POR | 12 de agosto de 2022, 7:50 AM

Rogelio Benavides\benapresa@hotmail.com

Cumpleañeros 

El primer saludo es para el reconocido estilista David Calvo, quien celebra su cumpleaños este viernes 12 de agosto; también están de festividades cumpleañeras en esta fecha Miguel Ángel Hernández Grazioso y la primera actriz nacional, María Torres. Otros cumpleañeros de la semana son el publicista y empresario Jaime Jiménez Solera (cumple el 13 de agosto), Marlon Pérez (13), el estilista José Astúa Astúa (14), Alejandra Navarro (15), el doctor Rodrigo Marín (15), Claudia Alfaro (17), Sylvia Blanco (18), Yarent Castro (18), Jennifer Segura (18) y Fabián Jesús Cambronero (18).
 
María Torres cumpleañera 

Este 12 de agosto cumple años la primera actriz María Torres. Esta talentosa dama, también directora y empresaria, cuenta con 43 años de carrera en televisión, teatro, cine y radio. “Soy una mujer ordinaria con un trabajo extraordinario”, confiesa esta gran artista, que también es conocida por sus personajes dramáticos y cómicos, especialmente los que ha interpretado al lado de la otra primera actriz, Marcia Saborío. María inició su enamoramiento por las tablas en el año 1977, al asistir a un taller de teatro en la Universidad de Costa Rica. Uno de sus primeros papeles protagónicos fue el que interpretó a sus 23 años en La Lucha de Lucho, del querido director chileno Lucho Barahona. Estos días he frecuentado a María, la he abrazado y la he querido mucho más. Es una buena madre y una gran persona, con un alma profunda y generosa. Ser su amigo me hace feliz y me llena mucho: ella sabe que la quiero infinitamente, la respeto y la valoro como profesional. María es una persona íntegra, defiende sus posiciones a toda costa, pero con respeto. ¿Para qué les digo más? Es mucho lo que la admiro y mi opinión está impregnada de ese amor incondicional que siempre le he declarado. Espero que pase muy feliz, en unión de sus dos hijos, María José Quesada, Simón Acosta, y de sus nueras, muchachos dignos de ella, que los ama con todo su gran corazón. Felicidades.

María Torres está de manteles largos. Foto: Rafael Pacheco/GN.

Las redes mataron la farándula 

Me declaro defensor de las noticias de farándula, espectáculos o entretenimiento, aunque algunos sectores las vean en forma despectiva, son informaciones tan importantes como las de economía, sucesos o política. Eso sí, las primeras apelan directamente al morbo y a la curiosidad natural del ser humano. En 1994, tras haber escrito sobre temas nacionales y culturales y haber ejercido el periodismo político electoral, tomé la decisión de crear esta columna dedicada a notas de la sociedad, de la farándula y especialmente a temas relacionados con la televisión, porque esta se publicaba en Teleguía, que apareció durante muchos domingos en La Nación. Antes había actividad farandulera donde intervenían los músicos, cantantes, artistas, magos, presentadores y algunos periodistas destacados. Entonces me di a la tarea de informar sobre otros actores sociales como modelos, estilistas, productores, humoristas, futbolistas y un grupo variopinto de gente dedicada al entretenimiento del prójimo. Entonces, para poder identificar a la mayoría de los faranduleros, realicé durante varios años “La fiesta de negro”, donde invitaba a quienes se dedicaban a agradar y entretener. En esa fiesta recolectábamos juguetes para niños en riesgo social. Entonces algunos medios de prensa escrita, radio y televisión comprendieron el propósito de aquellas reuniones y les dieron cobertura; algunos periódicos hasta le empezaron a dedicar una página diaria a temas y fotos del espectáculo. Entonces no había blogueros, influencers, youtubers, tiktokeros y demás especialidades encargadas ahora de inundar las redes antisociales. No tengo absolutamente nada en contra de estos nuevos comunicadores, quienes están muy a tono con los tiempos modernos. Como en todas las áreas, entre estos nuevos informadores hay de todo: muy buenos, buenos, mediocres, malos y muy malos. Cualquiera, desde su aparato telefónico, tiene acceso a enchufarse con la aldea global en la forma deseada, aunque no tenga la preparación ni las herramientas académicas para hacerlo. Se vale de todo. También hay elementos autodidactas, empíricos, relevantes, cuyos aportes son pertinentes y acertados. Me gusta esta variada posibilidad de entretenimiento y comunicación total. Eso sí, también hay factores negativos encargados de distorsionar esa mecánica: troles, páginas de dudosa procedencia, noticias falsas, empresas encargadas de vender seguidores —a quien pueda pagar— y otro tipo de novedosas estrategias. Me preocupa el tema de la valoración periodística. En los últimos días, he visto cómo se repiten los actores y cómo se insultan sin pudor ni temor. Son temas vacíos e irrelevantes, pero causan morbo y despiertan el interés de un amplio sector de la sociedad. Esa es la realidad. También pululan amenazas de demandas y similares, de todos contra todos. En algunos casos, es gente sin oficio ni profesión, pero decididos a figurar y subir (gracias a los “me gusta”, número de seguidores y cantidad de interacciones) en las redes a como dé lugar. Como dije, hay gente sin escrúpulos, difamadores, calumniadores y vendedores de humo reinando en ese nuevo mundo. También hay personas muy buenas dando consejos, opinando, informando y entreteniendo con un alto sentido de responsabilidad. Mientras tanto, los medios tradicionales cayeron en la trampa, no quedaba otra salida. En vez de generar contenido para la discusión en redes, sucede al revés: las páginas y los programas, un día sí y otro también, son caja de resonancia de cuanto sucede en las páginas y demás sitios. No todo está perdido. Primero debemos aprovechar lo bueno de las redes y desechar la basura. Debemos ser críticos y muy selectivos para disfrutar en vez de sufrir, especialmente quienes crecimos en los tiempos de los periódicos, las tiras cómicas y la televisión abierta, con antena multicanal en el techo. Las noticias faranduleras no tienen los días contados, ya fenecieron enredadas por las redes. Precisamente, la televisión local tiene mucho trabajo en ese campo del entretenimiento y la difusión de valores y lo está haciendo bien. Termino nombrando a mis influencers: el naturalista español Félix Rodríguez de la Fuente, el científico Isaac Asimov, el filósofo Constantino Láscares, Carl Sagan, Jacques Costeau y sus interminables y formidables viajes marinos, y Jane Goodall con todo y sus gorilas. Sí, pocos saben quiénes son esos dinosaurios. De eso estoy hablando.

En las redes hay de todo, bueno, malo y muy malo.

​“Maje” y “pura vida” vienen de México 

En un interesante artículo publicado hace cinco años por el etimólogo y lexicógrafo con énfasis en Lógica Lingüística, Rigoberto Guadamuz Monge, se refiere al origen de la palabra "maje" y la expresión “pura vida”, que nos llegaron de México y que nosotros las hemos adoptado como las que mejor nos identifican en todas partes. Dice Guadamuz: En cuanto al origen de “maje”, diré que a mediados del siglo anterior personajes tales como Resortes y don Adalberto Martínez (1916-2003), en algunas de sus películas, dijeron “maje”. También, don Mario Moreno, conocido mundialmente como Cantinflas (1911-1993), también utilizó la palabra “maje” en una canción, donde echó mano del sinónimo “guaje” como equivalente de “maje”. Ni qué decir de Clavillazo, don José Antonio Hipólito Espino y Mora (1910-1993), no solo creó el “pura vida” (o vidota) del que nos hemos apropiado los costarricenses, sino que en sus películas cita esto de “maje”. Pero también puedo echar mano de otros datos históricos literarios de origen mexicano, donde se puede leer la palabra “maje”. Todo lo anterior es tan solo una pincelada que demuestra que la palabra “maje” tuvo su origen o mayor aplicación por esa tierra de Norteamérica y no necesariamente tuvo su cuna en Costa Rica.

“Clavillazo” José Antonio Hipólito Espino y Mora popularizó la frase “pura vida”. 

Eso es todo, los quiere Tía Zelmira, la que todo lo mira.

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