¿Cómo afecta la "emergencia dramática de enfermedades virales" a América Latina?
Una enfermedad viral no identificada, en Bolivia, recuerda que la emergencia de enfermedades virales no representa un gran problema de mortalidad, pero sí uno de morbilidad en la región, advierten expertos
Una " enfermedad viral", aún por precisar, provocó la muerte de una médica internista y mantiene a otro en estado grave en Bolivia. El país ha activado protocolos sanitarios que incluyen el uso obligatorio de barbijos y guantes de látex en los hospitales locales. Y pidió apoyo internacional (un infectólogo de Brasil y dos especialistas de Estados Unidos) para apoyar a equipos nacionales en la identificación del origen del mal.
La ministra de Salud, Gabriela Montaño, sumó a estos dos “casos probables” otros tres “sospechosos”, de los que solo dos tuvieron contacto con los primeros infectados. Como sospechosos, las autoridades definen casos que presentan fiebre y al menos uno de estos síntomas: cefalea, mialgia o dolor abdominal, además de disminución de glóbulos blancos y de plaquetas.
Estos pasan a ser “casos probables” al descartar otros diagnósticos como dengue, influenza o chikunguña. “Casos confirmados” serán, finalmente, los que presenten el virus causante del trastorno, una vez determinado en un laboratorio de biología molecular.
Hasta ahora, la autoridad sanitaria nacional desestimó declarar una emergencia epidemiológica. Y el delegado de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Bolivia, Alfonso Tenorio, insistió en "la capacidad que tiene el país para atender este tipo de situaciones epidemiológicas".
Enfermedades virales y situación epidemiológica en Bolivia
Bolivia es un país de gran extensión, “con zonas tropicales, amazónicas y andinas, en las que influyen diferentes tipos de agentes patógenos”, explica a DW la doctora Arletta Añez, consultora de enfermedades transmisibles en el país. Sin embargo, asegura, “el país está preparado y cuenta con apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para enfrentar cualquier posible pandemia o evento inusitado.”
“Las mayores causas de muerte en Bolivia y otros países de la región son enfermedades no transmisibles, especialmente las cardiopulmonares. Sin embargo, el impacto de las muertes por enfermedades infecciosas, la preocupación que causan en la población, es mayor”, observa Añez.
A fines del año pasado, Caranaví, la zona semitropical en el noreste de La Paz, donde resultó infectada la médica fallecida, reportó un brote de dengue que se cobró la vida de cinco personas. Y, de acuerdo con el último parte epidemiológico del Ministerio de Salud de Bolivia, emitido el pasado 25 de junio, el país ya ha registrado este año 29 fallecimientos por enfermedades “bajo vigilancia epidemiológica”: 9 por síndrome cardiopulmonar por hantavirus, 13 por dengue y 9 por influenza A (H3N2).
Mortalidad y morbilidad por enfermedades en la región
“En general, las enfermedades virales tienen una alta incidencia en la región”, valora el profesor Jan Felix Drexler, que investiga enfermedades infecciosas emergentes en la clínica Universitaria Charité de Berlín.
Drexler, coordinador de proyectos sobre arbovirus en América Latina, insiste en la diferencia entre mortalidad (cantidad de personas que mueren) y morbilidad (cantidad de personas que enferman). “Las enfermedades virales no son causas de muerte importantes en la región, pero constituyen un problema de salud pública, con una fuerte dimensión económica: ¿cuántos millones de personas no pueden trabajar y mantener a sus familias, por presentar un cuadro febril provocado por una infección viral?”, reflexiona.
Los virólogos que investigan en o con América Latina, “observamos cada vez más brotes de zika, chikunguña y dengue, con millones de casos documentados; brotes de fiebre amarilla, en Brasil; brotes del virus oropuche y del virus mayaro, en Perú y Brasil”, ilustra Drexler.
Entre las posibles causas, enumera: la deforestación de la selva amazónica, una gran movilidad poblacional, el cambio climático y una infección sin precedentes de diferentes vectores de mosquitos como el Aedes aegypti, que afectan a los seres humanos en grandes centros urbanos.
Inestabilidad política, extensión territorial y acceso al sistema de salud
A todo esto se suma, “la inestabilidad política en varios países de América Central y del Sur, sobre todo en Venezuela”, que limita el acceso al sistema de vacunación y, en general, al sistema de salud, y “está reforzando una emergencia dramática de enfermedades virales en la región”, plantea el virólogo de la Charité berlinesa.
Las principales diferencias se observan, comenta Drexler, entre países más pequeños, como Cuba, “con uno de los mejores programas de control del vector aedes, por ejemplo”, y otros más extensos, como las propias Bolivia o Brasil. Los primeros, pueden tomar medidas que no serían ejecutables en los últimos, donde se distinguen marcadas diferencias entre los grandes centros urbanos y las periferias, con escaso acceso a servicios primarios de salud y “mucho menos a servicios epidemiológicos”.
Así, en países, como Brasil, ilustra Drexler, no solo se reportan cada año entre 500.000 y 1 millón de casos de dengue con sintomatología severa, sino que una cifra desconocida de afectados, con síntomas menos severos, queda sin reportar.
El virólogo alemán, que ya coordina proyectos de cooperación con la región, financiados por el ministerio alemán de Educación e Investigación (BMBF), el Centro Alemán para la Investigación de Infecciones (DZIF) y la Unión Europea (UE), aboga por una mayor cooperación regional (sur-sur) y con Europa, además de la tradicional alianza con Estados Unidos. Pues, advierte, sobre todo en las regiones periféricas, “hay que fortalecer la capacidad pública de detectar, describir y tomar medidas preventivas contra estos virus emergentes”.
(elm)
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