Doña Rosa y su primer beso: una historia de amor eterno
Todo comenzó en 1957, cuando ella tenía 18 años y conoció al joven que cambiaría su destino.
Hay amores que llegan como un susurro del destino, historias que parecen estar escritas mucho antes de que los protagonistas se conozcan. Y esa es la historia de doña Rosa Granados, una mujer de 84 años, vecina de Turrialba, que recuerda con emoción el día que marcó su vida: el día de su primer beso.
Todo comenzó en 1957, cuando Rosa tenía 18 años y conoció al joven que cambiaría su destino. “Ese primer beso no fue solo un beso. Fue el inicio de un lazo eterno, lleno de anécdotas, secretos y recuerdos que el tiempo jamás ha podido borrar”, dice con una sonrisa melancólica.
Una noche inolvidable
Rosa cuenta que el día de su primer beso fue también el día de un curioso desencuentro. “Ese día iba a haber un paseo a Puntarenas, pero mi novio no me dejó ir porque iba su rival, un vecino que también estaba enamorado de mí”, recuerda entre risas.
Con la familia de viaje y su papá en casa rezando el rosario, su novio aprovechó la oportunidad para visitarla. “Nos quedamos en un cuarto al lado de donde mi papá estaba rezando”, comenta.
Pero lo que parecía un momento de tranquilidad pronto se convirtió en un recuerdo inolvidable.
“Después de varios minutos, mi novio se lanzó sobre mí y me besó… pero no contábamos con que mi papá nos estaba observando”, narra con una mezcla de nostalgia y diversión.
Un amor que trascendió el tiempo
Ese primer beso fue solo el inicio de una hermosa historia de amor. Poco después, el joven le pidió al papá de Rosa permiso para casarse con ella, y así lo hicieron. Vivieron 35 años juntos, compartiendo sueños y desafíos, hasta que el destino decidió separarlos.
El final de esta historia de amor no pudo ser más significativo.
“Tuve que enterrarlo un 14 de febrero, el Día de los Enamorados”, recuerda doña Rosa con lágrimas en los ojos.
Aunque su esposo ya no está físicamente, para ella su amor sigue vivo. “Hay besos que son más que besos. Son promesas y sueños que ni el tiempo puede borrar”, dice con firmeza.