28 de marzo de 2017, 6:00 AM

Conozco a una familia que maltrata verbalmente a una de sus integrantes, una buena mujer que tiene una enfermedad y que, con una enorme corazón, bondad y don de gente se ha ganado a todo aquel que la conoce.

A ella, una mujer que roza los 60 años, le gritan que es "tonta" y "enferma" y que por eso es mejor que no salga de la casa. Y hasta le reclaman por qué no ha lavado bien los platos o la ropa.

Y es entonces cuando me pregunto: ¿cuánta insensibilidad, desamor, desapego y dureza pueda haber en el corazón de algunas personas, especialmente cuando hay un nexo de sangre o afinidad?

¿Por qué hay gente que se esfuerza en hacer del maltrato -de cualquier índole- una práctica "tan común y normal"?

Peor aún: esas personas hacen del maltrato un arma de ataque emocional y psicológico, en el que con gritos, amenazas y hasta golpes pretenden reducir a cero, invisibilizar a la víctima hasta que crea que su vida no vale nada.

La violencia es injustificable. Me niego a creer o pensar en que las diferencias se deban zanjar con gritos, golpes o, peor aún, con un arma.

Hemos sido testigos lamentablemente de hechos recientes de violencia doméstica: Leila Agüero Espinoza de 35 años falleció este lunes en el hospital San Juan de Dios, luego de haber sido atacada a balazos por su compañero.

El fin de semana anterior en Guápiles un hombre de 42 años asesinó de varias puñaladas a una adolescente de 16 con la que convivió durante tres años.

Otro caso ocurrió en San Sebastián cuando un hombre intentó asesinar a su expareja y al hijo de esta, luego se fue a Los Guido de Desamparados en donde mató a un hombre de 60 años tras lo cual acabó con su vida al dispararse en la sien derecha.

Y uno de los casos más dramáticos ocurrió hace tres semanas en Naranjo cuando un hombre mató a su esposa de varios machetazos delante del hijo de ambos de tan solo ocho años.

Por eso no me quedaré de brazos cruzados y, antes de denunciar, buscaré hablar con esa familia para que se sensibilice y sea consciente del enorme daño que le está provocado a esa mujer.

Muchos dirán que no es tema de mi conveniencia, pero la desidia y el quedarnos de brazos cruzados es a veces peor que la misma agresión.

Y si usted sabe de alguien que es agredido no se quede sin actuar. Es necesario cortar estos círculos de la violencia.