Soy daltónico... ¡A mucha honra!
¿Pero qué es ser daltónico? Un daltónico -los hombres somos más propensos a presentar este cuadro- es quien tiene problemas para distinguir ciertos o todos los colores.
Lo reconozco: soy daltónico y no me apena decirlo, aunque aún muchas personas se rían o nos vean como "bichos raros".
¿Pero qué es ser daltónico? Un daltónico -los hombres somos más propensos a presentar este cuadro- es quien tiene problemas para distinguir ciertos o todos los colores. Hay quienes han nombrado a esta particularidad congénita como la "ceguera del color".
El término daltónico o daltonismo proviene del químico y matemático John Dalton, quien padecía este trastorno.
Resulta que mi familia se percató de que algo malo pasaba conmigo cuando, estando en tercer grado, pinté el zacate con anaranjado y unos zapatos café de color rojo.
Mi abuelita y mi bisabuela no supieron en ese momento qué estaba pasando... hasta que pasados los años, cuando estaba en el colegio y pinté de anaranjado a Pegajoso -la "mascota" de los Cazafantasmas de color verde-, que ambas encendieron las alarmas.
Un señor -cuyo nombre no recuerdo- les dijo que yo era daltónico. ¿Ah? ¿cómo se come eso? ¿se cura? ¿cómo se pegó?, asumo que ambas pensaron.
El vecino -un daltónico que todo lo veía blanco y negro- les contó del trastorno que, posteriormente, fue confirmado médicamente.
Pero a diferencia de mi vecino, mi mundo sí es de colores, solo que me cuesta ubicarlos en su dimensión correcta: veo el arcoiris de colores, los atardeceres hermosos que nos regala este país, las tonalidades de hojas y flores y hasta las frutas y verduras.
Cada vez que voy a una tienda de ropa le aclaro a la dependienta o dependiente que soy daltónico, y en más de una ocasión se me han quedado viendo como pensando: "pobrecito, qué terrible". Otros u otras se echan a reir nerviosamente y algunos no dicen ni chistan porque no les parece fuera de este mundo.
Antes iba con mi hermana Marcela de compras y ella me ayudaba; en más de una ocasión fui solo y compré cada cosa que parecía caja fuerte. Poco a poco fui aprendiendo a hacerlo solo y hasta la fecha.
¿Por qué les cuento esto? Porque me gustaría que si hubiesen más daltónicos -se habla de que la incidencia es de un 2% o 3% de la población mundial- no se sientan como bichos raros, ni exóticos ni excéntricos.
Tampoco a quienes tienen alguna otra particularidad congénita. Ustedes no son raros y no permitan que nadie -como alguna vez me pasó- los haga sentir mal. No cabe duda de que somos los primeros a educar a quienes no saben o entienden sobre estos trastornos.
Y para eso nosotros tenemos que estar claros en lo que tenemos y disfrutar que nuestro chip no viene defectuoso... es diferente y especial.