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Centroamérica quiere cambiar sus fogones por cocinas más eficientes

Los países de Centroamérica buscan cambiar gradualmente sus cocinas de fogón por otras más eficientes en los próximos años, aunque la tarea...

26 de mayo de 2013, 3:48 AM

Managua, 26 may (EFE).- Los países de Centroamérica buscan cambiar gradualmente sus cocinas de fogón por otras más eficientes en los próximos años, aunque la tarea no se presenta fácil por los hábitos y tradición en la región.

La meta es bajar de un 50 % el uso de fogones en Centroamérica a un 35 % para 2020, de acuerdo con las autoridades.

Según datos del estudio "¿Qué hemos aprendido del uso de biomasa para cocinar en los hogares de América Central?", auspiciado por el Banco Mundial (BM) y el Energy Sector Management Assistance Program (ESMAP), el reto es cambiar la tradición de cocinar en fogones, que se calcula mantienen 20 millones de personas, que equivalen aproximadamente a la mitad de los habitantes de la región.

Eso significa que los centroamericanos deberán modificar sus hábitos, ya que, según este nuevo informe, los hombres dedican diez horas por semana a la recolección de leña y las mujeres cuatro a cocinar.

Las llamadas cocinas mejoradas de biomasa (EMB) reducen el consumo de leña hasta un 66 por ciento, según el estudio. Y, al menos en teoría, también reducirán el tiempo dedicado a buscar leña y a cocinar.
Pero las horas libres es un detalle menor en comparación con lo que significa cambiar de cocina para las familias centroamericanas.

De acuerdo con el informe, las cocinas de leña tradicionales, con sus poco eficientes fogones abiertos, no sólo sirven para hacer las comidas, también son un punto de reunión familiar.

Sirven para calentar el agua para beber o bañarse, ahuyentar el frío y los insectos, secar la ropa, ahumar alimentos e iluminar parte de las casas.

Todo eso varía cuando las familias cambian a las EMB.
Si se quiere cambiar a cocinas eficientes modernas, estas "tienen que ofrecer las funciones de los fogones abiertos", advierte el estudio.

No obstante, el gerente de Energía del Banco Mundial, Malcom Crosgrove-Davies, expresó a Efe su convencimiento de que Centroamérica debe cambiar sus cocinas de leña, ya que el promedio mundial del uso de fogones ineficientes está en un 34 por ciento, por debajo del 50 % de la región.

Crosgrove-Davies explicó, durante una visita a Nicaragua en la que se celebró un taller regional sobre esta problemática, que las cocinas de leña están relacionadas con la pobreza, la educación, el género y la salud.

Un informe de 2011 del Ministerio nicaragüense de Salud mostró que el 70 % de las mujeres mayores de 60 años que cocinaban con leña en las zonas rurales de las provincias de Jinotega, León y Matagalpa padecían algún tipo de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).

Las EMB también ofrecen ventajas en cuanto a la economía familiar ya que, con la eficiencia de los modelos actuales, los 150 dólares que cuesta como promedio su instalación se recuperan en 13 meses.

La viceministra nicaragüense de Energía y Minas, Lorena Lanza, destacó que en Centroamérica el beneficio también está en que las EMB frenan la destrucción de los bosques y, por tanto, favorecen la captura de carbono, contrarrestando así el calentamiento global.

Las autoridades de Energía de los países miembros del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) continúan buscando, no sólo la cocina ideal, sino también la forma de hacerlas llegar a los sitios más lejanos.

Están convencidos de que deben persuadir a las personas del ahorro de dinero que suponen en la compra de leña o el esfuerzo para conseguirla, así como de los beneficios a su salud.

Existe la necesidad de ofrecer incentivos económicos, ya que en países como Nicaragua adquirir una de estas cocinas para la familia rural equivale al salario de tres meses y medio.

En la reunión entre las autoridades centroamericanas con Crosgrove-Davies se identificó como meta conjunta la creación de un plan para llevar a Centroamérica a cumplir su objetivo de reducir en un 10 % el uso de las estufas abiertas.
La viceministra nicaragüense reconoció que eso requiere de una producción masiva, campañas de difusión y apoyo financiero para una ágil comercialización.
Centroamérica ya se encuentra diseñando el camino para la meta de 2020.