Tibás vivió un ambiente digno de final nacional
Los morados llegaron al estadio arropados con la esperanza de la remontada.
Sin importar las nubes que amenazaban con enfriar la final, sin importar el hambre y la espera de muchas horas.
La afición morada llegó desde muy temprano a Tibás, pues por los alrededores del estadio Saprissa todo fue sinónimo de fiesta, de saltos y sobre todo de esperanza.
Los morados corrieron que pasara la lluvia en todos los bares aledaños al reducto para, así “matar tiempo” y matar un poco la sed.
Cerca de las 4 p. m. todos salieron a la calle. Primero para chiflar al autobús de Alajuelense que llegó muy bien resguardado y por el sector norte.
Los manudos aprovecharon la caravana del bus de la Liga para salir a apoyarlos a su paso. Banderas, niños brincando y hasta señoras que lanzaron una última bendición al equipo, eso sí, la feligresía manuda iba disminuyendo conforme llegaba a Tibás.
Pues ahí, fue difícil ver camisetas rojinegras ya y mucho menos banderas.
Tras la llegada de la Liga fue el turno de Saprissa. Sin embargo, pese a estar a un hotel a casi cinco kilómetros del estadio, su arribo por el centro del cantón josefino se complicó y el traslado se complicó conforme avanzaba cada cuadra.
Mientras tanto, en las afueras del estadio, leyendas como Marco Antonio Rojas o Francisco Porras ayudaron a la espera con su amabilidad y algunos curiosos que le pedían fotos.
Ya con el Saprissa en el estadio, la espera concluyó y ahora sí, la gente comenzó a llenar a granel las graderías que esperaron poco a poco por la gran final.
Sea quién sea el campeón, en Tibás la fiesta del fútbol estuvo asegurada.