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Inflación y neoliberalismo

En América Latina a las que se refieren como neoliberales, fueron precedidas por severos procesos inflacionarios

23 de septiembre de 2015, 5:28 AM

En América Latina, las reformas asociadas a lo que después se llamó el Consenso de Washington, a las que se refieren como neoliberales, fueron precedidas por severos procesos inflacionarios. Por ejemplo, la media latinoamericana de inflación a principios de los años noventas fue de alrededor del 250% anual. Un caso extremo fue la inflación en Nicaragua en los ochentas, la que hizo que la tasa de interés llegara a más de doscientos mil por ciento en un año. Cosas serias que permitieron fundamentar un giro liberalizador y estabilizador  que se tradujo en mejora especialmente para la gente con ingresos fijos.

Pero no se crea que las posiciones de izquierda, el populismo y la  inflación son equivalentes. La primera vez que pasé por Moscú, allá a principios de los años setenta, citaron como una de las conquistas que el pan tenía el mismo precio que en 1917, más de 6 décadas después. Por supuesto, no es que vendieran el pan producido en 1917, sino que la ortodoxia del socialismo real tenía como meta la cero inflación para lo que utilizaban directamente la fijación y el control de precios.

Por otra parte,  no siempre las reformas liberalizadoras y aperturistas  estuvieron asociadas a la responsabilidad fiscal y a bajas inflaciones.  Algunos países utilizaron la inflación como política (un sub-óptimo, o segundo óptimo) para reducir la represión financiera y facilitar el traslado masivo del capital de actividades menos rentables hacia actividades más rentables. Así denominaba un académico (Mckinnon) la ruina del pequeño, del mediano y hasta del gran productor, y la concentración de capitales hacia actividades más rentables.

En Costa Rica, la crisis de los años ochentas fue precedida por el anuncio de un cambio inevitable para lograr liberalizar los precios y la apertura comercial.  Según declaró el Ministro de Hacienda de esos años, esto se haría en la medida de lo posible, dentro de un esquema democrático.

En esos años, la inflación llegó en un año natural a un 80% y, en los 12 meses de mayor inflación acumuló alrededor de un 100%. Llegamos a una cifra de desempleo que se consideró escandalosa: 8%, dos puntos por debajo del actual nivel de desempleo; la pobreza se disparó para alcanzar a la mitad de los hogares, se produjo una redistribución del ingreso de un 10% del PIB hacia los de mayor de ingreso.  Así, en  Costa Rica es posible asociar la inflación mayor y descontrolada (y sus efectos) a medidas de liberalización.

Una vacunación temprana contra estas tesis tuvo lugar… De ahí que hayamos transitado como país y por reacciones sociales por un camino repleto de impulsos de liberalización ortodoxos, pero con resultados bastante distantes y heterodoxos.

Hoy tenemos bajas, muy bajas inflaciones, competitividad disminuida, alto desempleo,  amplios recursos productivos ociosos, pobreza estancada, creciente desigualdad y escasa generación de empleo formal.

Sin embargo, algunos ortodoxos, no sin influencia en la toma de decisiones, consideran que debemos bajar aún más la inflación.

Tendríamos que estar discutiendo la alineación de políticas sociales y económicas (fiscal, monetaria,  cambiaria, de fomento, etc.) para el impulso productivo. No confiar en la vaga esperanza de que la super-estabilidad va a generar el nuevo  impulso económico.