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Análisis del episodio 2 de Game of Thrones: "A Knight of the Seven Kingdoms"

Si «Winterfell» era un capítulo para los paralelismos y volver a recordar con nostalgia el camino, «A Knight of the Seven Kingdoms» es un episodio para las despedidas

22 de abril de 2019, 9:47 AM

Por Pablo Vargas | [email protected]

«En lo alto de los salones de los reyes que partieron, Jenny bailaba con sus fantasmas. Los que había perdido y los que encontró. Y los que la amaron más que nadie. Porque ella nunca se quiso ir... ella nunca se quiso ir». «Jenny of Oldstones» es un amargo presagio de la tragedia que nos espera y la agridulce paz que precede a la tormenta.​

El fin está cerca y sus creadores lo saben. Si «Winterfell» era un capítulo para los paralelismos y volver a recordar con nostalgia el camino de lágrimas, sangre y traiciones que nos han llevado al borde del apocalipsis, «A Knight of the Seven Kingdoms» es un episodio para las despedidas.

Como dos amantes que resisten a despedirse en medio de una noche inclemente y la amarga incertidumbre de si alguna vez volverán a verse, el episodio estreno va más allá de lo que fan promedio percibe.

No es un episodio para la gradería, que lo verá con sed de sangre, muerte y destrucción. No. No es capítulo para gradería. «A Knight of the Seven Kingdoms» es un episodio para los fans que ha seguido la serie desde los libros, desde sus inicios.

Es un capítulo dedicado a todas y todos aquellos que no abandonaron el camino y se fueron a la cama un domingo por la noche a llorar inconsolablemente la partida de los personajes que amaron con el alma. Un episodio para rendir homenaje y despedir a cada uno de personajes que han sobrevivido a la tragedia.

«Si piensas que esto tendrá un final feliz, no has estado prestando atención»

A diferencia de muchas series de televisión, «Game of Thrones» no es que algo que simplemente se disfruta. Al contrario. Su visualización es un camino cargado de dolores indescriptibles que se incrementan temporada con temporada. Ningún personaje tiene garantía de sobrevivencia. La desgarradora muerte de Ned Stark y las terribles secuelas de la boda roja son claro ejemplo de ello. Fue algo que aprendimos a golpes.

Esta es una serie en la que no hay cabida para los finales felices. La muerte de 2.339 personajes de la historia en los últimos diez años, son un amargo comprobante que nos recuerda sin compasión que no podemos encariñarnos con sus personajes, porque nunca hubo tiempo para decirles adiós. Nos los arrebataron de golpe, sin tiempo para las despedidas. Y sus creadores lo saben. Por ello, «A Knight of the Seven Kingdoms» es un episodio tan especial.

Porque antes de la gran masacre que se avecina, hemos tenido una oportunidad de oro para decir adiós a cada uno de los personajes que lograron sobrevivir hasta la cruda llegada del invierno. El tono lúgubre y cargado de nostalgia que expresa cada toma es un amargo recordatorio de la batalla que está por venir.

Hoy, las palabras premonitorias de Ramsay Bolton resuenan fuerte en nuestra mente: «Si piensas que esto tiene un final feliz, no has estado prestando atención». La inminente llegada del Rey de la Noche y su ejército de no-muertos será un parteaguas que cambiará la historia de Westeros para siempre.

Nada será igual después del próximo episodio. Y sus creadores lo saben. Nuestro corazón lo sabe. Por eso, cada toma, cada beso, cada lágrima derramada, es una triste carta de despedida y una agridulce oportunidad para cerrar ciclos y decir adiós.

Lo sabemos, desde la primera toma inicial en el juicio de Jaime versus su pasado. Las palabras de Bran nos ponen en retrospectiva de cuanto ha cambiado el camino del León Dorado desde que la serie empezó y sus decisiones le llevaron por caminos insospechados al hijo predilecto de Tywin Lannister.

La evolución de Jaime como personaje es un caso que deberían estudiar todos los aspirantes a escribir grandes historias. Jaime es el héroe trágico por excelencia.  El famoso mata reyes es por mucho, uno de los grandes incomprendidos en la historia de Game of Thrones.

George R. R. Martin así lo plasmo magistralmente desde su concepción, como un personaje escrito para ser odiado: el tipo sin honor que traicionó al Rey, el hombre que se acuesta con su hermana y que arroja niños por las ventanas. Resultando ahora irónico que la relación incestuosa entre Jaime y a Cersei, hoy sea el factor común denominador que tienen Jon Snow y Daenerys Targaryen.

Pero Jaime es más que eso. Y sus creadores lo marcan en fuego en la frase que describiría el tono de su tragedia. Porque al final, como el gran antihéroe que es, Jaime es sólo una víctima de las circunstancias y el amor por su familia.

«Tantos votos. Te hacen jurar y jurar. Defiende al rey. Obedece a tu padre. Protege a los inocentes. Defiende a los débiles. Pero, ¿qué pasa si el rey te pide matar a tu padre? ¿Qué pasa si el rey masacra a los inocentes?».

El camino de ideales que llevó a Jaime a ser caballero no es más que un triste eco de lo que alguna vez fue. Su juicio nos presenta a un hombre que lo ha perdido todo: a su padre, sus hijos y se aferra al poco honor que le queda.

«Las cosas que hacemos por amor»

Su hermana, ha fallado a su palabra. Pero la palabra, es lo único que Jaime ahora tiene. «Juré pelear por los vivos. Y eso haré». Bran sabe bien que las palabras "su viejo amigo" son sinceras. «Las cosas que hacemos por amor». Y Bran le cree al repetir las palabras que Jaime dijo antes de arrojarle por la ventana de la torre y dejarle paralitico.

Era la oportunidad dorada de Bran para cobrar venganza y poner a Jaime en la palestra y firmar su sentencia de muerte. Pero 'El Cuervo de Tres Ojos' que conoce el pasado, el presente y el futuro sabe que la tragedia griega de Sir Jaime no ha terminado. Y que su destino está ahora en Winterfell. Lo sabe también Brienne de Tarth, que pone su propia vida en garantía a cambio de que Daenerys y Sansa perdonen al hombre que destruyó a su familia.

Es un momento crudo y emotivo con muchos simbolismos que nos ponen en retrospectiva a través de las palabras de Jon: Jaime es un hombre con una espada y en la Gran Guerra se necesitarán todas las espadas que estén disponibles. Sansa confía en su hermano y la mujer que juró proteger su vida. Daenerys no.

Esto es algo que Daenerys parece aún entender, primando sus caprichos y despreciando con todas sus fuerzas el tener reinar por consejo, pero, sobre todo, odiando el verse sometida a la terquedad de pueblo que no le rinde pleitesía.

La Reina descarga su desazón contra Tyrion por creerle a Cersei que iba a enviar refuerzos y le amenaza con quitarle como su Mano Derecha. Y la escena, que dura menos de cinco minutos, nos pone de nuevo sobre el tapete el mayor problema que se avecina: los vivos siguen preocupados por sus títulos, sus coronas y sus juramentos. Pero al Rey de la Noche nada de eso le importa.

Las entrelineas en la toma son una verdadera joya. Las miradas bajas y largos silencios que Varys y Jorah comparten en la escena son un amargo ejemplo de que esa no es la Reina que juraron proteger y que la Khaleesi está perdiendo el norte, al centrarse en el árbol y no en el bosque.

Las palabras de Jorah Mormont en defensa del hombre que vino a arrebatarle su puesto, salvan a Tyrion, pero el golpe bajo ya está dado. Su discurso respira desesperanza al reencontrarse con su hermano en la paradoja de estar juntos en el mismo bando para defender Winterfell.

Los diálogos muestran más de lo que parece verse en la superficie y nos reflejan un Tyrion sin esperanza y obsesionado con la muerte, una idea que no le pasaba por cabeza ni siquiera en los momentos más críticos de su travesía.

El hombre que se resistía a morir en una celda o ser ejecutado por su propio padre, ha empezado a enfrentar la realidad de que su fin, y el fin de todo lo que conocen, está a las puertas. La auto propuesta de Tyrion para ser parte del batallón de Brienne en la batalla contra el Rey de la Noche es un fuerte ejemplo de los descorazonados pensamientos que turban la mente de la mano derecha de la Reina.

Tyrion está listo para morir. Pero la reina no puede aceptar su oferta. «Eres el hombre listo y no puedo perderte».

Es un punto a favor de Daenerys, escuchar el consejo de Jorah Mormont. Uno que la Khaleesi trata de ampliar al buscar a Lady Sansa para limar sus asperezas. El intercambio entre ambas es uno de los momentos más altos de la serie, lleno de complicidad al confesarle que Daenerys que toda su vida ha buscado el Trono y que la única razón por estar en Winterfell es su amor por Jon.

Sansa se abre también al tomarle de las manos en gesto fraternal. Y hasta el último momento, parece que Dany va a conseguir su objetivo, pero la realidad es que todo ha sido un juego de poder de Sansa que le arroja un dardo cargado de veneno a la Reina al recordarle que ellos son ahora un pueblo libre y pretenden seguirlo siendo cuando aniquilen a los muertos y destruyan a Cersei.

«¿Qué pasará con el Norte?»

La frase que Sansa le arroja a Daenerys es corta, pero lapidaria y lo será aún más en retrospectiva. El momento en que Daenerys retira su mano de golpe y llena de furia al ver como cayó víctima de Sansa es un terrible error de diplomacia. La otrora peor jugadora del 'Juego de Tronos' es la única que parecer ir ahora siempre dos pasos adelante.

La respuesta de la Khaleesi queda en ascuas al recibir noticias de la llegada de nuevos refuerzos y regalarnos una de las escenas más conmovedoras de la serie, cuando Sansa, fría siempre como el hielo, se le llenan los ojos de lágrimas al ver a Theon Greyjoy regresar para dar nuevamente su vida con tal de defenderla. Su reencuentro es una escena para la galería que perdurará para siempre en la memoria.

El conmovedor abrazo entre ambos tiene más significado que aquel que la escena muestra. La compleja y amarga relación que une a Sansa y Theon lo es aún más. Ambos, sobrevivientes de una época oscura que parece haber encendido una llama que nadie esperaba, pero que reconforta como pocas y pone en retrospectiva el cruel destino que les acecha en medio de un futuro completamente incierto.

Se lo señala Bran a Jaime cuando el León Dorado trata de mantener el optimismo hablar del futuro «¿Cómo sabes que habrá un futuro?». Las palabras del 'Cuervo de Tres Ojos' son determinantes en el corazón de todos mientras planifican la estrategia de batalla: conseguir llegar hasta su líder y acabar con él para acabar con todos de un sólo golpe.

Jon Snow sabe que la única posibilidad de vencer a los Caminantes Blancos es matar al que los convirtió a todos: El Rey de la Noche. «Pero él nunca se expondrá en batalla», matiza Jaime Lannister tras conocer la estrategia de Jon Snow. «Sí, lo hará», interrumpe entonces Bran. «Vendrá por mí. Lo ha intentado antes, muchas veces, con otros cuervos de tres ojos», señala el joven Stark.

La interrogante de Sam ante la razón por la cual el Rey de la Noche va tras Bran es la misma incertidumbre que han compartido cada uno de los espectadores. Con una frase estremecedora, Bran se ofrece como carnada y nos detalla finalmente porque el Rey de la Noche está tras él «Una noche interminable. Quiere borrar este mundo, y yo soy su memoria». Samwell Tarly lo entiende perfectamente y lanza otro dardo con la mirada a Daenerys. «La verdadera muerte es el olvido».

El desfile de transcendentales conversaciones que viene tras esta escena sirve para ir detallando el cierre de cada uno de los personajes que nos han acompañado en el viaje.  Y eso hace que cada diálogo tenga un sentido más allá de la superficie.

Sucede con el ida y vuelta entre Brianne y Jamie, cuando este busca su redención. Ocurre cuando Missandei y Gusano Gris planean un futuro juntos tras la Gran Guerra y se manifiesta aún más Sam, Edd y Jon miran al horizonte y recuerdan sus días "más simples" en la Guardia de la Noche.

El fin está cerca y con la caída de la noche, todo se intensifica. ¿Por qué peleas? Le pregunta Arya al Perro y su respuesta magnifica lo que realmente importa.

«Todos vamos a morir, pero al menos lo haremos juntos»

En las puertas del apocalipsis, la joven Arya Stark -que en la vida real tiene 22 años-, abre las puertas de su pasión para explorar su sexualidad en una de las escenas más significativas y perfectamente ejecutadas de la serie junto al hijo bastardo de Robert Baratheon. Llena de simbolismos, la escena entre Arya y Gendry es romántica, apasionada, espontánea, llena de libertad, consenso y empoderamiento femenino.

Es ahora una paradoja que Robert le propusiera a Ned unificar sus familias a través del matrimonio entre Sansa y Jeoffrey, y que haya realmente ocurrido entre Arya y Gendry. Pero es parte del encanto de una escena en la que Arya deja atrás su pasado e incierto en futuro ante la posibilidad de no sobrevivir a lo que se viene, para centrarse en lo que realmente importa: ante la llegada inminente de la muerte, son los pequeños momentos de amor, pasión y amistad los que prevalecerán por siempre en las horas más oscuras. Y eso, es lo que nos separa a los vivos de los no-muertos.

Esto es algo que queda retratado en la que podría ser una de las mejores escenas de toda la serie, cuando poco a poco los personajes se van reuniendo ante el fuego para compartir los que serán posiblemente sus últimos momentos de camaradería y humanidad previo a la inevitable muerte. Tyrion, que sigue listo para partir, hace la acotación de que todos los presentes fueron alguna vez enemigos.

Esto, revela nuevamente el largo camino que hemos recorrido para llegar a este momento con Sir Davos, Sir Jaime, Tyrion, Brienee, Podrick y Tormmund luchando en su momento uno contra el otro, reunidos ahora en el salón de Winterfell y preparándose para morir unificados ante un mal común.

«Todos vamos a morir, pero al menos lo haremos juntos» acota Tormmund en una frase que golpea y golpea con fuerza. El final está cerca y sus creadores nos lo recuerdan en una escena preciosa y perfectamente lograda que trata de cerrar todos los capítulos y prepararnos de forma psicológica para el aluvión de devastadoras muertas que están por llegar.

Como los gladiadores que se preparan para gritar al César «Los que van a morir os saludan», los diálogos van construyendo los lazos de hermandad entre aquellos que enfrentan la muerte. Y lo que empieza como una broma de esa camaradería tan particular entre aquellos que van a morir, termina regalándonos una de las escenas más emotivas de la serie, al homenajear el sueño imposible de Brienne de ser nombrada «A Knight of the Seven Kingdoms» y que Jaime recuerda, no necesita de un Rey que lo haga por ella, sino solamente de unos cuantos testigos y un Caballero del reino que lo haga vigente, en una escena poderosa hasta la lágrimas, al cerrar el ciclo de Brienne y devolver al León Dorado su antiguo honor y gloria.

Al mejor estilo de «Lord of the Rings: The Return of the King», Podrick Payne complementa de forma magistral la escena y nos regala la balada «Jenny of Oldstones», una melodía que tiene más significado del que aparenta al contar la balada la historia de una mujer pobre que se casó con Duncan Targaryen y por lo cual renunció a sus derechos al Trono de Hierro por amor.

En los libros, la historia de Jenny of Oldstones narra la elección de una persona entre gobernar los Siete Reinos y el amor. ¿Les resulta conocida la historia? Sí. Es el mismo contexto de la pregunta que Sam le hizo a Jon en el episodio anterior y que se vuelve a poner sobre la mesa en los minutos finales cuando Jon hace la gran revelación del episodio y le confiesa a Daenerys la trágica historia entre Lyanna y su hermano Raeghar: Raeghar no violo a la joven Stark. Lyanna y Raeghar estaban enamorados, se casaron en secreto y son sus verdaderos padres. «Mi verdadero nombre es Aegon Targaryen».

La revelación golpea con fuerza a Daenerys que nuevamente, sólo piensa en su derecho al Trono de Hierro. Y la balada de «Jenny of Oldstones» vuelve a calar en hasta los huesos como una triste y agridulce melodía para decir adiós. Porque eso es «A Knight of the Seven Kingdoms», una balada para una despedida.

El final de todo cuanto conocemos, está a las puertas. Esta es la calma, antes de la tormenta y los salones de los reyes se llenen de terror. «Jenny bailaba con sus fantasmas. Los que había perdido y los que encontró. Y los que la amaron más que nadie. Bailaban de día. De invierno a verano, luego invierno otra vez. Hasta que los muros sucumbían y caían. Pero ella, no quería irse. Ella no quería irse». Sí. El Norte se derrumbará. Y con el Norte, se derrumbarán nuestros corazones.

Calificación final: 8/10