Cierre de CEACO: “No olvidaré prestarle mi celular a una madre para despedirse antes de morir"
Este lunes, el CEACO dejó de recibir pacientes COVID-19; Marco Vargas, el director de este centro, comparte la experiencia de primera mano de los médicos que trabajaron allí.
Tras 602 días de servir al país, el Centro Especializado de Atención de Pacientes con COVID-19 (CEACO) dejó, este jueves, de recibir pacientes con la enfermedad.
El 31 de marzo de 2020 el centro abrió sus puertas, con un espacio de 88 camas, que estuvieron totalmente ocupadas en algún momento. Hoy, solo hay 13 pacientes internados.
Las salidas o traslados de los pacientes que quedan se estarán programando en las próximas horas, sin dejar de lado su importancia y dignidad como personas.
CEACO no solo trabajó en la parte hospitalaria, sino también en aeropuertos, en muelles, en fronteras, en cárceles, en hogares de ancianos, entre muchos otros sitios a lo largo y ancho del país.
Marco Vargas, director médico de CEACO, conversó con Teletica.com ante el cierre de esta etapa. Dice sentirse satisfecho con el trabajo realizado y emocionado por lo que viene, a pesar de que fue una montaña rusa de emociones y sensaciones.
"Es la satisfacción de la misión cumplida, no solo por mí, si no por un grupo grande de personas, desde muchachos de aseo y ropería hasta todas las posiciones que involucren la atención de pacientes con esta complejidad", dijo.
El doctor no sacará jamás de su cabeza el primer paciente que ingresó o al primero que tuvieron que intubar. Dice, sin embargo, que el recuerdo que más le caló fue el del primer fallecido por el virus en el centro.
"Es algo que no se puede olvidar. Fue de una mujer que falleció en nuestro centro, en donde habíamos preparado todo el proceso. Fue un momento con responsabilidad, porque sabíamos que esta persona no iba a lograr sobrevivir y todos los equipos nos preparamos para recibir a las personas y seguirlas atendiendo, si no para ser proactivos, cuidados y detallistas con el proceso de muerte.
"Diseñamos un proceso de manejo de la persona fallecida, de forma tal de que fuera un reconocimiento seguro para la familia, y de tener en el más alto cuidado a la persona fallecida, porque todavía es alguien que tenemos bajo muestra responsabilidad", dijo el médico.
Luego de esta mujer, en CEACO murieron 600 personas más aproximadamente.
¿Qué fue lo más duro de toda esta etapa?
"Tengo muchos momentos difíciles. Uno de ellos es el hecho de que muchas personas han luchado contra el sector salud señalándolo como el culpable. Nosotros no somos culpables, somos los que damos la atención, y señalamos las conductas seguras para que no se enfermen. Hemos sido señalados como culpables responsables de cierres, de uso de mascarilla, de todo", contó.
Otra de ellas fue el hecho de que nadie sabía a lo que se iba a enfrentar. Se han visto cara a cara con muchas "primeras veces".
"Ninguno de nosotros sabía como tenía que atenderla. Yo me preparé para catástrofes, atentados terroristas, tiroteos, para otro tipo de emergencias, pero me tocó servir para esto y espero haberlo hecho de la mejor manera", añadió Vargas.
¿Qué fue lo más bonito?
"El contacto directo, el montón de gente que conocí, que llamé, que se preocuparon, los que disintieron con nuestra forma de pensar son gente que nos aportaron o que me aportaron en lo personal para tener una perspectiva diferente de la vida. ¿Cuál es? Que esta enfermedad está marcada de incertidumbre, que la inevitabilidad de la vida y de la muerte son constantes y que hay que vivir plenamente, de lo contrario realmente usted no sabe cuando se va a enfermar y morir", manifestó.
Si el doctor tuviera a los miles de pacientes que pasaron por la institución sentados en frente, el mensaje para ellos sería uno de gratitud. Tanto para los que salieron adelante, como para los que perdieron la batalla contra el virus.
"Yo, Marco Vargas, les doy las gracias por haberme permitido el honor de servir. Esta profesión es de servicio y me dieron una maravillosa oportunidad de servirles, en lo que fuera, desde limpiar un pasillo, hasta intubar pacientes. Siempre he estado para servir a quien lo necesite", aseguró.
Las despedidas
Uno de los recuerdos personales que lleva en su corazón fue del día en que le prestó su teléfono personal a una madre de familia para que se despidiera de su esposo y tres hijos.
Presenció el momento en el que esta familia se dijo adiós para siempre.
"El despedirse habiendo dejado cosas pendientes no es algo que uno debería de vivir, y haber estado ahí para asistir a esa y a algunas otras personas en su proceso de despedida es una responsabilidad enorme en esta profesión.
"Médicos, enfermeros, terapeutas han colaboradora con las despedidas, y que son despedidas para siempre, con todas las lágrimas que esto significa, con todo el sufrimiento humano, pero con toda la responsabilidad y el amor que uno puede poner en ese momento", contó.
Seis días después de esa llamada, la mujer falleció.
Ahora, el CEACO empieza una etapa de limpieza profunda, para entregar las instalaciones seguras al Centro Nacional de Rehabilitación (CENARE).
Para el doctor Marco Vargas sigue una etapa nueva, donde podrá regresar a su familia, a retomar su pasión por el atletismo recorriendo largas distancias y a continuar dedicando tiempo a estudiar el saxofón. Además, hay un escritorio que lo espera en la Unidad de Trauma del Hospital Nacional de Niños (HNN) para servir a Costa Rica desde ese lugar.