Por Juan Manuel Vargas |Por Eric Corrales |22 de octubre de 2019, 19:00 PM

​​En el marco del mes del adulto mayor, el Colegio de Farmacéuticos de Costa Rica se unió a esta fecha tan especial para crear conciencia acerca de la polimedicación adecuada en personas de avanzada edad y la importancia de apoyarse en la figura del profesional farmacéutico para recibir asesoría y recomendaciones.​​

La polimedicación es una condición en la que el paciente consume más de cinco medicamentos al día, por más de seis meses y puede darse porque la persona padece una sola enfermedad cuyo tratamiento implica el uso de varios productos (como por ejemplo en la esquizofrenia), o porque la persona padece varias enfermedades (como un paciente diabético y cardiópata), lo cual es el escenario más usual en el caso de las personas adultas mayores.

Es por eso que, dentro de los perfiles de pacientes con polimedicación, los adultos mayores son un grupo vulnerable, ya que si esta no se maneja adecuadamente puede generar efectos adversos que perjudiquen la salud.

“Hay muchos factores que son importantes de considerar cuando hay polimedicación y al ser un grupo que normalmente es polimedicado, los adultos mayores son vulnerables a cometer errores y deben ser apoyados para evitar cualquier uso incorrecto.

Sin duda, el cuidado de esta población es una parte esencial de nuestra vocación como farmacéuticos y queremos aprovechar el mes del Adulto Mayor para concientizar sobre la importancia de escucharlos, protegerlos e informarlos en lo que a polimedicación se refiere”, explicó la Dra. Yajaira Quesada, vocera del Colegio de Farmacéuticos de Costa Rica.

Errores más frecuentes y recomendaciones.

De acuerdo con la experta, hay una serie de errores comunes que se producen cuando los pacientes son polimedicados, entre los cuales se mencionan, por ejemplo, el no cumplimiento adecuado de los medicamentos, sobre todo cuando se trata de dosificación.

“Es común que, entre tantos medicamentos, el adulto mayor se olvide o enrede con las dosis de cada uno. Igualmente, suele suceder que el paciente visite varios médicos diferentes sin informarles los detalles de los tratamientos que otros han prescrito, aunque estos le pregunten, pues no se acuerdan”, agregó.

Además, otro de los riesgos se da porque algunos de los medicamentos tienen nombre y apariencia similar, lo cual se presta a la confusión y a propiciar, por ejemplo, la toma de más o menos dosis de las indicadas, con los consiguientes riesgos.

“Frente a todos estos escenarios, es clave el papel que los farmacéuticos tenemos para poder aclarar todas estas dudas, explicar a los pacientes las dosis y formas de tomar sus medicamentos y, en general, para brindarles ese acompañamiento como profesionales de la salud”, afirmó la Dra. Quesada.

El papel de los cuidadores.

En muchas ocasiones, cuando el adulto mayor ya ha perdido algunas de sus capacidades, se encuentran a cargo de un cuidador, quien es el que participa directamente en la atención del adulto mayor y puede ayudar en la detección de síntomas de alarma de su estado físico y psíquico.

En estos casos, es el cuidador el que debe de estar pendiente de todos los detalles aquí mencionados, para que pueda realizar de manera eficiente las actividades que le correspondan, tenga a la mano la información necesaria respecto a las enfermedades del adulto mayor y los medicamentos que consume, así como de vigilar el cumplimiento de los tratamientos o alertar de posibles reacciones adversas que se den.

La adaptación al envejecimiento no es tarea fácil para los adultos mayores y requiere que las personas que participan en su cuidado se caractericen por una muy especial vocación y amor al trabajo con este grupo de personas, lo que significa que será necesaria una actitud que implique valores como el respeto por el otro, y la compasión para brindar cuidados humanitarios al adulto mayor.

Así, junto a la recomendación de recurrir siempre a la figura del farmacéutico, la experta aconsejó tener siempre a la mano una lista con los medicamentos y la forma de tomarlos, aprovechar los dispensadores por día y semana para ordenar la administración; llevar la lista de medicamentos cada vez que se va con un nuevo médico y, si el médico cambia los medicamentos, lo mejor es eliminar los anteriores para evitar confusiones con estos y los nuevos.

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