Daniela Navarro: la joven promesa del piano en Costa Rica
Esta liberiana es la primera mujer en ganar el premio José Jacinto Cuevas Yamaha; lleva años preparándose en el reputado Conservatorio de Moscú, deleitando a públicos internacionales con su talento.
En medio de una galante sala sinfónica, la cámara muestra un escenario poblado por los músicos de una orquesta. En el centro, un piano negro de cola acapara la atención; es el único instrumento solo bajo los focos del teatro. Tras unos breves segundos de silencio, empiezan a sonar los aplausos, anunciando el ingreso de Daniela Navarro, la pianista liberiana de 25 años que acaba de convertirse en la primera mujer en ganar uno de los concursos más importantes en ese ámbito: el premio internacional de piano José Jacinto Cuevas Yamaha, de México.
El video es una emisión de un Facebook Live de la final de ese concurso, uno de los más relevantes para los jóvenes pianistas latinoamericanos. Se celebra cada dos años y el pasado 4 de diciembre se llevó a cabo su séptima edición. Precisamente la primera en la que dos mujeres, una pianista cubana y Navarro, pasaron a la final. Pero también fue histórica por otras razones. Daniela Navarro se convirtió en la primera costarricense en ganar el premio.
Para esta liberiana, la música siempre la ha acompañado como si de una atracción magnética se tratara. “Mi abuelo era un cantante tenor aficionado; eso lo heredó mi papá, que no es músico, pero creció con ópera y música clásica desde muy pequeño. Por eso, cuando yo era bebé, me ponían discos de Mozart a todas horas y a mí, al parecer, me encantaba”, recuerda Navarro.
“Empecé a viajar a San José todas las semanas y esos viajes continuaron desde que tenía siete hasta que cumplí los 12 años”, relata. “Ocasionalmente, teníamos que quedarnos más días en la capital, entonces nos compramos unos colchones y mi papá y yo a veces dormíamos en el suelo de las aulas del instituto para economizar durante los viajes”.
“Había unas fotos de ese conservatorio en mi instituto en Dos Ríos; siempre las veía y soñaba con las fotos de aquellas salas de concierto en una de las capitales musicales del mundo”, confiesa Navarro. Sin pensarlo mucho, se fue a Rusia, donde hoy vive gran parte del año.
El estilo de vida ruso es muy diferente al de Costa Rica, eso fue una de las primeras cosas que notó al llegar. “Ahí hay conciertos todos los días en muchas salas, uno tiene para escoger y la gente va a oír música clásica, porque la entiende, le gusta y la disfruta”, detalla la liberiana.
“Te encontrás con personas de distintas profesiones que saben perfectamente quiénes son los grandes compositores. Que escuchan música clásica y saben lo que están escuchando. Eso no ocurre acá, en Costa Rica”, dice Navarro.
Daniela Navarro durante sus inicios en el Conservatorio de Moscú.
Para ella, la música clásica es capaz de abrir horizontes extraordinarios: “es una música erudita, que te ayuda a profundizar emociones y pensamientos; te ayuda a alcanzar esa Belleza con mayúscula de la que hablaba Dostoyevsky cuando decía que ‘la belleza salvará al mundo’”. Mientras la joven promesa expresa sus ideas, se cuela entre sus palabras una enorme ilusión que delata su pasión por lo que hace.
Su sueño es que en Costa Rica exista un interés genuino por la música clásica y académica. Que pueda algún día existir ese nivel de cultura que ella ha visto en Rusia y que permite que “la gente, más allá de la profesión que tengan, sepan y quieran disfrutar de la música clásica. Especialmente con el talento que hay en nuestro país”.
En los últimos años, su talento ha deleitado a los públicos de Rusia, de Europa, y de tantos otros países. Su deseo es que quizás, algún día, ese mismo interés y apoyo que son capaces de llenar auditorios en nombre de la cultura y del arte en otros países pueda llegar también aquí, al país que vio nacer a esta joven promesa del piano.