Sin acuerdo en el Congreso, economía de EEUU podría sentir impacto
Una parálisis de algunos servicios públicos en EEUU por falta de acuerdo en el Congreso sobre el presupuesto, podría golpear a una economía que se recupera lentamente luego de la crisis de 2008...
Una parálisis de algunos servicios públicos en EEUU por falta de acuerdo en el Congreso sobre el presupuesto, podría golpear a una economía que se recupera lentamente luego de la crisis de 2008, aunque las consecuencias serían graves solo si el problema se prolonga.
El cierre de servicios públicos no esenciales y la distorsión que ello provocará en EEUU se presentan como una posibilidad cada vez más probable, ya que ni republicanos ni demócratas están dispuestos a ceder en sus demandas para evitar que el año fiscal 2013-2014 comience sin presupuesto, contrariamente a lo que exige la ley.
Más de 800.000 funcionarios públicos de servicios considerados no esenciales pasarían entonces a tener licencia sin goce de sueldo, recortando por lo tanto sus gastos y dificultando algunos servicios que requieren las empresas.
Asimismo, los pagos a los contratistas del gobierno se harán más lentos, algo que se prolongará y tendrá un efecto incremental si la situación continúa sin resolverse.
Según la consultora Macroeconomic Advisors, la parálisis de servicios públicos recortaría el crecimiento, que fue de 2,5% en proyección anual en el segundo trimestre y se espera en un nivel similar para el tercero.
"Como esperamos que cualquier parálisis sea breve, los efectos en la producción en el sector privado y las repercusiones en los mercados financieros deberían ser modestos", señaló.
Si esta pugna se superpone a la batalla por subir el límite de endeudamiento del país, la situación podría agravarse.
El presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, habló de ambos temas el 18 de septiembre y mostró preocupación por las consecuencias sobre la economía.
Mark Zandi, analista de Moody´s Analytics, dijo que una parálisis de un mes de duración podría recortar el crecimiento en hasta 1,4 puntos porcentuales.
De no mediar acuerdo, EEUU cerrará parques nacionales o museos, con impacto en el turismo.
En total, unos 400.000 trabajadores civiles del Departamento de Defensa se quedarían en sus casas, afectando directamente el consumo.
La mayor repercusión se daría en Washington, que perdería 200 millones de dólares por día, aseguró al diario The Washington Post Stephen Fuller, de la universidad George Mason.
Por su parte, el economista Daniel Meckstroth, de la Alianza Manufacturera para la Productividad y la Innovación (MAPI, por sus siglas en inglés), destacó que no se sabe cuándo recibirán sus sueldos 1,3 millones de trabajadores públicos que se prevé sigan en funciones, ni cuándo serán compensados quienes se vayan de vacaciones obligatorias.
El último dato que existe sobre una parálisis similar remite a 1995 y muestra que si bien el impacto de un cierre parcial de servicios es importante, puede revertirse.
Para la mayoría de los economistas, la mayor preocupación reside en el estancamiento de las negociaciones sobre el aumento del límite legal de endeudamiento.
El gobierno gasta aproximadamente 60.000 millones de dólares por mes por encima de sus ingresos. Ese monto ya está asignado, por lo que es necesario encontrar una financiación.
El Departamento del Tesoro se quedará sin fondos y sin "medidas extraordinarias" desde el 17 de octubre, por lo que, si no se incrementa el límite de endeudamiento del país, deberá retener algunos pagos. Esto incluye el pago de salarios, jubilaciones, beneficios de salud, e incluso servicios de deuda.
"Si el gobierno pierde el permiso del Legislativo para contraer deuda, va a tener que rebajar drásticamente los gastos para pagar sus cuentas", dijo Douglas Porter, economista de BMO Capital Markets.
Esos recortes "podrían fácilmente conducir a la economía a una recesión, y eso sin siquiera considerar el efecto dominó en la confianza y los mercados de un posible default técnico", concluyó Porter.
Una moratoria sería la primera en la historia de EEUU. En 2012 el país rozó el default, y perdió su calificación "triple A" de Standard and Poors para su deuda soberana, la más alta del mundo.