un ritual que no ha dejado de lado a pesar del paso de los años. "Es un gusto que nunca se va", afirma, con los ojos brillando al hablar de este antiguo oficio que se mantiene vivo en su vida cotidiana.